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miércoles, 5 de diciembre de 2012

LECTURA Y EVANGELIO DEL 5 DE DICIEMBRE 2012



5/12/2012

Primera Lectura
Isaías 25, 6-10

Lectio
En aquel día, el Señor del universo
preparará sobre este monte
un festín con platillos suculentos
para todos los pueblos;
un banquete con vinos exquisitos,
y manjares sustanciosos.
Él arrancará en este monte
el velo que cubre el rostro de todos los pueblos,
el paño que oscurece a todas las naciones.
Destruirá la muerte para siempre;
el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros
y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo.
Así lo ha dicho el Señor.

En aquel día se dirá:
"Aquí está nuestro Dios,
de quien esperábamos que nos salvara;
alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae,
porque la mano del Señor reposará en este monte".

Meditatio
El tiempo mesiánico es una tiempo de salvación, es la oportunidad que Dios nos da para ser salvados; es el tiempo esperado para que las tinieblas del pecado, que obstruyen nuestra visión y que no nos dejan ver la realidad como es verdaderamente, sean disipadas por la Luz del "Señor que viene". Esta era la esperanza de Israel y es —o debe ser— una realidad para cada uno de nosotros.

El Adviento nos recuerda que el tiempo mesiánico ya es una realidad, pues el nacimiento de Cristo lo ha inaugurado. Debemos dejar que Dios mismo, por medio del Espíritu Santo, vaya arrancando de nuestra vida el velo que distorsiona nuestra visión, sobre todo, dentro de nuestra familia, en donde a veces juzgamos a la esposa o al esposo, a los hermanos o a los padres, de manera incorrecta.

El tiempo de Adviento es un tiempo para abrir nuestros ojos a la bondad y, sobre todo, a la comprensión, solo así el tiempo mesiánico se realizará plenamente en nuestro medio.

Oratio
Señor, tú me has rescatado de una vida vacía, sin sentido, ni eternidad, para trasladarme a una vida plena, llena de propósito y eterna; por eso, Señor, me pongo a tu disposición para arrancar el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirás la muerte para siempre anunciando tu vida eterna; Señor Dios, enjuga las lágrimas de todos los rostros y borra de toda la tierra la afrenta.

Operatio

Hoy buscaré descubrir las cosas positivas que hay en mi casa y en mi familia, seré comprensivo y no juzgaré por apariencias.

El Evangelio de hoy
Mateo 15, 29-37

En aquel tiempo, llegó Jesús a la orilla del mar de Galilea, subió al monte y se sentó. Acudió a él mucha gente, que llevaba consigo tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros enfermos. Los tendieron a sus pies y él los curó. La gente se llenó de admiración, al ver que los lisiados estaban curados, que los ciegos veían, que los mudos hablaban y los tullidos caminaban; por lo que glorificaron al Dios de Israel.

Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque pueden desmayarse en el camino". Los discípulos le peguntaron: "¿Dónde vamos a conseguir, en este lugar despoblado, panes suficientes para saciar a tal muchedumbre?" Jesús les preguntó: "¿Cuántos panes tienen?" Ellos contestaron: "Siete, y unos cuantos pescados".

Después de ordenar a la gente que se sentara en el suelo, Jesús tomó los siete panes y los pescados, y habiendo dado gracias a Dios, los partió y los fue entregando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y llenaron siete canastos con los pedazos que habían sobrado.

Reflexión
Con qué facilidad se nos cierra el camino a los hombres: ¿Dónde conseguiremos pan para toda esta multitud? Con mucha frecuencia se nos pierde de vista que Jesús es Dios. Si él mandaba dar de comer es porque él mismo proveería la manera de hacerlo. En nuestro día de trabajo, de estudio, de actividad, debemos tener siempre presente que Dios nos acompaña, que nunca está lejos; que lo que para nosotros parece imposible, para Dios no lo es. Dios utiliza nuestros pocos y pobres recursos para satisfacer las necesidades humanas y espirituales de todos los que lo van siguiendo.

Pongamos a disposición del Maestro nuestros recursos humanos y espirituales y dejemos que lo imposible se haga realidad delante de nuestros propios ojos.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

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