24/01/2013
Primera Lectura
Hebreos 7, 23-8, 6
Lectio
Hermanos: Durante la antigua alianza hubo muchos sacerdotes,
porque la muerte les impedía permanecer en su oficio. En cambio, Jesucristo
tiene un sacerdocio eterno, porque él permanece para siempre. De ahí que sea
capaz de salvar, para siempre, a los que por su medio se acercan a Dios, ya que
vive eternamente para interceder por nosotros.
Ciertamente que un sumo sacerdote como éste era el que nos
convenía: santo, inocente, inmaculado, separado de los pecadores y elevado por
encima de los cielos; que no necesita, como los demás sacerdotes, ofrecer
diariamente víctimas, primero por sus pecados y después por los del pueblo,
porque esto lo hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Porque
los sacerdotes constituidos por la ley eran hombres llenos de fragilidades;
pero el sacerdote constituido por las palabras del juramento posterior a la
ley, es el Hijo eternamente perfecto.
Ahora bien, lo más importante de lo que estamos diciendo es
que tenemos en Jesús a un sumo sacerdote tan excelente, que está sentado a la
derecha del trono de Dios en el cielo, como ministro del santuario y del
verdadero tabernáculo, levantado por el Señor y no por los hombres.
Todo sumo sacerdote es nombrado para que ofrezca dones y
sacrificios; por eso era también indispensable que él tuviera algo que ofrecer.
Si él se hubiera quedado en la tierra, ni siquiera sería sacerdote, habiendo ya
quienes ofrecieran los dones prescritos por la ley. Pero éstos son ministros de
un culto que es figura y sombra del culto celestial, según lo reveló Dios a
Moisés, cuando le mandó que construyera el tabernáculo: Mira, le dijo, lo harás
todo según el modelo que te mostré en el monte. En cambio, el ministerio de
Cristo es tanto más excelente, cuanto que él es el mediador de una mejor
alianza, fundada en mejores promesas.
Meditatio
El autor de la carta busca crear en el pueblo cristiano una
infinita confianza en el amor de Dios que, por Jesucristo, nos ha dado la
salvación y la vida eterna.
Sobre todo porque él mismo prometió, antes de subir al
cielo, que no nos abandona, sino que permanece entre nosotros, y en el cielo
continúa su función de "intercesor", de mediador entre el Padre y
nosotros, y además es el realizador de una alianza que no está basada en
ofrendas materiales sino en el ofrecimiento de sí mismo, por ello, como dice el
autor, esta alianza contiene mejores promesas.
Dios no sólo promete una relación íntima y personal con
nosotros, sino que nos ha prometido llevarnos al cielo, a vivir con él, a ser
parte de su familia y a compartir con nosotros la alegría celestial. Es en esto
en lo que el cristiano cree, ésta es su esperanza. Por ello, podemos decir con
san Pablo: Gracias sean dadas a Dios porque en Cristo nos ha llamado a
participar de su herencia.
¿Te habías dado cuenta de todo lo que contiene nuestra vida
y relación con Cristo?
Oratio
Señor, tú que entregaste tu vida, que sigue dándome la
oportunidad de pertenecer a la familia celestial, enséñame a dar mi vida en las
cosas que hago cada día, que a cada momento, yo también sepa ser quien brinde
la posibilidad de una vida mejor a las personas que me rodean. Eso es algo que
no podría conseguir por mis propias fuerzas, por ello, me acojo a tu gracia y
la acción poderosa de tu Espíritu Santo. Amén.
Operatio
Hoy me aseguraré de que cada acción que haga en el día,
traiga un beneficio a los que me rodean. Lo haré desinteresadamente y le pediré
a Jesús que me enseñe a hacerlo mejor.
El Evangelio de hoy
Marcos 3, 7-12
En aquel tiempo, Jesús se retiró con sus discípulos a la
orilla del mar, seguido por una muchedumbre de galileos. Una gran multitud,
procedente de Judea y Jerusalén, de Idumea y Transjordania y de la parte de
Tiro y Sidón, habiendo tenido noticias de lo que Jesús hacía, se trasladó a
donde él estaba.
Entonces rogó Jesús a sus discípulos que le consiguieran una
barca para subir en ella, porque era tanta la multitud, que estaba a punto de
aplastarlo.
En efecto, Jesús había curado a muchos, de manera que todos
los que padecían algún mal, se le echaban encima para tocarlo. Cuando los
poseídos por espíritus inmundos lo veían, se echaban a sus pies y gritaban:
"Tú eres el Hijo de Dios". Pero Jesús les prohibía que lo
manifestaran.
Reflexión
El pasaje que nos presenta hoy san Marcos nos dice que
"una multitud lo seguía". Y nos aclara que lo seguían "porque
había sanado a muchos", por eso todos querían tocarlo. Sin embargo,
¿cuántos de esta multitud estaban dispuestos a vivir de acuerdo con la
enseñanza del Maestro y a vivir de acuerdo con el Evangelio? ¿Cuántos de los
que fueron sanados y liberados de espíritus inmundos, ya una vez libres de sus
males, continuaron viviendo según el estilo de vida propuesto por Jesús? Al
parecer pocos, pues en la escena del juicio de Jesús no hubo nadie que dijera
nada en su favor.
Todavía hoy, muchos de entre nosotros repetimos la misma
historia, seguimos buscando los milagros del Señor, en lugar de buscar al Señor
de los milagros. Más aún, muchas personas, una vez que han recibido la gracia
que tanto necesitaban, no vuelvan a acordarse del Señor, sino hasta que una
nueva necesidad aparece en el horizonte de su vida. ¿Tú estás buscando que
Jesús resuelva tu vida, o buscas vivir de acuerdo con el Evangelio de Jesús?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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