21/02/2013
Primera Lectura
Ester 4, 17n. p-r. aa-bb. gg-hh
Lectio
En aquellos días, la reina Ester, ante el mortal peligro que
amenazaba a su pueblo, buscó refugio en el Señor y se postró en tierra con sus
esclavas, desde la mañana hasta el atardecer. Entonces suplicó al Señor,
diciendo:
"Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob,
¡bendito seas! Protégeme, porque estoy sola y no tengo más defensor que tú,
Señor, y voy a jugarme la vida.
Señor, yo sé, por los libros que nos dejaron nuestros
padres, que tú siempre salvas a los que te son fieles. Ayúdame ahora a mí, porque
no tengo a nadie más que a ti, Señor y Dios mío.
Ayúdame, Señor, pues estoy desamparada. Pon en mis labios
palabras acertadas, cuando esté en presencia del león y haz que yo le agrade,
para que su corazón se vuelva en contra de nuestro enemigo, para ruina de éste
y de sus cómplices.
Con tu poder, Señor, líbranos de nuestros enemigos.
Convierte nuestro llanto en alegría y haz que nuestros sufrimientos nos
obtengan la vida".
Meditatio
La Cuaresma nos cuestiona acerca de nuestro crecimiento y
madurez en la fe. Y es que la mayoría de nosotros decimos que somos hombres y
mujeres de fe, sin embargo, sólo cuando la crisis cala profundo es cuando
realmente podemos saber hasta dónde ha madurado en nosotros la fe.
Nuestro texto nos muestra a una mujer cuya fe es de total
confianza y abandono. Es el relato de alguien que ha oído que el Dios de sus
padres es un Dios poderoso que no abandona a su pueblo en situaciones
difíciles. Ahora es el momento de experimentarlo, pero para ello tiene que
confiar ciegamente en que sólo él la puede ayudar.
Podríamos decir que la fe es como una cuenta en el banco, de
la cual podremos depender en el momento de la necesidad. Por ello, aunque
parezca que todos tus actos de piedad, tus oraciones y sacrificios, las horas
ante el Santísimo, la meditación diaria de la Escritura, etc., han quedado
estériles, piensa que sólo has hecho una inversión que en el momento de la
crisis se transformará en gracia y luz para tu vida, que te ayudarán a superar
todos los obstáculos.
Ponerse en las manos de Dios también es un ejercicio que
requiere práctica y la Cuaresma se presenta como un espacio ideal para
desarrollarla.
Oratio
Señor, te pido que me concedas la grandeza de fe que nos ha
enseñado Ester en este pasaje, para que así pueda, con valentía y confianza,
dirigirme a ti en todo momento, aún en la soledad y en el peligro, a sabiendas
de que por tu amor siempre recibiré de ti consuelo, compañía y fortaleza.
Operatio
Hoy haré una visita al Santísimo y le dedicaré unos momentos
al Señor para adorarlo por su infinita grandeza y bondad.
El Evangelio de hoy
Mateo 7, 7-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Pidan y
se les dará; busquen y encontrarán; toquen y se les abrirá. Porque todo el que
pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que toca, se le abre.
¿Hay acaso entre ustedes alguno que le dé una piedra a su
hijo, si éste le pide pan? Y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Si
ustedes, a pesar de ser malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, con cuanto
mayor razón el Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quienes se
las pidan.
Traten a los demás como ustedes quieren que ellos los
traten. En esto se resumen la ley y los profetas".
Reflexión
Lo mínimo que se nos puede exigir es, como nos lo dice hoy
Jesús, tratar a los demás como nosotros quisiéramos que ellos nos trataran. Es,
sin embargo, triste que muchas veces ni siquiera hayamos llegado a este nivel
de caridad y respeto para los hermanos, para la gente que nos rodea. Nos
encontramos con frecuencia con faltas de respeto, con injusticias, incluso con
agresiones que nosotros no seríamos capaces de tolerar en nuestras personas. La
cuaresma, nos invita a reflexionar en nuestra vida diaria, en el trato y
relación que tenemos con los que convivimos, para descubrir nuestras
imperfecciones, sobre todo en la caridad, a fin de modificar nuestro
comportamiento, y de esta manera poder llegar a ser buenos, misericordiosos y
compasivos como nuestro Padre celestial.
Hazte consciente por este día de tu trato con los demás, y
busca en todo tratarlos con generosidad, amor, cortesía, como seguramente te
gustaría que ellos lo hicieran contigo y, si puedes, dales un poquito más, pues
en esto te reconocerán como verdadero Cristiano.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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