28/08/2012
Primera Lectura
2 Tesalonicenses 2, 1-3. 14-17
Lectio
Hermanos: Por lo que toca a la venida de nuestro Señor
Jesucristo y nuestro encuentro con él, les rogamos, que no se dejen perturbar
tan fácilmente. No se alarmen ni por supuestas revelaciones, ni por palabras o
cartas atribuidas a nosotros, que los induzcan a pensar que el día del Señor es
inminente. Que nadie los engañe de ninguna forma.
Dios los ha llamado, para que por medio del Evangelio que
les hemos predicado, alcancen la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que,
hermanos, manténganse firmes y conserven la doctrina que les hemos enseñado sea
de viva voz o por carta.
Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y nuestro Padre Dios
quien nos ha amado y nos ha dado gratuitamente un consuelo eterno y una feliz
esperanza, conforten los corazones de ustedes y los disponga a toda clase de
obras buenas y de buenas palabras.
Meditatio
Esta palabra de Dios, que nos comunica hoy el apóstol san
Pablo, es verdaderamente “buena noticia”. En medio de todos los rumores que,
con frecuencia, circulan sobre el fin del mundo, la Escritura nos confirma que
no nos debemos dejar llevar por todos estos vaticinios, los cuales, en lugar de
presentar un mensaje de salvación, presentan un mensaje de perdición, lo que
lógicamente, como a los tesalonicences, nos lleva a vivir en un estado de
inquietud y de angustia que no es propio del Evangelio y de aquellos que se
dejan conducir por el Espíritu de Jesús.
Por el contrario, son frutos inconfundibles de la vida
cristiana la alegría y la paz interior. El apóstol nos recuerda que Dios nos
ama y que nos ha dado gratuitamente esta paz y esta alegría, no dejemos que
nada ni nadie , bajo supuestas apariciones o mensajes, sean capaces de
arrebatarnos el regalo que Dios nos ha hecho en Cristo. Es esta paz, esta alegría
interior, la que verdaderamente nos dispone a obrar el bien, y es tan notorio
que todos lo perciben.
Sé hoy el canal por el cual la alegría y la paz de Dios,
lleguen a todos y a cada una de las personas que te rodean.
Oratio
Señor, te espero ansiosamente, espero tu regreso majestuoso
y lleno de poder, pero lo espero en tu paz y con alegría. Sólo te pido que la
acción de tu Espíritu Santo siempre me guíe para permanecer firme en tu amor y
en tu verdad; que mi vida esté llena de buenas obras y de buenas palabras.
Operatio
Hoy repetiré constantemente "Ven, Señor Jesús" y
lo haré pensando en que venga a mi día, en que venga al mundo que no lo conoce
y que venga en el día grande y glorioso de su revelación.
El Evangelio de hoy
Mateo 23, 23-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos:
"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque pagan el diezmo de
la menta, del anís y del comino, pero descuidan lo más importante de la ley,
que son la justicia, la misericordia y la fidelidad! Esto es lo que tenían que
practicar, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero
se tragan el camello!
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian
por fuera los vasos y los platos, mientras que por dentro siguen sucios con su
rapacidad y codicia! ¡Fariseo ciego!, limpia primero por dentro el vaso y así
quedará también limpio por fuera".
Reflexión
El evangelio de hoy nos enseña que la ley, que es buena
cuando uno busca crecer en el amor de Dios, se convierte en un monstruo contra
el cual se tiene que estar luchando. Es importante cumplir la ley, pero este
cumplimiento no es un cumplimiento irracional, sino que debe llevarnos a lo que
inspiró al legislador, que es amar y tener misericordia de los demás,
reconociendo que, el único legislador y juez, es Dios. Pensemos pues, hoy,
¿cómo estamos viviendo la ley? ¿Vamos a misa el domingo sólo porque está
escrito en la ley, o porque realmente queremos amar más al Señor?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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