31/10/2012
Primera Lectura
Efesios 6, 1-9
Lectio
Hijos, obedezcan a sus padres por amor al Señor, porque eso
es justo. Honrarás a tu padre y a tu madre es un mandamiento muy importante,
que lleva consigo esta promesa: Te irá bien y vivirás largo tiempo en la
tierra.
Padres, no exasperen a sus hijos; más bien fórmenlos y
corríjanlos, para educarlos bien, como el Señor quiere.
Esclavos, obedezcan a sus amos de este mundo con docilidad,
respeto y sencillez de corazón, como a Cristo; no sólo cuando los están
mirando, ni sólo para quedar bien con ellos, sino como esclavos de Cristo, que
cumplen de corazón la voluntad de Dios.
Sírvanles, pues, de buena gana, como quien sirve al Señor y
no a los hombres, recordando que cada uno, sea esclavo o libre, será
recompensado por el Señor, según el bien que haya hecho.
Y ustedes, amos, correspondan a sus esclavos en una forma
semejante. Absténganse, pues, de toda clase de amenazas, recordando que tanto
ellos como ustedes tienen el mismo amo, que está en los cielos y en el cual no
hay favoritismos por una persona o por otra.
Meditatio
La vida cristiana en su cotidianidad es algo que sorprendía
a los que trataban con los primeros cristianos, pues las relaciones entre ellos
estaban marcadas por el amor. Este amor se expresaba en las relaciones entre
padres e hijos y sobre todo con los esclavos y su trato entre éstos y sus
patrones. Era un trato en el que cada uno entendía con claridad su rol delante
del Señor. Los hijos manifestaban su amor obedeciendo a sus padres y éstos
mostraban su amor educando y corrigiendo a sus hijos. Esta relación entre
padres e hijos es una de las cosas que debemos de retomar en nuestra vida
cotidiana, en donde vemos una gran rebeldía de parte de los hijos, la cual,
según mi opinión, está basada en una falta de educación apropiada, en donde se
les ha buscado dar todo y más a los hijos. Según mi parecer, son pocas las
familias, aun cristianas, que educan en la disciplina y en la austeridad, que
educan a los hijos en el “temor de Dios”, para que lo respeten y lo amen. Este
principio es básico si queremos que nos obedezcan pues, si no hay respeto hacia
Dios, será difícil que lo haya para con nosotros.
Mostremos nuestro amor a los hijos educándolos en una
relación seria y amorosa para con Dios nuestro Señor.
Oratio
Jesús, muéstrame la manera adecuada de ser un buen hijo. Tú,
que siempre fuiste el Hijo en quien el Padre se complace, muéstrame cómo ser un
hijo en quien mis padres se complazcan. Padre celestial, enséñame a ser padre
como tú eres Padre, quiero amar a mis hijos, como tú me amas, quiero educarlos
como tú me educas, quiero disciplinarlos como tú lo haces conmigo.
Operatio
Hoy confrontaré mi manera de ser hijo y padre con la manera
de serlo de Dios y haré los ajustes necesarios para ir imitando cada vez más su
manera de serlo.
El Evangelio de hoy
Lucas 13, 22-30
En aquel tiempo, Jesús iba enseñando por ciudades y pueblos,
mientras se encaminaba a Jerusalén. Alguien le preguntó: "Señor, ¿es
verdad que son pocos los que se salvan?"
Jesús le respondió: "Esfuércense por entrar por la
puerta, que es angosta, pues yo les aseguro que muchos tratarán de entrar y no
podrán. Cuando el dueño de la casa se levante de la mesa y cierre la puerta,
ustedes se quedarán afuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: ‘Señor,
ábrenos‘. Pero él les responderá: ‘No sé quienes son ustedes‘. Entonces le
dirán con insistencia: ‘Hemos comido y bebido contigo y tú has enseñado en
nuestras plazas‘. Pero él replicará: ‘Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes.
Apártense de mí, todos ustedes los que hacen el mal‘. Entonces llorarán ustedes
y se desesperarán, cuando vean a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los
profetas en el Reino de Dios, y ustedes se vean echados fuera. Vendrán muchos
del oriente y del poniente, del norte y del sur, y participarán en el banquete
del Reino de Dios.
Pues los que ahora son últimos, serán los primeros; y los
que ahora son los primeros, serán los últimos".
Reflexión
Hoy se escucha decir: "Dios es tan bueno, que la verdad
yo creo que nos va a salvar a todos". Esta expresión es en parte verdad y
en parte no. Ciertamente Dios es tan bueno y nos ama tanto que "envió a su
Hijo amado para que todo el que crea en él no muera sino que tenga vida
eterna". Sin embargo, requiere, como lo hemos oído hoy de nuestro Señor,
la cooperación del hombre: "Esfuércense por entrar". Este esfuerzo no
es otra cosa que la cooperación a la gracia que Dios ya ha depositado en
nuestro corazón y que nos impulsa a vivir en la gracia y a rechazar el pecado.
De manera concreta podemos decir que una de las formas más
efectivas de cooperar a esta gracia, es reconociendo con sinceridad nuestras
áreas débiles (las que de ordinario nos llevan al pecado) —acción de la
gracia—, y alejándonos de las ocasiones de pecado —cooperación humana—.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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