7/12/2012
Primera Lectura
Isaías 29, 17-24
Lectio
Esto dice el Señor:
"¿Acaso no está el Líbano
a punto de convertirse en un vergel
y el vergel en un bosque?
Aquel día los sordos oirán las palabras de un libro;
los ojos de los ciegos verán sin tinieblas ni oscuridad;
los oprimidos volverán a alegrarse en el Señor
y los pobres se gozarán en el Santo de Israel;
porque ya no habrá opresores
y los altaneros habrán sido exterminados.
Serán aniquilados los que traman iniquidades,
los que con sus palabras echan la culpa a los demás,
los que tratan de enredar a los jueces
y sin razón alguna hunden al justo".
Esto dice a la casa de Jacob
el Señor que rescató a Abraham:
"Ya no se avergonzará Jacob,
ya no se demudará su rostro,
porque al ver mis acciones en medio de los suyos,
santificará mi nombre,
santificará al Santo de Jacob
y temerá al Dios de Israel.
Los extraviados de espíritu entrarán en razón
y los inconformes aceptarán la enseñanza".
Meditatio
Cuando todo a nuestro alrededor parecería perder sentido,
cuando los problemas de la vida parecerían oscurecer nuestra existencia, el
Señor nos hace ver que él es nuestra salvación. Este oráculo de Isaías,
pronunciado cuando la alianza con Egipto ha fracasado, cuando los líderes
religiosos se han corrompido y el poder público no da ninguna muestra de
alivio, el profeta le recuerda al pueblo que Dios es su victoria.
Nuestra preparación a la Navidad, a la fiesta en la que el
Dios que salva se hace hombre, debe forzosamente incluir una vitalización de
nuestra fe en el Dios que no nos abandona, para el que no existen las tinieblas
ni la oscuridad, para Aquél que no existe la palabra “imposible”. Confía tu
vida al Señor, él —y solamente él— es tu salvación, tu roca, tu refugio y
fortaleza.
Oratio
Señor mío, con la fuerza de tu Espíritu extermina la
altanería de mi corazón, haz que mis oídos sordos oigan las palabras de tu
santo libro; que mis ojos ciegos vean sin tinieblas ni oscuridad; que mi mente
oprimida vuelva a alegrarse en ti, Señor, y que en mi pobreza pueda gozarme en
ti, el Santo de Israel.
Operatio
Hoy observaré qué tanto me estoy permitiendo experimentar a
Dios con todos mis sentidos, especialmente, qué tanto cuido lo que oigo, lo que
veo y lo que pienso.
El Evangelio de hoy
Mateo 9, 27-31
Cuando Jesús salía de Cafarnaúm, lo siguieron dos ciegos,
que gritaban: "¡Hijo de David, compadécete de nosotros!" Al entrar
Jesús en la casa, se le acercaron los ciegos y Jesús les preguntó: "¿Creen
que puedo hacerlo?" Ellos le contestaron: "Sí, Señor". Entonces
les tocó los ojos, diciendo: "Que se haga en ustedes conforme a su
fe". Y se les abrieron los ojos. Jesús les advirtió severamente: "Que
nadie lo sepa". Pero ellos, al salir, divulgaron su fama por toda la
región.
Reflexión
La gente de hoy vive angustiada porque no ha sabido
distinguir los límites de su acción. No sabe dejar a Dios actuar. Y esto se
debe, principalmente, a una gran falta de fe. La pregunta fundamental que
llevará a la realización del milagro en este pasaje es la que Jesús les formula
a los ciegos: ¿Creen que puedo hacerlo?
El hombre, cuando se encuentra en dificultad y recurre a
Dios, muchas veces no considera la posibilidad de que Dios pueda actuar
PODEROSAMENTE en su vida. El resultado: que se realice conforme a tu fe.
Pidamos al Señor que aumente nuestra fe. Muchas cosas en
nuestra vida cambiarán con la dependencia de Dios.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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