5/11/2012
Primera Lectura
Filipenses 2, 1-4
Lectio
Hermanos: Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre
de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el
mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de
alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas
aspiraciones y una sola alma.
Nada hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes
bien, por humildad, cada uno considere a los demás como superiores a sí mismo y
no busque su propio interés, sino el del prójimo.
Meditatio
¿Podrías imaginar un mundo en el que se pensara así como hoy
san Pablo nos lo dice? Sería realmente maravilloso. Se acabarían los pleitos,
egoísmos, rencillas, etc. Qué hermoso sería realmente, si nosotros, los
cristianos, consideráramos a los demás como superiores; si el espíritu de
humildad se apoderara de nosotros. Las relaciones en la familia se
transformarían y, sobre todo, habría una gran alegría y una gran paz en los
corazones de todos.
En los trabajos, el progreso estaría basado en nuestra labor
hecha por amor y no por otras motivaciones, las cuales, no siempre son muy
lícitas. Nuestros ascensos y promociones quedarían en nuestro corazón y
sabríamos que, si bien proceden del buen uso de nuestros carismas, no se habría
logrado nada si nuestro Señor Jesucristo no hubiera participado. Cuando
nosotros tomamos esta postura propuesta por san Pablo, lo que estamos haciendo
no es otra cosa que dejar que el Espíritu Santo pueda actuar en nosotros. Esto
sucede ya que, al vaciarnos nosotros mismos, dejamos que el Espíritu nos llene
y pueda dirigir nuestra vida.
Vacíate de ti mismo para que Dios pueda llenarlo todo.
Oratio
Jesús mío, te presento todo lo que tengo y lo que soy, mi
manera de pensar, de actuar, mis juicios personales sobre las cosas que ocurren
en el día a día, y te pido que intercambies todo eso por los valores que me
propones, es decir, llévate lo que he adquirido en el paso de mi vida y deja
solo lo que tú mismo pusiste. Además, nútreme con tu Espíritu para ser cada vez
más como tú.
Operatio
Hoy nada haré por rivalidad ni presunción, haré todo por
humildad; consideraré a los demás como superiores a mí mismo y no buscaré mi
propio interés, sino el de mi prójimo.
El Evangelio de hoy
Lucas 14, 12-14
En aquel tiempo, Jesús dijo al jefe de los fariseos que lo
había invitado a comer:
"Cuando des una comida o una cena, no invites a tus
amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque
puede ser que ellos te inviten a su vez, y con eso quedarías recompensado.
Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a
los lisiados, a los cojos y a los ciegos; y así serás dichoso, porque ellos no
tienen con qué pagarte; pero ya se te pagará, cuando resuciten los
justos".
Reflexión
Con este pasaje de la Escritura, Jesús nos invita a poner
nuestros ojos en tantos y tantos hermanos nuestros que necesitan de nuestra
comprensión y de nuestra amistad, de ser reconocidos como personas y no como
objetos.
Nuestro mundo nos empuja a la superficialidad. Todos los
días en los cruceros de las calles nos encontramos con niños, jóvenes e incluso
adultos que buscan, mas que nuestro dinero, (que a veces puede ser mal usado),
nuestra amistad y comprensión. Hombres y mujeres que para la generalidad de los
ciudadanos no son otra cosa que "una molestia". Para el cristiano,
ellos son los sujetos de nuestro amor, de nuestra compasión. No basta sacar una
moneda para con ello tranquilizar nuestras conciencias, es necesario, como nos
lo dice hoy el Evangelio, hacer algo más.
Pensemos, según nuestros dones y carismas, ¿qué podríamos
hacer en concreto con nuestros hermanos necesitados?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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