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sábado, 29 de octubre de 2011

EL LIBRO DE ORO DE SAINT GERMAIN ( CAPITULO XXVI )


CAPITULO XXVI

CADA estudiante debe acordarse con toda seguri­dad que en este poder vivificante de la Presencia «YO SOY» dentro del Ser, todo lo bueno o malo es activado si hay latentes en la conciencia, rebeliones, re­sentimientos o la inclinación a juzgar. Quiere decirse que todo esto saldrá a la superficie para ser consumido, y yo te digo sin vacilación alguna que a menos que consumas conscientemente aquello que surge a la superficie, eso te consumirá a ti.

Si uno nota que se está dejando llevar por la ira, debe to­mar las riendas, decretar el mandato a través de la Presencia «YO SOY», declarando que aquello sea gobernado ar­moniosamente. Ahora, déjame recordarte otra vez que lo primordial en tu progreso es la autocorrección, y que no hay persona, lugar, condición o cosa a la que se pueda culpar por lo que uno mismo se empeñe en alimentar. Esto es im­perativo para tu progreso futuro; si has llegado a un punto donde semejantes condiciones sutiles se producen, hay que ponerlas muy en claro, que se comprendan muy bien, porque si no te enfrentarás a condiciones que no podrás controlar. Te repito que debes estar muy animado porque los adelantos que has hecho en tu propio control y tu completa aceptación de estas grandes leyes de la vida, además de tu completa voluntad de aplicar el gran látigo de la autocorrección, porque yo te digo francamente y te hablo con expe­riencia, que la actividad exterior que llamamos humana tie­ne que ser castigada sin vacilación antes que sea traída a la sumisión del mandato Divino. Si yo te di el uso del Rayo o la Llama a través de la mano, es porque las mentes de algu­nos se están entonando o afinando más rápidamente de lo que está siendo elevada la estructura atómica del cuerpo. Esta actividad de pasar la mano por encima del cuerpo, mantendrá el balance de la vivificación de la mente y la ele­vación de la estructura atómica.

Me agrada mucho brindar toda asistencia a los estudian­tes, y lo hago con la mejor voluntad, pero hay ciertos límites que no puedo sobrepasar, porque los estudiantes tienen que avanzar por sí mismos en su conciencia; sin embargo, debo alertarlos, que no pueden ofrecerle a la Presencia «YO SOY» una atención dividida (parece que el Maestro se refie­re a aquellos que entrando ya a practicar la Presencia «YO SOY» y el Cristo: Dios en vosotros, también suelen ir a con­sultar espiritismo y brujería), hacer lo cual equivale a man­dar un chorro de energía para darle poder a estas cosas que son negativas y simplemente se está retardando el adelanto.

Hablo por experiencia. No es posible dividir la atención compartiéndola entre la Presencia «YO SOY» y las cosas exteriores, si es que se desea superar más allá de lo común.

No quiero causarle ningún choque a ningún estudiante, pero debo hablarles la verdad: si los amados estudiantes, que han llegado hasta este punto no son capaces de dedicar toda su atención a la Presencia «YO SOY», excluyendo toda otra forma de oración o tratamiento, se estarán cerran­do la puerta de nuestra ayuda por mucho tiempo. Esto no pasará si los estudiantes, siguiendo las instrucciones hacen un esfuerzo sincero cada vez que la atención se les va y la regresan con firmeza diciendo: «Le doy todo Poder a mi Presencia YO SOY que soy, y me niego para siempre a aceptar toda otra cosa».

Deseo preparar a los estudiantes, porque vendrá un mo­mento en que no tendrán el sostén de nuestros mensajeros, sino que tendrán que apoyarse en su propia habilidad de agarrarse con mano tan firme a su Presencia «YO SOY» que siempre recibirán su gran poder sostenedor.

Es un error, e inútil además, que algún estudiante, des­pués de recibir meses de instrucción, se permita cada día o cada tantos días dejarse caer en depresión y en dudas del po­der interior o de su habilidad para aplicarlo. Esta actitud mental infantil, si no es corregida, cerrará la puerta a la Ver­dad con el tiempo.

Cada estudiante debe tomar una posición positiva, en el momento en que una discordia de cualquier clase pretenda entrar en su mente y debe asegurarse su dominio declaran­do: «YO SOY la Poderosa Presencia que gobierna mi Vida y mi Mundo y YO SOY la Paz, la Armonía, y el Valor Autosostenido que me llevan serenamente a través de todo lo que pueda confrontarme».

Sin embargo, es tan importante que los estudiantes ten­gan el beneficio de los manuscritos, que debemos interrum­pir la instrucción hasta que éstos sean terminados, pues es la habilidad de los estudiantes de captar lo que dicen los ma­nuscritos, que hará que el gran Juez determine lo próximo a dársele. No podemos bajo ninguna circunstancia llevar al estudiante más allá del punto en que él se siente bien fortifi­cado.

Debo decir para la protección de los estudiantes, que si se les manifiestan ciertos fenómenos, permanezcan en cal­ma, ecuánimes y sin impresionarse, siguiendo serenamente y no permitiendo que éstos le fijen la atención, porque en un número tan grande de ellos, no faltarán quienes hayan generado energías de estados de conciencia pasados, que puedan producirle esos fenómenos, y en ese caso deben de­clarar firmemente: «YO SOY la Presencia que gobierna esto y que lo utiliza para su más alta expresión y uso».

Yo te aseguro que no necesitas desear que se produz­can manifestaciones sobrenaturales, porque el progreso natural de tu Ser, producirá abundantes manifestaciones cuando te llegue su momento; pero advierto que no me refiero a las apariciones de los Maestros Ascendidos, por­que eso es algo enteramente distinto y no debe interpre­tarse como fenómeno. Ahora conviene que se haga esta afirmación: «Gran Presencia YO SOY, llévame dentro de ti, e instrúyeme y haz que yo retenga la memoria comple­ta de estas instrucciones interiores».

Como Mensajeros de la Luz, el entrenamiento que representa esta afirmación es esencial, pero no debe cau­sar ni ansiedad ni tensión en el deseo de retener esa ins­trucción en la memoria, porque semejante actitud podría cerrar la memoria exterior.

Yo no puedo menos que sonreír al ver que algunos estu­diantes están a punto de experimentar cosas sorprendentes, pero confío en que siempre se mantendrán serenos sabiendo que «YO SOY la Única Eterna y Autosostenida Vida en Ac­ción» y que se quiten para siempre de la conciencia, que existe en todo el Universo la llamada muerte. La actividad exterior de la mente y el mundo es un Maya que pasa y se mueve como las arenas del desierto, y no deben causarle a nadie ningún temor, porque «YO SOY la Vida eterna que no tiene comienzo ni tiene fin».

Del corazón del Gran Silencio brota la corriente de vida incesante de la cual cada uno es una parte individualizada:

Esa vida eres tú; eterna, perfecta, autosostenida; y los trajes con que se vista importan poco hasta el día en que llegue al punto del reconocimiento; en este momento el individuo se ha preparado para llevar el «manto sin costuras» autosostenido y radiante, con todos los colores del espectro.

Entonces puede uno regocijarse con ese manto que es eterno, siempre radiante, inmutable, que lo separa de la rueda de causa y efecto, haciendo de él un ser únicamente de cau­sa. Esa causa es la radiación del Amor Divino siempre ema­nando y evolucionando de su consciente, equilibrado, esta­bilizado, radiante centro divino, o sea, el corazón de la Pre­sencia «YO SOY», que es juventud y belleza eterna, la toda sapiente Presencia que contiene en su autoconsciente: acción, el pasado, el presente, el futuro, que después de todo no son sino el eterno ahora. Así, tal es la eterna eliminación de todo tiempo y espacio. Entonces encontrarás tu mundo poblado de seres perfectos; tus edificios decorados con joyas selectas; tú de pie en el centro de tu creación («la joya en el corazón del loto») siendo sus pétalos las grandes avenidas de su activi­dad perfecta.

Tal es el humilde cuadro de aquello que tienes por de­lante, llamándote a que entres en tu perfecto y eterno hogar y radiación. Ves tú, yo siento esa radiación glorio­sa, y si logras centrarte en la Presencia del Amor Divino y mantenerte allí firmemente, ¡qué maravillosas experien­cias te vendrán si pudieras tan sólo dejar afuera la inter­ferencia de la actividad exterior mental!

,   En cuanto uno tome la actitud de «YO SOY la Presencia del Amor Divino en todo momento», hará esas cosas , maravillosas. El uso de esta afirmación, si se siente, cierra la puerta en todos los momentos a las actitudes exteriores de la mente. La solución de cada problema está " siempre a la mano porque la Presencia «YO SOY» siem­pre contiene todas las cosas dentro de ella.

Una demanda es impulsar a la petición a que se manifieste. «YO SOY» es el principio activo inteligente dentro de nosotros, el corazón de nuestros seres, el corazón del pla­neta y el corazón del sistema. No puedo reprimirme de re­cordarte de nuevo, porque ellos deben siempre saberlo, que cada vez que dices «YO SOY», estás liberando una materia prima autosostenida, todopoderosa, única e inteligente ener­gía. Persiste y entrarás en una condición suprema y maravi­llosa.

Cuando tú miras al Sol Físico, en realidad estás mirando al gran Sol Central, al propio corazón de la Presencia «YO SOY». Debes tomar la determinación incondicional de que «la Presencia YO SOY gobierna completamente este cuerpo físico y lo obliga a la obediencia». Cuanta más atención le des a tu cuerpo físico, más se hace dueño y más te pedirá y continuará ordenándote.

Cuando el cuerpo físico está crónicamente enfermo o continuamente manifestando disturbios comprueba que se le ha dado atención especial por un largo período de años a una u otra perturbación y nunca mejorará hasta que no se tome la actitud positiva y se le obligue a la obediencia. Tú puedes positivamente producir lo que quieras de tu cuerpo si fijas tu atención en la perfección de él, pero no permitas que tu atención descanse sobre sus imperfecciones.

Para la ascensión: «YO SOY la Presencia que ordena». Usa esto a menudo porque aquieta la actividad exterior de modo que te centras en la actividad del amor.

En el instante en que tú sientas algo discordante, voltea para otro lado; tienes el cetro de Poder en tu conciencia; ahora, ¡úsalo!

Tú tienes que seguir la orden de Jesús, no mires a ningún hombre de acuerdo con su carne. 

Esto quiere decir exacta­mente que no reconozcas imperfección humana en pensa­miento, sentimiento, palabra o actuación.

Algo muy poderoso en los problemas es la simple con­ciencia de «Dios en mí. 

Presencia YO SOY, manifiéstate, gobierna y resuelve esta situación armoniosamente». Obra­rá milagros, pues el todo es invocar instantáneamente la Presencia «YO SOY» y ponerla a trabajar.

Jesús dijo: Pide y recibirás; busca y encontrarás; toca y te será abierto. Dile, pues, a tu Ser Divino «¡Óyeme, Dios!

Ven acá y cuídame esto». Dios quiere que tú lo pongas a trabajar. Esto abre el flujo a la energía Divina, la inteligen­cia y la sustancia que salta a cumplir la orden.


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