9/10/2012
Primera Lectura
Gálatas 1, 13-24
Lectio
Hermanos: Ciertamente ustedes han oído hablar de mi conducta anterior en el judaísmo, cuando yo perseguía encarnizadamente a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla. Deben saber que me distinguía en el judaísmo, entre los jóvenes de mi pueblo y de mi edad, porque los superaba en el celo por las tradiciones paternas.
Pero Dios me había elegido desde el seno de mi madre, y por su gracia me llamó. Un día quiso revelarme a su Hijo, para que yo lo anunciara entre los paganos. Inmediatamente, sin solicitar ningún consejo humano y sin ir siquiera a Jerusalén para ver a los apóstoles anteriores a mí, me trasladé a Arabia y después regresé a Damasco. Al cabo de tres años fui a Jerusalén, para ver a Pedro y estuve con él quince días. No vi a ningún otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el pariente del Señor. Y Dios es testigo de que no miento en lo que les escribo.
Después me fui a las regiones de Siria y de Cilicia, de manera que las comunidades cristianas de Judea no me conocían personalmente. Lo único que habían oído decir de mí era: "El que antes nos perseguía, ahora va predicando la fe que en otro tiempo quería destruir", y glorificaban a Dios por mi causa.
Meditatio
Uno de los problemas de nuestro cristianismo actual es la SUPERFICIALIDAD, producto, en muchos de los casos, de una evangelización que no ha calado en el corazón. La verdadera conversión está basada, como diría san Ignacio de Loyola, en "Conocer y Gustar INTERIORMENTE a Dios, por medio de Jesucristo".
San Pablo, mediante su testimonio de conversión, nos hace ver que la vida en Cristo es algo que transforma interiormente y que los demás lo notan: "El que antes nos perseguía, ahora anuncia la fe". Para que esto se realice es necesario que cada uno de nosotros tenga, como dice el papa Paulo VI: "Un encuentro personal con Jesús: Un encuentro de ojos abiertos y corazón palpitante". Cuando el hombre llega a tener esta experiencia interior no sólo se transforma él mismo, sino que todo su alrededor se transforma pues es capaz de llevar el "buen aroma del Evangelio" a todas partes. Dios nos ha llamado pero, ¿tendremos el coraje de responder?
Oratio
Gracias, Señor, por haberme elegido desde el vientre de mi madre, para conocerte a ti que eres bondad infinita. Te pido que el encuentro contigo se renueve a diario que cada vez pueda crecer en mi intimidad. Que todo mi ser pueda conocerte y gustarte.
Operatio
Hoy recordaré cuál fue mi primer encuentro con Dios, y si hubo una persona involucrada en acercarme a Dios la buscaré y le agradeceré que me haya presentado a mi salvador, también le haré saber que me siento con el compromiso profundo de ahora anunciarlo yo.
El Evangelio de hoy
Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude".
El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará".
Reflexión
Aunque este evangelio nos refiere (muy probablemente) a María la hermana de Lázaro, las palabras de Jesús se aplican perfectamente a María, su Santísima Madre. Son muchísimos los pasajes en los que Jesús, de manera especial en el evangelio de san Lucas, nos presentan a la Madre de Jesús como: "la que escucha y obedece la palabra de Dios". Ahora bien, este pasaje ha sido utilizado constantemente en la Iglesia para ilustrar dos grandes vocaciones: la vida Contemplativa (María) y la vida Activa (Marta). Las dos sirven a Jesús de diferente manera. Lo bello en María de Nazaret es que ella resume estas dos vocaciones y con ello nos invita a imitarla: El cristiano debe ser un contemplativo en la acción.
¿Por qué no te tomas unos pocos minutos de tu agitado día para elevar tu corazón a Dios, y darte cuenta de toda la belleza que él ha puesto a tu alrededor?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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