27/11/2012
Primera Lectura
Apocalipsis 14, 14-19
Lectio
Yo, Juan, tuve otra visión: Vi una nube blanca y en ella a
alguien que parecía un ser humano, con una corona de oro en la cabeza y una hoz
afilada en la mano. Entonces un ángel salió del templo y le gritó con potente
voz al que estaba sentado en la nube: "Empuña la hoz y ponte a segar; el
tiempo de la cosecha ha llegado ya; la mies de la tierra está madura". El
que estaba sentado en la nube pasó su hoz sobre la tierra y recogió la cosecha
de la tierra.
Salió otro ángel del templo celestial, también él con una
afilada hoz en su mano. Y salió del templo otro más, el ángel que tiene poder
sobre el fuego, y le gritó con potente voz al que tenía la hoz afilada:
"Empuña tu hoz afilada y corta los racimos de la viña de la tierra, porque
sus uvas ya están maduras".
El ángel acercó su hoz a la tierra, cosechó la viña de la
tierra y echó los racimos en el gran lagar de la cólera de Dios. Pisaron las
uvas en el lagar, fuera de la ciudad, y del lagar corrió tanta sangre, que
subió hasta los frenos de los caballos, en una extensión de unos trescientos
kilómetros.
Meditatio
En todo su contexto, el capítulo 14 nos habla de todos los
problemas que tendrán (podríamos decir: que tienen) que enfrentar los
cristianos a fin de mantenerse fieles hasta el final y recibir la gloria
prometida.
La profecía está articulada a los dos elementos comunes de
la agricultura judía: el trigo y la uva. Las dos cosechas se refieren a lo
mismo: el pueblo santo de Dios, los que se han mantenido fieles, y por ello
están ya listos para la cosecha (referidos, sin lugar a dudas, a los 144,000 de
los que viene haciendo referencia).
Éstos serán llevados al cielo, figura de la cosecha del
trigo, pero, antes de ello, tendrán que haber dado testimonio con su propia
sangre, figura de la cosecha del vino (no olvidemos que estamos en el contexto
de una de las más sangrientas persecuciones por las que pasó la Iglesia).
Una cosa es cierta, no es fácil mantenerse fiel en medio de
un mundo, que, si bien no se nos persigue con espadas, lo hace de formas más
sofisticadas, y muchas veces, más efectivas pues se esconde en lo que hemos
llamado el "riesgo de la normalidad". ¿Seremos capaces de, en medio
de este mundo, testificar nuestra "pertenencia" a Cristo?
Oratio
Señor, me niego a ser normal, no permitas que me normalice
bajo los términos del mundo; quiero ser una señal de contradicción como tú lo
fuiste en esta tierra y lo sigues siendo. Hazme, Señor, contradecir la
injusticia, la tibieza y la indiferencia hacia ti; que mi vida misma sea un
signo de contradicción para los que no te conocen o los que se burlan de la
vida que nos propones. Que la dicha, la armonía y la felicidad, producto del
encuentro contigo, los hagan cuestionarse, buscarte, aceptarte y amarte.
Operatio
Hoy evaluaré todas las ocasiones en que por agradar a los
demás me he acomodado a las tendencias del mundo que contradice a la voluntad
de mi Dios, le pediré perdón y me esforzaré por no dejarme llevar de nuevo.
El Evangelio de hoy
Lucas 21, 5-11
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la
construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban,
Jesús dijo: "Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo
esto que están admirando; todo será destruido".
Entonces le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo va a ocurrir
esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?"
Él les respondió: "Cuídense de que nadie los engañe,
porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: ‘Yo soy el Mesías. El tiempo
ha llegado‘. Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y
revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero
todavía no es el fin".
Luego les dijo: "Se levantará una nación contra otra y
un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias
y hambre, y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles".
Reflexión
Este evangelio nos enseña lo relativo que puede ser todo lo
bello que se encuentra en el mundo. Todo pasa. Las cosas que un día fueron, ya
no son; lo que ahora nos admira llegará un día en que no quedará rastro de
ello. Lo único que permanece es Dios. Es lo único que no cambia, que no muta.
Ya la carta a los Hebreos nos dice que "Cristo es el
mismo de ayer, de hoy y de siempre". ¿Por qué, entonces, estar tan
preocupados por lo que es pasajero? Pongamos nuestra atención y verdadera
preocupación en lo que es eterno, en lo que permanece. Por ello el apóstol San
Pablo decía: "el amor no pasará". Esforcémonos en cultivar y hacer
crecer el amor, es lo único que perdurará, es lo único que les dejaremos a las
generaciones futuras.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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