Celebración en familia para la vigilia de navidad 24 por la
noche
Material:
• Una
linterna
• Un
pequeño cirio (de preferencia bendito).
• Velas
para todos los participantes
• Una
biblia
• Cerillos
o encendedor
• Papelitos
con las siguientes frases:
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO AMO”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO PERDONO”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO OBEDEZCO”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO SONRÍO”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO EVITO LAS MALAS PALABRAS”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO SOY HONESTO”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO DIGO LA VERDAD”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO VIVO EN GRACIA”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO ANUNCIO A JESÚS”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO SOY HUMILDE”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO SOY LIMPIO DE CORAZÓN”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO BENDIGO”
“YO SOY LUZ DEL MUNDO CUANDO ORO”
Se pueden agregar más oraciones en el mismo sentido. Deberá
haber tantos papelitos como personas participan de la celebración. Estos de
preferencia deberán ponerse en algún recipiente en el que puedan estar doblados
y de donde en su momento los participantes los puedan sacar.
Preliminares
Reunida toda la familia, se entrega una vela a cada
participante.
El Cirio, en la media de lo posible, que éste quede al
centro de todos. Junto al Cirio la Biblia abierta (si se tiene atril, mejor).
Los papelitos doblados y en un recipiente junto al cirio.
Una vez que todos están listos con su vela en la mano, se
apagan todas las luces del la habitación de manera que el lugar quede en total
oscuridad. Sólo el que hará la reflexión tendrá consigo la linterna.
Se escoge un lector que es quien guiará toda la celebración
según se indica más adelante. Si se considera conveniente, un segundo lector
puede leer las citas (en cursivas) para darle más realce y agilidad a la
lectura.
Dinámica
Querida Familia, hoy nos hemos reunido para celebrar la
Navidad, el nacimiento de Jesús en nuestro mundo. Sin embargo, esto se podría
quedar solo en una fiesta histórica sin sentido para nosotros. La realidad es
que este acontecimiento que ocurrió hace ya más de 2000 años es un
acontecimiento que se prolonga a través de los años ya que lo que nació en ese
momento no era solo un niños más, sino la PALABRA DE DIOS hecha carne. Sobre él
dice la Escritura (Mt 4,15-16):
¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los
gentiles!
El pueblo asentado en tinieblas vio una gran luz,
y a los que vivían en región y sombra de muerte,
una luz les resplandeció.
Sí, hermanos, en medio del mundo ha brillado una luz, la luz
de Cristo, que hoy, al igual que ayer, rompe la oscuridad del pecado en la que
vive el mundo para traer la gracia y la paz al corazón.
Se enciende el cirio
Esta luz, que hoy ilumina nuestra vida es Jesús, el Hijo de
Dios que fue enviado del Padre para ser la Luz del este mundo como lo dice la
Escritura (Jn 1,1-5):
En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con
Dios, y la Palabra era Dios. El estaba en el principio con Dios. Todas las
cosas fueron hechas por medio de El, y sin El nada de lo que ha sido hecho, fue
hecho. En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz
brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron.
Esta Palabra, al igual que hace 2000 años, es la misma que
hoy ilumina nuestro mundo y nos invita a vivir con ÉL, pues, viviendo con Él su
luz también ilumina nuestras vidas, pues él mismo lo dijo (Jn 9,5):
Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo.
Hoy esta luz se ve, como en su tiempo, amenazada por los
poderosos del mundo, por la acción pertinaz del demonio que no quiere que su
Luz brille y por eso apenas nacido, el mundo buscó apagarla. Herodes, que
siente amenazado su trono y su poder, envía a sus soldados para extinguir la luz
que apenas empezaba a brillar (Mt 2,16).
Entonces Herodes, al verse burlado por los magos, se
enfureció en gran manera, y mandó matar a todos los niños que había en Belén y
en todos sus alrededores, de dos años para abajo, según el tiempo que había
averiguado de los magos.
La acción del demonio no cegó y buscó acabar con ella y
desacreditarla continuamente para que los hombres siguieran en la oscuridad,
llegando incluso a pensar que con su muerte se apagaría esta luz, así que movió
todo su poder para hacerlo y convenció a su Pueblo de que lo mejor para ellos
era continuar en la oscuridad y así pidió su muerte (Jn 19,4-6).
Pilato salió otra vez, y les dijo: Miren, lo traigo fuera,
para que sepan que no encuentro ningún delito en El. Jesús entonces salió fuera
llevando la corona de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: ¡He
aquí el Hombre! Entonces, cuando le vieron los principales sacerdotes y los
alguaciles, gritaron, diciendo: ¡Crucifícale! ¡Crucifícale!
Sin embargo, esta luz estaba destinada a continuar brillando
y por eso al tercer día se levantó con una Luz que ya no es posible extinguir,
y así resucitando venció para siempre la oscuridad de este mundo (Jn 20,19-22).
Entonces, al atardecer de aquel día, el primero de la
semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde los discípulos se
encontraban por miedo a los judíos, Jesús vino y se puso en medio de ellos, y
les dijo*: Paz a vosotros. Y diciendo esto, les mostró las manos y el costado.
Entonces los discípulos se regocijaron al ver al Señor. Jesús entonces les dijo
otra vez: Paz a vosotros; como el Padre me ha enviado, así también yo os envío.
Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo*: Recibid el Espíritu
Santo.
Jesús nos trajo la paz por medio de su Espíritu y de esta
forma encendió la luz en nuestros corazones para que nosotros pudiéramos
continuar la misión de iluminar el mundo, pues nos dice la Escritura (Jn
1,10-13):
En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por medio de Él, y
el mundo no lo conoció. A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron. Pero a
todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios,
es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la
voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.
En otro pasaje dice Jesús (Mt 5,14-16):
Vosotros sois la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un
monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de un
almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así
brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas
acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
De manera que ahora todos nosotros los Cristianos, los que
hemos recibido por el bautismo el Espíritu Santo nos hemos convertido en Luz de
este mundo con el fin extinguir las tinieblas del pecado que destruyen la vida
del hombre.
Quiero ahora invitarlos a encender sus luces. Lo haremos de
uno por uno tomando la luz directamente del Cirio. Una vez encendida la vela,
tomarán un papelito de los que tenemos preparados y lo leerán en voz alta. Este
será un mensaje de Dios para cada uno de nosotros.
Cada uno empieza a pasar a encender su vela del cirio.
Toma un papelito y lo lee lo que esta en el papelito.
Terminado de encenderse todas las velas, el narrador
continua:
Como ven hermanos, nuestra fiesta se ha iluminado con cada
uno de nosotros que haciendo vida el evangelio ilumina la realidad de nuestro
mundo. Ya no es solo la luz del Cirio sino la de cada uno, ya no es solo Cristo
sino cada uno de nosotros los que damos luz al mundo. La Palabra de Dios
permanece entre nosotros, y su permanencia entre nosotros es la que festejamos…
es el EMMANUEL, es CRISTO PALABRA que a través de nosotros ilumina a nuestros
hermanos. Es por ello que no podemos dejar que se apague. Recuerden que Jesús
dijo (Jn 15,20):
Acuérdense de la palabra que yo les dije: “Un siervo no es
mayor que su señor.” Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a
ustedes; si guardaron mi palabra, también guardarán la de ustedes.
San Pablo dice que tenemos un lucha feroz contra el Enemigo
de luz y que debemos resistirle (1Pe 5,8):
Sean de espíritu sobrio y estén alerta. Su enemigo, el
diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Resístanle
firmes en la fe.
Hermanos somos la esperanza de una humanidad sin violencia,
son injusticia, una humanidad renovada por el Espíritu e iluminada por el
Evangelio. No permitamos que nuestra luz se apague antes al contrario seamos
los encargados de que esta luz se propague por todo el mundo. De nosotros
depende que la paz y la alegría reinen de nuevo en nuestra sociedad.
Como cada uno lo dijo hace unos momentos, sean luz para este
mundo. Y hoy, festejemos que esta luz ha venido a nuestras vidas. ¡Feliz
Navidad a todos!
Démonos un fuerte abrazo y comuniquemos nuestra luz y
alegría a cada uno de los que hoy nos hemos reunido para celebrar la Navidad.
Felicidades.
Se apagan las velas y se deja prendido el cirio, de ser
posible llevándolo a la mesa en donde se hará la cena para que sea la luz de
Cristo la que preceda toda la celebración.
Que la luz del Recién Nacido Rey brille en cada uno de
ustedes.
Pbro. Ernesto María Caro
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