4/07/2012
Primera Lectura
Amos 5, 14-15. 21-24
Lectio
Esto dice el Señor:
"Busquen el bien, no el mal, y vivirán,
y así estará con ustedes, como ustedes mismos dicen,
el Señor, Dios de los ejércitos.
Aborrezcan el mal y amen el bien,
implanten la justicia en los tribunales;
quizá entonces el Señor, Dios de los ejércitos,
tenga piedad de los sobrevivientes de José.
Yo desprecio y detesto las fiestas de ustedes,
no me agradan sus solemnidades.
Aunque me ofrezcan holocaustos,
no aceptaré sus ofrendas
ni miraré con agrado sus sacrificios de novillos gordos.
Alejen de mí el ruido de sus canciones;
no quiero escuchar la música de sus arpas.
Que fluya la justicia como el agua
y la bondad como un torrente inagotable".
Meditatio
Como podemos ver en este pasaje, la brecha entre la fe y las
obras ha sido siempre un grave problema en el Pueblo de Dios. Es triste que
todavía haya hermanos, que a pesar de estar habitados por el Espíritu Santo,
piensen que basta con ir a misa el domingo, con darle culto a Dios para estar
en comunión con él. El profeta Amós nos recuerda que, si bien es cierto que el
culto a Dios es bueno, éste pierde su sentido cuando se vive al margen de la
justicia y del amor. Es necesario que nuestra vida sea conforme al Evangelio y
con ello se haga una opción definitiva de renunciar al pecado y a lo que nos
aparta de Dios. Es necesario que nuestra vida diaria, en la casa, en nuestras
oficinas y escuelas, sea congruente con la fe que decimos tener en Jesús que,
como dice el apóstol: "quien se dice seguidor de Jesús, debe vivir como él
vivió".
Oratio
Te bendigo y te alabo, Señor, por poner en mi corazón el
deseo de hacer el bien, gracias porque en verdad me complazco en escuchar tus
planes para mí, pues sé que son justos y que están pensados para darme vida. Me
comprometo a poner todo de mi parte para vivir según tus designios.
Operatio
Durante el día de hoy escucharé cantos y alabanzas a Dios y
cantaré constantemente acompañando esos cantos con mis buenas acciones.
El Evangelio de hoy
Mateo 8, 28-34
En aquel tiempo, cuando Jesús desembarcó en la otra orilla
del lago, en tierra de los gadarenos, dos endemoniados salieron de entre los
sepulcros y fueron a su encuentro. Eran tan feroces, que nadie se atrevía a
pasar por aquel camino. Los endemoniados le gritaron a Jesús: "¿Qué
quieres de nosotros, Hijo de Dios? ¿Acaso has venido hasta aquí para
atormentarnos antes del tiempo señalado?"
No lejos de ahí había una numerosa piara de cerdos que
estaban comiendo. Los demonios le suplicaron a Jesús: "Si vienes a
echarnos fuera, mándanos entrar en esos cerdos". Él les respondió:
"¡Está bien!"
Entonces los demonios salieron de los hombres, se metieron
en los cerdos, y toda la piara se precipitó en el lago por un despeñadero y los
cerdos se ahogaron. Los que cuidaban los cerdos huyeron hacia la ciudad a dar parte
de todos aquellos acontecimientos y de lo sucedido a los endemoniados. Entonces
salió toda la gente de la ciudad al encuentro de Jesús, y al verlo, le
suplicaron que se fuera de su territorio.
Reflexión
Esta historia del Evangelio nos parecería estar lejana a
nuestra realidad, sin embargo, la verdad es que se repite frecuentemente hoy en
nuestra sociedad dominada por el materialismo. Jesús sana y libera a dos
hombres, dos seres humanos que sufrían a causa de unos demonios. Al hacerlo,
los demonios destruyen toda una piara de cerdos. Los habitantes en lugar de
agradecer el haber liberado y sanado a dos hermanos, a dos seres humanos que
sufrían, se preocupan más por la pérdida material de una piara de cerdos. Vale
más la piara de cerdos que la salud y bienestar de dos seres humanos. Como
consecuencia, la comunidad rechaza a Jesús.
Como vemos, la historia se repite una y otra vez. Hoy es más
importante la cantidad de producción y la eficiencia que la vida familiar,
social y económica de los trabajadores; son más importantes nuestras
pertenencias, que el bien social de la comunidad; es más importante el trabajo
y el bienestar económico, que la vida familiar y la atención a los hijos.
Preferimos lo material a lo espiritual. Y cuando Jesús, a
través de la Escritura o de la Iglesia nos advierte de esto, o busca ayudarnos
a liberarnos de estas esclavitudes, la respuesta es: ¿Qué tiene la Iglesia (o
el mismo Jesús) qué decirme sobre qué es más importante?, ¿qué tiene que hacer
en mis negocios, en mi medio social, en mi vida? No dejemos que nos domine lo
material. Dios nos ha regalado todas las cosas materiales, las cuales son
buenas y son para nuestro bienestar, pero jamás deberán estar por encima de los
valores como son: la vida humana, la vida familiar, y la protección del medio
ambiente.
Nada vale una piara de cerdos comparada con la alegría que
produce el ver a un hermano sano y feliz.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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