5/07/2012
Primera Lectura
Amos 7, 10-17
Lectio
En aquel tiempo, Amasías, sacerdote de Betel, le envió este
mensaje a Jeroboam, rey de Israel: "Amós está conspirando contra ti en
Israel y el país ya no puede soportar sus palabras, pues anda diciendo que
Jeroboam morirá a espada e Israel saldrá de su país al destierro".
Amasías le dijo a Amós: "Vete de aquí, visionario, y
huye al país de Judá; gánate allá el pan, profetizando; pero no vuelvas a
profetizar en Betel, porque es santuario del rey y templo del reino".
Respondió Amós: "Yo no soy profeta ni hijo de profeta,
sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me
dijo: ‘Ve y profetiza a mi pueblo, Israel'. Y ahora escucha tú la palabra del
Señor. Tú me dices: 'No profetices contra la casa de Israel. No vaticines
contra la casa de Isaac'. Pues bien, esto dice el Señor: 'Tu mujer será
deshonrada en plena calle; tus hijos e hijas morirán a espada; tu tierra se la
repartirán los vencedores; tú mismo morirás en tierra pagana e Israel será
desterrado lejos de su país'".
Meditatio
Es increíble la obececación que manifestamos frecuentemente
con el Señor. Nos perdona, nos habla, nos invita, nos reprende y aun así,
continuamos con nuestra actitud de rechazo a su palabra y a su amor. El rey
Jeroboam, en lugar de buscar la conversión de su pueblo, y con ello la salvación
de éste, prefiere oír las voces del mundo y rechazar al profeta de Dios.
Esta es muchas veces nuestra actitud. En lugar de cambiar
nuestra vida, preferimos hacer a un lado al Dios que me estorba, que no me
permite vivir la vida como yo la deseo, que frena y me echa en cara mis pecados
con el fin de que me vuelva a él.
Preferimos escuchar las voces del mundo y no las del
Evangelio, las voces que vienen desde los medios de comunicación, en lugar de
aquellas que vienen de nuestros pastores. Aún en los anuncios proféticos
realizados por visionarios, nos gusta quedarnos con el fenómeno (que siempre es
atractivo), en lugar de convertirnos y volvernos a Dios.
Cambiemos nuestra actitud ante el Dios de la misericordia,
ante el Dios del perdón; recordemos que su corazón está siempre abierto para
los que se arrepienten y se vuelven a él.
Oratio
Señor Dios y Padre de bondad que perdonas siempre al hombre
que se arrepiente de sus faltas y pecados, perdónanos a nosotros, tus hijos
que, sabiendo de tu infinita bondad y compasión, hemos preferido alejarnos de
ti, para hacer cuánto hemos querido, apartándonos de ti y de tu gracia;
ayúdanos a ser dóciles a tu Espíritu para que seamos dignos de tu amor
compasivo y obedientes en nuestro diario vivir.
Operatio
Dedicaré un minutos de mi tiempo antes de llevar a cabo mis
acciones importantes, para descubrir si estoy siendo dócil a Dios y a su
voluntad.
El Evangelio de hoy
Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo, Jesús subió de nuevo a la barca, pasó a la
otra orilla del lago y llegó a Cafarnaúm, su ciudad.
En esto, trajeron a donde él estaba a un paralítico postrado
en una camilla. Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico:
"Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados".
Al oír esto, algunos escribas pensaron: "Este hombre
está blasfemando". Pero Jesús, conociendo sus pensamientos, les dijo:
"¿Por qué piensan mal en sus corazones? ¿Qué es más fácil: decir 'Se te
perdonan tus pecados', o decir 'Levántate y anda'? Pues para que sepan que el
Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados, —le dijo
entonces al paralítico—: Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
Él se levantó y se fue a su casa. Al ver esto, la gente se
llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tanto poder a los hombres.
Reflexión
En este pasaje Jesús nos hace ver la importancia de la
comunidad en nuestra vida de conversión. Nos encontramos con un hombre que por
sí solo no podía llegar hasta Jesús. Son sus amigos quienes han hecho posible
que tuviera este encuentro. Cada uno de nosotros puede ser el instrumento para
llevar a Jesús a aquellos que están impedidos para hacerlo. Y cuando me refiero
a "impedidos", este impedimento no tendría que ser forzosamente
físico.
Hoy nos encontramos con tantos hermanos que, debido a una
falta de formación religiosa o a experiencias negativas en su vida de fe, se
encuentran "inválidos", de manera que no pueden caminar hacia una
conversión profunda. Invitarlos con frecuencia a nuestras reuniones de oración,
a nuestras asambleas, a un retiro, a una plática religiosa, a ir a misa con
nosotros; en una palabra, a facilitarles el camino hacia Jesús, es mostrarnos
verdaderamente como amigos, como hermanos, como apóstoles en el sentido
auténtico de la palabra.
Creo que no hay una experiencia más gratificante que el
llevar a una persona al encuentro de Jesús, de manera particular al sacramento
de la confesión, en donde él escuchará, como este paralítico: "Ten
confianza hijo, tus pecados te son perdonados", lo que le permitirá
levantarse y caminar hacia la Luz.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
No hay comentarios:
Publicar un comentario