22/02/2013
Primera Lectura
1 Pedro 5, 1-4
Lectio
Hermanos: Me dirijo ahora a los pastores de las comunidades
de ustedes, yo, que también soy pastor como ellos y además he sido testigo de
los sufrimientos de Cristo y participante de la gloria que se va a manifestar.
Apacienten el rebaño que Dios les ha confiado y cuiden de él
no como obligados por la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por
ambición de dinero, sino con entrega generosa; no como si ustedes fueran los
dueños de las comunidades que se les han confiado, sino dando buen ejemplo. Y cuando
aparezca el Pastor supremo, recibirán el premio inmortal de la gloria.
Meditatio
Si bien este texto está claramente dirigido a los pastores
de la Iglesia (sacerdotes y obispos), es perfectamente aplicable a todos
aquellos que tienen la responsabilidad de dirigir una comunidad: padres de
familia, empresarios, supervisores, maestros, etc.
Uno de los grandes problemas por los que atraviesa hoy el
mundo, es el materialismo y la búsqueda del poder. Es difícil encontrar hoy
personas que hagan las cosas por el placer de hacerlas y de hacerlas bien. Por
lo general está siempre de por medio el factor económico, que en muchas
ocasiones no es otra cosa que ambición.
Para muchos hermanos, la gente a su alrededor no es otra
cosa que piezas de ajedrez u objetos que son importantes en la medida en que
son útiles. San Pedro nos invita hoy, no sólo a la generosidad, sino a trabajar
con alegría y por el bien de los demás, por el bien de nuestra familia, de
nuestra empresa, de nuestra comunidad; y a recordar que la verdadera recompensa
la recibiremos de Dios.
Oratio
Señor, hazme consciente de mi papel como pastor de acuerdo a
mi estado de vida; dame un corazón como el tuyo, que sepa amar a mi rebaño
hasta el grado de dar la vida por ellos, es decir, por mis hijos, por mis
empleados, por mis alumnos, etc. Enséñame a trabajar por ellos
desinteresadamente, de muy buena gana, dando ejemplo para que cuando vengas tú,
mi Pastor amado, pueda recibir el premio de vivir contigo eternamente.
Operatio
Este día haré las cosas con una sonrisa en el rostro, cuando
"mis ovejas" se acerquen a pedirme algo o buscando algo de mi, seré
cortés, amable y dispuesto; además demostraré mi generosidad haciendo no solo
lo que me piden, sino un poco más.
El Evangelio de hoy
Mateo 16, 13-19
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea
de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que
es el Hijo del hombre?" Ellos le respondieron: "Unos dicen que eres
Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los
profetas".
Luego les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy
yo?" Simón Pedro tomó la palabra y le dijo: "Tú eres el Mesías, el
Hijo de Dios vivo". Jesús le dijo entonces: "¡Dichoso tú, Simón, hijo
de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está
en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo
te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra
quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra quedará desatado
en el cielo".
Reflexión
Al celebrar hoy el martirio de San Pedro y San Pablo, el
texto evangélico nos recuerda que el poder que tiene el Papa para conducir la
Iglesia y para discernir lo que es doctrina sana para el Pueblo, lo recibió no
de los hombres, sino del mismo Jesucristo, a quien hoy le hemos oído decir con
claridad: "Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates
en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra,
quedará desatado en el cielo". De manera que quien no lo escucha y
respeta, es al mismo Cristo a quien desobedece y ofende. Jesús quiso dejar un
pastor que, en su nombre, gobernara y evangelizara a la Iglesia, y por eso le
dio palabras de sabiduría y de ciencia para que con ellas dirigiera el caminar
del pueblo de Dios. Es por ello que todas sus encíclicas deben ser leídas por
nosotros, pues en ellas nos exhorta y educa en la pureza de la fe. De gran
interés son todas. Te invito a leerlas, quizás puedas empezar por: "Dios
es amor", descubrirás en ella la limpieza de su corazón de pastor y la
invitación a vivir íntimamente unidos con Dios que es Amor.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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