07/02/13
Primera Lectura
Hebreos 12, 18-19. 21-24
Lectio
Hermanos: Cuando ustedes se acercaron a Dios, no encontraron
nada material, como en el Sinaí: ni fuego ardiente, ni oscuridad, ni tinieblas,
ni huracán, ni estruendo de trompetas, ni palabras pronunciadas por aquella voz
que los israelitas no querían volver a oír nunca.
En efecto, tan terrible era aquel espectáculo, que el mismo
Moisés exclamó: ¡Estoy aterrorizado y tiemblo! Ustedes, en cambio, se han
acercado a Sión, el monte y la ciudad del Dios viviente, a la Jerusalén
celestial, a la reunión festiva de miles y miles de ángeles, a la asamblea de
los primogénitos, cuyos nombres están escritos en el cielo. Se han acercado a
Dios, que es el juez de todos los hombres, y a los espíritus de los justos que
alcanzaron la perfección. Se han acercado a Jesús, el mediador de la nueva
alianza, cuya sangre derramada es más elocuente que la de Abel.
Meditatio
Por desgracia, muchos de nuestros hermanos tienen la idea de
un Dios al cual hay que temerle. Es frecuente escuchar expresiones como:
"No hagas eso pues Dios te va a castigar", o: "Ya ves, eso te
pasó porque Dios te castigó". Esto hace ver las enfermedades, y las
situaciones dolorosas como un castigo de Dios, lo cual es totalmente falso.
Se nos ha olvidado que el Dios revelado por Cristo es un
Padre lleno de amor, que tanto nos ha amado que envió a su propio Hijo a morir
por nosotros a fin de lograr que nuestra vida pueda llegar a la plenitud.
Nuestro Dios es un Dios que está pronto para perdonar y que
es lento para castigar. El autor de la Carta nos lo recuerda, al decirnos que
nos hemos acercado a Cristo, el consumador de nuestra paz y que ha restablecido
la armonía entre Dios y nosotros, que nuestro Dios ya no es llamado "El
Sabaot" o "El Shadai", sino que es y debe ser llamado: Papá.
Acércate con confianza a Dios, y deja que Él te muestre la riqueza de su amor.
Oratio
Padre lleno de amor, que nos manifiestas tu compasión en la
donación de tu amado Hijo Jesucristo para que él sea quien nos guíe hasta ti
para ser merecedores del cielo y poder gozar eternamente de tu bondad, danos tu
Espíritu Santo para que él nos dé la luz que nos muestre como podemos agradarte
en cada una de nuestra acciones de cada día. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
Operatio
Hoy comunicaré a quienes convive conmigo la gran
misericordia con que Dios me ha tratado a lo largo de mi vida.
El Evangelio de hoy
Marcos 6, 7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en
dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran
nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente
un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: "Cuando entren en una casa, quédense en
ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los
escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una
advertencia para ellos".
Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento.
Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Reflexión
El pasaje evangélico de hoy nos invita a reflexionar en
nuestra participación a la extensión del Reino y en cómo ésta, en sí misma,
trae la recompensa y el bienestar para aquellos que la realizan.
Es triste ver que hoy en día pocos hermanos dedican algo de
su tiempo para la evangelización y por ello la vida evangélica no se desarrolla
en nuestras comunidades.
Podríamos pensar que no tenemos los recursos necesarios para
hacerlo, sin embargo hoy Jesús, al invitar a sus discípulos a que no llevaran
nada para el camino, nos hace ver que Dios mismo proveerá, no solo las
necesidades materiales de los evangelizadores, sino incluso de todo aquello que
hiciera falta para que el anuncio llegue a tocar los corazones. Lo único que
requiere es nuestra disposición y generosidad con nuestro tiempo.
Escucha hoy con atención el llamado y el envío que Dios te
hace a tí personalmente a participar en la conversión de tu casa, de tu
oficina, de tu barrio, de tu propio ambiente. Trata y verás que no es difícil
hablar del amor y la misericordia de Dios.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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