27/12/12
Primera Lectura
1 Juan 1, 1-4
Lectio
Queridos hermanos: Les anunciamos lo que ya existía desde el
principio, lo que hemos oído y hemos visto con nuestros propios ojos, lo que
hemos contemplado y hemos tocado con nuestras propias manos. Nos referimos a
aquel que es la Palabra de la vida.
Esta vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto y
somos testigos de ella. Les anunciamos esta vida, que es eterna, y estaba con
el Padre y se nos ha manifestado a nosotros.
Les anunciamos, pues, lo que hemos visto y oído, para que
ustedes estén unidos con nosotros, y juntos estemos unidos con el Padre y su
Hijo, Jesucristo. Les escribimos esto para que se alegren y su alegría sea
completa.
Meditatio
Si alguno te preguntara ¿Qué fue para ti esta fiesta de
Navidad?, ¿Qué le responderías? Desafortunadamente para algunos hermanos, esta
celebración no dejará de ser simplemente una fiesta con buñuelos, ponche y una
cena especial. Sin embargo, el objetivo de esta celebración fue que cada uno de
nosotros nos encontráramos con Jesús que, en su humildad, nos invita a
construir desde la sencillez un mundo lleno de paz y de amor.
Ya que Dios nos ha reconciliado por medio de su Hijo y lo ha
enviado con un mensaje de paz y perdón, debería ser entonces, para cada ser
humano, una profunda experiencia de perdón y reconciliación. ¿Podrías entonces
tú, ser testigo de este encuentro, de este perdón, de este amor derramado en tu
corazón? ¿Podrías hablar hoy a todos tus amigos y conocidos sobre el infinito
amor de Dios que has vivido en estos días? Recuerda siempre que creer significa
vivir, que tu fe se exprese en tu forma de vivir. Sé testigo del amor de Dios.
Oratio
Señor, quiero tener una vida llena de tu amor, que cada día
pueda experimentar las maravillas de vivir en tu Reino y de tener tu favor,
enseñame a transmitr ese gozo y felicidad que es producto de vivir en tu
querer.
Operatio
Hoy juntaré a mi familia y compartiremos sobre todo lo
grande que Dios nos ha dado y de cómo compartirlo con nuestros semejantes.
El Evangelio de hoy
Juan 20, 2-8
El primer día después del sábado, María Magdalena vino
corriendo a la casa donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús
amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde
lo habrán puesto".
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los
dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y
llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el
suelo, pero no entró.
En eso llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y
entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario,
que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el
suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo,
el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces
no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de
entre los muertos.
Reflexión
"Vio y creyó"; "Bienaventurados los que sin
ver creerán", les dirá Jesús más adelante en el Evangelio. Esos somos,
precisamente, nosotros los que no tuvimos la oportunidad, como San Juan, de
entrar, ver y creer. Nosotros basados en su testimonio, creemos que Jesús
verdaderamente ha resucitado y se encuentra entre nosotros.
La Iglesia ha puesto su fiesta inmediatamente después del
nacimiento de Cristo para llamar nuestra atención, en que su nacimiento es sólo
el inicio de la realización del plan de Dios, el cual necesita de testigos
fidedignos, personas que sin haber visto crean, personas para las cuales la
navidad no sea simplemente una fiesta llena de foquitos y de lindos regalos,
sino el acontecimiento por el cual el Hijo de Dios entra a formar parte de
nostros; el acontecimiento por el que el perdón de Dios se extiende a toda la
humanidad.
Ciertamente, nosotros no somos testigos oculares, como lo
fue san Juan. Sin embargo, somos, como él, testigos de la obra salvífica que
Dios ha operado en nuestras vidas y eso es lo que valida nuestro testimonio.
Siéntete orgulloso de ser testigo de la luz y hazla presente en todos tus
ambientes.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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