13/11/2012
Primera Lectura
Tito 2, 1-8. 11-14
Lectio
Querido hermano: Enseña lo que está de acuerdo con la sana
doctrina: que los ancianos sean sobrios, respetables, sensatos, bien cimentados
en la fe, en el amor y la paciencia.
Que las ancianas, asimismo, sean respetables en su
comportamiento, que se abstengan de murmurar y de tomar mucho vino; que, con su
buen ejemplo, enseñen a las jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, a ser
sensatas, castas, sobrias, a cuidar bien de su hogar, a ser bondadosas y
obedientes a sus maridos, para que nadie pueda hablar mal del Evangelio.
Exhorta igualmente a los jóvenes a ser sensatos en todo y
dales tú mismo buen ejemplo. Cuando enseñes, hazlo con autenticidad y dignidad,
con un lenguaje sano e irreprochable, para que los adversarios tengan que
retirarse, al no poder decir nada malo de nosotros.
Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvar a
todos los hombres y nos ha enseñando a renunciar a la irreligiosidad y a los
deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa
y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y salvador, Cristo
Jesús, nuestra esperanza. El se entregó por nosotros para redimirnos de todo
pecado y purificarnos, a fin de convertirnos en pueblo suyo, fervorosamente
entregado a practicar el bien.
Meditatio
Esta serie de consejos que nos da san Pablo en el inicio de
su carta nos hacen ver que la vida cristiana es precisamente eso: Un estilo de
vida, una forma concreta de pensar y de relacionarse con los demás. Por ello,
cuando el cristiano no vive de acuerdo a este estilo de vida, que sin lugar a
dudas es producido e impulsado por el Espíritu Santo, da o puede dar pie a que
los que no conocen o no aman a Jesús, murmuren, no solo contra nosotros, sino
contra la eficacia del poder y del amor de Dios.
Ya en otros pasajes la Escritura nos ha dicho, cómo por
causa de nuestro mal testimonio, es despreciado el nombre de nuestro Dios.
Hombres, mujeres, niños, sacerdotes, en fin todo aquel que ha aceptado ser
cristiano, debe buscar vivir de acuerdo al Evangelio. Su vida debe manifestar
aquello en lo que cree.
Sabemos que esto no es fácil, de hecho como lo vemos en esta
carta, nunca lo ha sido. Por ello, Dios nos ha dado su gracia y su poder por
medio del Espíritu Santo, para que seamos testigos de su amor. Deja que Dios
crezca dentro de ti y verás cómo los que te rodean se darán cuenta que Dios
vive dentro de ti.
Oratio
Señor, instrúyeme con tu gracia para tener una vida
intachable; fe recta, esperanza cierta y caridad perfecta, para poder desarmar
al adversario y que nadie pueda reprochar nada de mi testimonio de ti en el
mundo. Quiero ser fervoroso en hacer el bien y anunciar tu Reino.
Operatio
Hoy reflexionaré en las cosas que la gente más critica de mi
persona y meditaré realmente: es porque te sigo y ellos no quieren escucharte o
si es porque hay cosas en mí que debo arreglar.
El Evangelio de hoy
Lucas 17, 7-10
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: "¿Quién de
ustedes, si tiene un siervo que labra la tierra o pastorea los rebaños, le dice
cuando éste regresa del campo: ‘Entra enseguida y ponte a comer‘? ¿No le dirá
más bien: ‘Prepárame de comer y disponte a servirme, para que yo coma y beba;
después comerás y beberás tú‘? ¿Tendrá acaso que mostrarse agradecido con el
siervo, porque éste cumplió con su obligación?
Así también ustedes, cuando hayan cumplido todo lo que se
les mandó, digan: ‘No somos más que siervos; sólo hemos hecho lo que teníamos
que hacer‘".
Reflexión
A cada uno de nosotros Dios lo ha puesto en un lugar
particular para que sirva a la construcción del Reino. Algunos como
profesionistas, otros como empleados, otros más como padres de familia, como
hijos, etc. En cada una de nuestras actividades estamos obligados por nuestro
bautismo a construir el Reino que, de acuerdo a san Pablo, es "justicia,
paz y gozo en el Espíritu Santo".
Pues bien, una vez que hayamos hecho crecer la justicia en
nuestros lugares de trabajo o estudio, que hayamos sido un vehículo para
fomentar la paz y la concordia en nuestras familias y vecinos, y cuando hayamos
sembrado la semilla de la alegría en todo nuestro alrededor, lo único que
podremos decir será: "No he hecho sino lo que era mi obligación hacer como
discípulo de Cristo".
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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