27/08/2012
Primera Lectura
2 Tesalonicenses 1, 1-5. 11-12
Lectio
Silvano, Timoteo y yo, Pablo, deseamos la gracia y la paz
que proceden de Dios Padre y de Jesucristo, el Señor, a la comunidad cristiana
de Tesalónica, reunida en el nombre de Dios, nuestro Padre, y en el de
Jesucristo, el Señor.
Hermanos: Debemos dar gracias a Dios en todo momento, como
es justo, por lo mucho que van prosperando ustedes en la fe y porque el amor
que cada uno tiene a los otros es cada vez mayor. Por eso nos mostramos
orgullosos de ustedes ante las comunidades cristianas de Dios, y de la constancia
y de la fe que ustedes tienen en todas las persecuciones y tribulaciones que
están sufriendo. Esta es una prueba, de que, en el justo juicio de Dios, serán
considerados dignos de su Reino, por el cual ahora padecen.
Oramos siempre por ustedes, para que Dios los haga dignos de
la vocación a la que los ha llamado, y con su poder lleve a efecto tanto los
buenos propósitos que han formado, como lo que ya han emprendido por la fe. Así
glorificarán a nuestro Señor Jesús y él los glorificará a ustedes en la medida
en que actúe en ustedes la gracia de nuestro Dios y de Jesucristo, el Señor.
Meditatio
En este hermoso saludo del apóstol a la comunidad de
Tesalónica, valdría la pena reflexionar en una de las acciones que a menudo
pasan desapercibidas en nuestro correr cotidiano, que es el de dar gracias,
principalmente a Dios, pero también a todos los que entran diariamente en
contacto con nosotros y de los cuales recibimos servicios y atención. Es común,
y nos sale de manera espontánea, el pedir. Esto es bueno y agradable a Dios,
pero cuánto más lo es, el que le demos gracias.
Si te detienes un momento a pensar, te darás cuenta de todos
los regalos y gracias que has recibido, empezando por el de la vida. Tú que
lees esto, puedes agradecerle el tener acceso a este medio de comunicación, y a
tantas y tantas gracias, que si las analizas, verás que encuentran su origen en
Dios mismo. Pero también, si eres sincero contigo mismo, descubrirás a muchas
personas que diariamente se relacionan contigo y que al proporcionarte un
servicio, enriquecen tu vida.
Una sonrisa, un “gracias”, puede cambiar el curso de todo tu
día. No desaproveches hoy la oportunidad de agradecer, es el principio de la
felicidad y de la armonía entre Dios, tú y los demás.
Oratio
Señor, gracias por cada cosa buena que ocurre en mi vida,
gracias por lo agradable y placentero, lo que me da paz y me hace feliz; pero
también, gracias por aquellas cosas que me preocupan, por las que me hacen
llorar y que sacan una parte de mí que muchas veces no me gustan, pues sé muy
bien que tú utilizas todo para bien de los que te amamos.
Te pido que me enseñes la gratitud para con los que me
rodean y que siempre sea cordial en mi trato para con los que de algún modo me
sirven.
Operatio
Hoy procuraré firmemente mantener una amplia y sincera
sonrisa para con todo mundo y cuidaré especialmente dar gracias por cada
servicio, incluso los más pequeños, que reciba en el día.
El Evangelio de hoy
Mateo 23, 13-22
En aquel tiempo, Jesús dijo a los escribas y fariseos:
"¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, porque les cierran a los
hombres el Reino de los cielos! Ni entran ustedes ni dejan pasar a los que
quieren entrar.
¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que recorren
mar y tierra para ganar un adepto, y cuando lo consiguen, lo hacen todavía más
digno de condenación que ustedes mismos!
¡Ay de ustedes, guías ciegos, que enseñan que jurar por el
templo no obliga, pero que jurar por el oro del templo, sí obliga! ¡Insensatos
y ciegos! ¿Qué es más importante, el oro o el templo, que santifica al oro?
También enseñan ustedes que jurar por el altar no obliga. ¡Ciegos! ¿Qué es más
importante, la ofrenda o el altar, que santifica a la ofrenda? Quien jura,
pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por
el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo,
jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él".
Reflexión
El evangelio de hoy nos presenta una reprimenda dura para
aquellos que llevan una fe fingida (fariseos y escribas). Tratan de aparentar
ante los demás saber la ley y la anuncian, pero para vivirla, le hacen sus
propias "acomodaciones".
Preguntémonos hoy si nosotros, en algunos momentos, no
buscamos acomodar el Evangelio a nuestra "propia conveniencia" a fin
de llevar una vida más cómoda.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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