01/02/13
Primera Lectura
Hebreos 10, 32-39
Lectio
Hermanos: Recuerden aquellos primeros días en que, recién
iluminados por el bautismo, tuvieron ustedes que afrontar duros y dolorosos
combates. Unas veces fueron expuestos públicamente a los insultos y tormentos.
Otras, compartieron los sufrimientos de los hermanos que eran maltratados, se
compadecieron de los que estaban en la cárcel y aceptaron con alegría que los
despojaran de sus propios bienes, sabiendo ustedes que están en posesión de
otros, mejores y perdurables.
Por lo tanto, no pierdan la confianza, pues la recompensa es
grande. Lo que ahora necesitan es la perseverancia, para que, cumpliendo la
voluntad de Dios, alcancen lo prometido.
Atiendan a lo que dice la Escritura: Pronto, muy pronto, el
que ha de venir vendrá y no tardará; y mi justo, si permanece fiel, vivirá;
pero si desconfía, dejará de agradarme. Ahora bien, nosotros no somos de los
que desconfían y perecen sino hombres de fe, destinados a salvarnos.
Meditatio
Hoy en día, asistimos a una pérdida progresiva del valor de
la FIDELIDAD. El consumismo y materialismo en el que muchas veces nos vemos
envueltos nos hace con facilidad cambiar de marca, de utensilios, se va creando
en nosotros la necesidad del cambio y del utilitarismo, que se reduce a: ya no
me sirve, lo cambio o lo tiro; uno nuevo y mejor.
Esto afecta todas las áreas de la vida. Con gran tristeza,
vemos cómo muchos de nuestros jóvenes inician el matrimonio con estas ideas
destructoras. En muchos de ellos no está el deseo de que sea para toda la vida,
si las cosas no empiezan a caminar como ellos pensaban, inmediatamente surge la
separación. Muchos de ellos no están dispuestos a luchar por lo que decían
amar.
Nada en este mundo que esté relacionado con el amor es
fácil, pues el egoísmo, promovido por el demonio y sus aliados, lo alimenta y
busca continuamente destruir. En la vida de fe sucede lo mismo, muchos
quisieran una religión a su manera, que no apriete, que no incomode, en donde
no exista el compromiso y la persecución. Nuestra lectura nos invita a ser
fieles y a luchar por el amor, por nuestros valores, por nuestra fe y no ser
como veletas movidas por el viento del egoísmo y de los intereses del mundo.
¡Ánimo!, nosotros somos hombres y mujeres de fe, y la fe y
el amor finalmente vencerán.
Oratio
Señor, tú eres mi herencia, mi porción, la parte que me
toca; tú mi riqueza y felicidad, eso es algo que no cambiaré por nada, te
espero con ansia, Señor, anhelo la eternidad disfrutando de tu profundo e
incontenible amor.
Ciertamente cuidaré de los bienes temporales que me permitas
disfrutar en esta vida e incluso haré que den fruto, pero nada de eso se
compara con vivir en ti.
Operatio
Hoy meditaré en aquellas cosas en que soy muy consumista, en
aquellas cosas o situaciones que estoy tomando como desechable lo que aún puede
funcionar.
El Evangelio de hoy
Marcos 4, 26-34
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de
Dios se parece a lo que sucede cuando un hombre siembra la semilla en la
tierra: que pasan las noches y los días, y sin que él sepa cómo, la semilla
germina y crece; y la tierra, por sí sola, va produciendo el fruto: primero los
tallos, luego las espigas y después los granos en las espigas. Y cuando ya
están maduros los granos, el hombre echa mano de la hoz, pues ha llegado el
tiempo de la cosecha".
Les dijo también: "¿Con qué compararemos el Reino de
Dios? ¿Con qué parábola lo podremos representar? Es como una semilla de mostaza
que, cuando se siembra, es la más pequeña de las semillas; pero una vez
sembrada, crece y se convierte en el mayor de los arbustos y echa ramas tan
grandes, que los pájaros pueden anidar a su sombra".
Y con otras muchas parábolas semejantes les estuvo
exponiendo su mensaje, de acuerdo con lo que ellos podían entender. Y no les
hablaba sino en parábolas; pero a sus discípulos les explicaba todo en privado.
Reflexión
Jesús nos presenta cómo es que crece el Reino. Nos deja ver
que no es nuestro esfuerzo el que hace crecer el reino sino la fuerza y la vida
que ya está en él. A veces pensamos que nuestro esfuerzo de evangelización no
está resultando y no da fruto. Sin embargo, la acción escondida de Dios en el
corazón de aquellos con los que compartimos la Palabra y nuestro testimonio
cristiano, va haciendo germinar en ellos la vida del Espíritu.
Por otro lado, parecería que nuestro esfuerzo es muy
pequeño, sin embargo, ese pequeño grano, ese esfuerzo por hacer que Dios sea
conocido y amado, crecerá con la gracia de Dios, hasta ser un gran árbol. Por
lo que no debemos desanimarnos; lo que Dios espera de nosotros es que ayudemos
a esparcir la semilla y que tengamos fe en el poder que encierra en sí mismo el
Evangelio y el testimonio cristiano.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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