14/11/2012
Primera Lectura
Tito 3, 1-7
Lectio
Querido hermano: Recuérdales a todos que deben someterse a
los gobernantes y a las autoridades, que sean obedientes, que estén dispuestos
para toda clase de obras buenas, que no insulten a nadie, que eviten los
pleitos, que sean sencillos y traten a todos con amabilidad.
Porque hubo un tiempo en que también nosotros fuimos
insensatos y rebeldes con Dios; andábamos descarriados y éramos esclavos de
todo género de pasiones y placeres; vivíamos una vida llena de maldad y de
envidia; éramos abominables y nos odiábamos los unos a los otros.
Pero, al manifestarse la bondad de Dios, nuestro salvador, y
su amor a los hombres, él nos salvó, no porque nosotros hubiéramos hecho algo
digno de merecerlo, sino por su misericordia. Lo hizo mediante el bautismo, que
nos regenera y nos renueva, por la acción del Espíritu Santo, a quien Dios
derramó abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro salvador. Así,
justificados por su gracia, nos convertiremos en herederos, cuando se realice
la esperanza de la vida eterna.
Meditatio
Para san Pablo es bien claro que el Evangelio no es una
filosofía o una doctrina angélica, por ello, le recuerda a su discípulo que se
debe poner atención en la relación con los demás. La vida diaria del cristiano
muestra, en su relación con aquellos que lo rodean, que está regida, animada e
inspirada por el Espíritu y no por los deseos puramente humanos.
Quizás una de las notas más características en su trato
hacia los demás sea la "amabilidad". Un "por favor", un
"con todo gusto", aderezado con una sonrisa pueden cambiar todo
nuestro día y el de los que nos rodean. Esto, como bien lo dice san Pablo en la
carta a los Gálatas, es un verdadero fruto del Espíritu y hace creíble y
visible nuestra fe, nos identifica como auténticos seguidores de Aquel que no
vino a ser servido sino a servir.
Oratio
Hubo un tiempo en que también yo fui insensato y rebelde
contigo, Padre; andaba descarriado y era esclavo; vivía una vida de maldad y de
envidia; pero, Padre mío, por tu bondad y amor, me salvaste, no porque yo
hubiera hecho algo digno de merecerlo, sino por tu misericordia. Mediante el
bautismo me regeneraste, y me renuevas por la acción de tu Espíritu Santo, a
quien derramaste abundantemente sobre nosotros, por Cristo, nuestro salvador.
Ahora, justificado por su gracia, me has hecho heredero tuyo cuando se realice
la esperanza de la vida eterna, gracias por ese regalo de vida eterna.
Operatio
Hoy pondré mucha atención en la gente que no conoce a Dios y
pediré para que el Espíritu Santo ilumine su entendimiento y camino hacia Dios.
El Evangelio de hoy
Lucas 17, 11-19
En aquel tiempo, cuando Jesús iba de camino a Jerusalén,
pasó entre Samaria y Galilea. Estaba cerca de un pueblo, cuando le salieron al
encuentro diez leprosos, los cuales se detuvieron a lo lejos y a gritos le
decían: "¡Jesús, maestro, ten compasión de nosotros!"
Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los
sacerdotes". Mientras iban de camino, quedaron limpios de la lepra.
Uno de ellos, al ver que estaba curado, regresó, alabando a
Dios en voz alta, se postró a los pies de Jesús y le dio las gracias. Ese era
un samaritano. Entonces dijo Jesús: "¿No eran diez los que quedaron
limpios? ¿Dónde están los otros nueve? ¿No ha habido nadie, fuera de este
extranjero, que volviera para dar gloria a Dios?" Después le dijo al
samaritano: "Levántate y vete. Tu fe te ha salvado".
Reflexión
Me parece que una de las cosas que se ha ido perdiendo en
nuestros días es el valor de la gratitud. Solo piensa: ¿Cuántas veces al día
dices "gracias"?. Vivimos en un mundo tan mecánico que se nos olvida
que detrás de la mayoría de los dones o beneficios que recibimos está alguna
persona a la que seguramente le haría mucho bien recibir un "gracias".
No importa si lo que la otra persona hizo por ti lo haya hecho por obligación.
Agradecer ensancha el corazón y nos introduce a la esfera de
Dios que, aun siendo Dios se hizo hombre y se dió por nosotros. No dejemos que
nuestras prisas, el mecanicismo, la distracción o la soberbia nos ganen.
Aprendamos a decir: "Gracias". Verás, que de la misma manera que ese
"gracias" a Jesús le cambió la vida al samaritano, así será, sin
lugar a dudas, en nosotros si sabemos agradecer, pues todo en esta vida es
"don" que hay que agradecer.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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