10/12/12
Primera Lectura
Isaías 35, 1-10
Lectio
Esto dice el Señor:
"Regocíjate, yermo sediento.
Que se alegre el desierto y se cubra de flores,
que florezca como un campo de lirios,
que se alegre y dé gritos de júbilo,
porque le será dada la gloria del Líbano,
el esplendor del Carmelo y del Sarón.
Ellos verán la gloria del Señor,
el esplendor de nuestro Dios.
Fortalezcan las manos cansadas,
afiancen las rodillas vacilantes.
Digan a los de corazón apocado:
‘¡Ánimo! No teman.
He aquí que su Dios,
vengador y justiciero,
viene ya para salvarlos‘.
Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos
y los oídos de los sordos se abrirán.
Saltará como un venado el cojo
y la lengua del mudo cantará.
Brotarán aguas en el desierto
y correrán torrentes en la estepa.
El páramo se convertirá en estanque
y la tierra sedienta, en manantial.
En la guarida donde moran los chacales,
verdearán la caña y el papiro.
Habrá allí una calzada ancha,
que se llamará ‘Camino Santo‘;
los impuros no la transitarán,
ni los necios vagarán por ella.
No habrá por ahí leones
ni se acercarán las fieras.
Por ella caminarán los redimidos.
Volverán a casa los rescatados por el Señor,
vendrán a Sión con cánticos de júbilo,
coronados de perpetua alegría;
serán su escolta el gozo y la dicha,
porque la pena y la aflicción habrán terminado".
Meditatio
Este pasaje, recogido por el profeta al final del exilio,
anima al pueblo a no desfallecer en su fe, sino a confiar plenamente en el
Emmanuel, en el "Dios-con-nosotros", el Dios de la salvación.
Generalmente al llegar a fin de año, después de todos nuestros esfuerzos, tanto
económicos y físicos, así como espirituales, podemos terminar cansados o
incluso, decepcionados, de que los resultados no hayan sido como los
esperábamos. Esta lectura nos debe recordar las palabras de Jesús: "Vengan
a mí, todos los que están cansados y agobiados, que yo los haré
descansar". Dios no abandona, al contrario, está siempre atento a nuestras
necesidades y sobre todo, pronto para fortalecer nuestro ánimo por medio de la
acción del Espíritu Santo.
No desfallezcas, confía en el Señor que viene a salvarte,
que viene para que tengas vida, y para que la tengas en abundancia.
Oratio
Señor, que la esperanza de tu venida me impulse a vivir de
una manera diferente, que se me note en mi ánimo el saberme salvado.
Operatio
Cambiaré mi rostro de amargura por un rostro de esperanza.
El Evangelio de hoy
Lucas 5, 17-26
Un día Jesús estaba enseñando y estaban también sentados ahí
algunos fariseos y doctores de la ley, venidos de todas las aldeas de Galilea,
de Judea y de Jerusalén. El poder del Señor estaba con él para que hiciera
curaciones.
Llegaron unos hombres que traían en una camilla a un
paralítico y trataban de entrar, para colocarlo delante de él; pero como no
encontraban por dónde meterlo a causa de la muchedumbre, subieron al techo y
por entre las tejas lo descolgaron en la camilla y se lo pusieron delante a
Jesús. Cuando él vio la fe de aquellos hombres, dijo al paralítico: "Amigo
mío, se te perdonan tus pecados".
Entonces los escribas y fariseos comenzaron a pensar:
"¿Quién es este individuo que así blasfema? ¿Quién, sino sólo Dios, puede
perdonar los pecados?" Jesús, conociendo sus pensamientos, les replicó:
"¿Qué están pensando? ¿Qué es más fácil decir: ‘Se te perdonan tus
pecados‘ o ‘Levántate y anda‘? Pues para que vean que el Hijo del hombre tiene
poder en la tierra para perdonar los pecados —dijo entonces al paralítico—: Yo
te lo mando: levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
El paralítico se levantó inmediatamente, en presencia de
todos, tomó la camilla donde había estado tendido y se fue a su casa
glorificando a Dios. Todos quedaron atónitos y daban gloria a Dios, y llenos de
temor, decían: "Hoy hemos visto maravillas".
Reflexión
El tiempo de Adviento es un tiempo en que debemos de retomar
fuerzas para el camino, pues aunque ya disfrutamos de la vida del Reino, nos
hacemos conscientes que ésta aún no ha llegado a la realización definitiva,
pero puede ser también tiempo para levantarnos de nuestra parálisis espiritual,
o incluso de ser, como en el pasaje que acabamos de leer, el
"instrumento" por el cual otros hermanos "paralizados"
espiritualmente puedan reiniciar su camino y su crecimiento espiritual. La
manera ordinaria en que se sale de esta parálisis es a través del sacramento de
la Reconciliación. Es en este sacramento en donde se fortalecen nuestras
rodillas vacilantes y desde donde podemos reiniciar nuestro crecimiento en la
gracia y el amor de Dios.
Aprovecha, pues, este tiempo de Adviento, no sólo para
participar tú mismo de este sacramento de amor, sino para invitar, sobre todo a
los miembros de tu familia, a participar del sacramento y así celebrar con gozo
la fiesta de la Navidad.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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