12/07/2012
Primera Lectura
Oseas 11, 1-4; 8-9
Lectio
"Cuando Israel era niño, yo lo amé,
y de Egipto llamé a mi hijo, dice el Señor.
Pero mientras más lo llamaba,
más se alejaba de mí;
ofrecía sacrificios a los dioses falsos
y quemaba ofrendas a los ídolos.
Yo fui quien enseñó a andar a Efraín,
yo quien lo llevaba en brazos;
pero no comprendían que yo cuidaba de ellos.
Yo los atraía hacia mí con lazos de cariño,
con cadenas de amor.
Yo fui para ellos como un padre
que estrecha a su creatura
y se inclina hacia ella para darle de comer.
Mi corazón se conmueve dentro de mí
y se inflama toda mi compasión.
No cederé al ardor de mi cólera,
no volveré a destruir a Efraín,
pues yo soy Dios y no hombre,
yo soy el Santo que vive en ti
y no enemigo a la puerta".
Meditatio
Sólo quien ha tenido en sus brazos a un hijo, podrá entender
las palabras del profeta referidas a YHVH. Dios había llamado a Israel y lo
había convertido en su Hijo, en su heredad. Pero Israel se había vuelto hacia
él, había despreciado este amor, había olvidado todas las muestras de cariño y
de ternura de su Padre Dios y se habían prostituido con los Baales, apartándose
de Dios.
Con esta lectura, vienen a mi mente las escenas de la pasión
de Cristo y el texto del apóstol san Juan que en su evangelio nos dice:
"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su propio Hijo para que todos los
que crean en él no perezcan sino tengan vida eterna". El problema de la
humanidad es olvidar con facilidad las muestras de amor: de nuestros padres, de
nuestros amigos, del mismo Dios y con ello nos vamos volviendo, como el pueblo
de Israel, insensibles. No tenemos presente que el que se aparta del amor se
encamina irremisiblemente a la oscuridad y al egoísmo. ¿Cómo olvidarte, Señor?
¿Cómo olvidar tu inmenso sacrificio en la cruz; tu inmenso amor por todos
nosotros? El profeta Isaías, cuando el pueblo estaba en el destierro, le dirá:
"¿Podrá una madre olvidarse del hijo de sus entrañas? Pues aunque alguien
así lo hiciera, yo no te olvidaré jamás?"
Si nuestro amor por Jesús ha disminuido, recordemos hoy las
palabras del Apocalipsis: "Mira de dónde has caído y regresa al primer
amor".
Oratio
Gracias, Señor, por tu abrazo de Padre, gracias por dejarme
experimentar tu amor incondicional y protector. No permitas, Señor, que nada me
aparte del gozo de estar en tus brazos y permanecer asido de tu diestra que
sostiene, restaura y anima.
Operatio
Hoy tendré con los que me rodean más muestras de amor que
las que habitualmente tengo, buscando que ellas sean instrumento de Dios para
manifestarles su amor de Padre.
El Evangelio de hoy
Mateo 10, 7-15
En aquel tiempo, envió Jesús a los Doce con estas
instrucciones: "Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino
de los cielos. Curen a los leprosos y demás enfermos; resuciten a los muertos y
echen fuera a los demonios. Gratuitamente han recibido este poder; ejérzanlo,
pues, gratuitamente.
No lleven con ustedes, en su cinturón, monedas de oro, de
plata o de cobre. No lleven morral para el camino ni dos túnicas ni sandalias
ni bordón, porque el trabajador tiene derecho a su sustento.
Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, pregunten por
alguien respetable y hospédense en su casa hasta que se vayan. Al entrar,
saluden así: "Que haya paz en esta casa". Y si aquella casa es digna,
la paz de ustedes reinará en ella; si no es digna, el saludo de paz de ustedes
no les aprovechará. Y si no los reciben o no escuchan sus palabras, al salir de
aquella casa o de aquella ciudad, sacudan el polvo de los pies. Yo les aseguro
que el día del juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas con menos rigor que esa
ciudad".
Reflexión
De nuevo Jesús, ahora en otro contexto, advierte del peligro
de rechazar el anuncio del Reino. Este es quizás uno de los grandes problemas
por los que atraviesa nuestra sociedad: el rechazo del anuncio evangélico.
Ciertamente este rechazo no es expreso, sin embargo, esta pereza de ir a misa,
de asistir a retiros, de no involucrarse en la parroquia, de no estar abierto a
la instrucción de la Iglesia (obispos, sacerdotes, del mismo Papa), expresa con
bastante claridad el rechazo que el mundo, y nuestra sociedad, hacen del
anuncio del Reino.
Por otro lado, si bien es cierto que no hay una negativa
concreta de hospedar a un ministro de la palabra, (sea sacerdote o laico), en
muchos de los cristianos se nota una falta de interés por cooperar abiertamente
en la proclamación del Evangelio. Debemos estar atentos, pues la advertencia de
Jesús es clara: "Yo les aseguro que el día del juicio, Sodoma y Gomorra
serán tratadas con menos rigor que esa ciudad".
Busquemos siempre la manera de aceptar la invitación de
Jesús a una conversión más profunda y de cooperar para que toda nuestra
comunidad pueda conocer y vivir al mensaje del Reino.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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