3/10/2012
Primera Lectura
Job 9, 1-12. 14-16
Lectio
Job tomó la palabra y les dijo a sus amigos:
"Sé muy bien que el hombre
no puede hacer triunfar su causa contra Dios.
Si el hombre pretendiera entablar pleito con él,
de mil cargos que Dios le hiciera, no podría rechazar
ninguno.
El corazón de Dios es sabio y su fuerza es inmensa.
¿Quién se le ha enfrentado y ha salido triunfante?
En un instante descuaja las montañas
y sacude los montes con su cólera;
él hace retemblar toda la tierra
y la estremece desde sus cimientos.
Basta con que dé una orden y el sol se apaga;
esconde cuando quiere a las estrellas;
él sólo desplegó los cielos
y camina sobre la superficie del mar.
Él creó todas las constelaciones del cielo:
la Osa, Orión, las Cabrillas y las que se ven en el sur;
él hace prodigios incomprensibles, maravillas sin número.
Cuando pasa junto a mí, no lo veo;
cuando se aleja de mí, no lo siento.
Si se apodera de algo, ¿quién se lo impedirá?
¿Quién podrá decirle: 'Qué estás haciendo'?
Si Dios me llama a juicio,
¿cómo podría yo rebatir sus acciones?
Aunque yo tuviera razón, no me quedaría otro remedio
que implorar su misericordia.
Si yo lo citara a juicio y él compareciera,
no creo que atendiera a mis razones".
Meditatio
Esta reflexión de Job nos ilumina sobre la correcta
perspectiva de Dios con respecto al hombre: él es Dios y yo un simple mortal.
¿Cuántas veces nos pensamos más inteligentes, prudentes y justos que Dios? Por
momentos se nos olvida que Dios es Dios, que él lo sabe todo, que él lo puede
todo, que él, como dice san Pablo: "Es todo en todos".
Cuando nuestros proyectos son diferentes a los de Dios,
¿cuántas veces los queremos hacer valer? Y cuando éstos no resultan como
pensábamos, ¿no es cierto que sentimos el impulso de acusar a Dios de nuestros
propios fracasos? Y cuando, aún siguiendo sus caminos, nos encontramos con
problemas, injusticias, incluso con la misma cruz, ¿qué pensar de Dios? ¿acaso
Dios se equivocó? ¿me puso en este proyecto, en esta situación de vida, en esta
vocación para destruirme, para hacerme mal?
Ante esta conducta "irracional" de Dios te invito
a levantar tus ojos a la Cruz de Cristo, a gritarle a Dios: "Dios mío,
Dios mío por que me has abandonado", y a confiarte totalmente a él
diciendo: "Dios mío en tus manos encomiendo mi vida". Dios nos ama,
aunque a veces nos lleve por caminos inexplicables.
Oratio
Señor, no me abandones, no me dejes nunca de tu mano, pues
hay muchas cosas de las que no encuentro sentido en mi vida; sin embargo, al
verte en esa cruz escarnecido e inerte, comprendo que hay una razón superior
que ahora no entiendo pero que sé que al ser permitida por ti es porque con
seguridad me traerá algo buen.
Operatio
Hoy buscaré todas las cosas que me molestan en mi vida, en
mi familia, en mi sociedad y en el mundo y diré constantemnte: "No
comprendo, Señor, pero confío en ti.
El Evangelio de hoy
Lucas 9, 57-62
En aquel tiempo, mientras iban de camino Jesús y sus
discípulos, alguien le dijo: "Te seguiré a donde quiera que vayas".
Jesús le respondió: "Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos;
pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza".
A otro Jesús le dijo: "Sígueme". Pero él le
respondió: "Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre". Jesús le
replicó: "Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú ve y anuncia el
Reino de Dios".
Otro le dijo: "Te seguiré, Señor; pero déjame primero
despedirme de mi familia". Jesús le contestó: "El que empuña el arado
y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".
Reflexión
La mediocridad en la vida del hombre encuentra su motor en
las excusas. El tibio, el mediocre, siempre encuentran una buena excusa para no
tomar en serio su responsabilidad.
Seguir a Jesús exige, de parte del cristiano, una respuesta
decidida que no admite regreso. Excusas, ciertamente podríamos encontrar
muchísimas, tanto o más válidas que las que nos ha presentado el Evangelio. Sin
embrago, Jesús es claro: las excusas serán sólo excusas. Esto aplicado a
nuestra vida diaria se traduce en poca oración, poco interés en la Eucaristía
del Domingo, falta de interés por la justicia y por nuestras obligaciones
diarias, en resumen: somos cristianos tibios.
¿No sería ya tiempo de dejar las excusas y ponernos a
trabajar con seriedad en nuestra vida humana y cristiana?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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