6/10/2012
El Evangelio de hoy
Lucas 10, 17-24
En aquel tiempo, los setenta y dos discípulos regresaron
llenos de alegría y le dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos
someten en tu nombre".
Él les contestó: "Vi a Satanás caer del cielo como el
rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para
vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se
alegren de que los demonios se les sometan. Alégrense más bien de que sus
nombres están escritos en el cielo".
En aquella misma hora, Jesús se llenó de júbilo en el
Espíritu Santo y exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la
tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las
has revelado a la gente sencilla! ¡Gracias, Padre, porque así te ha parecido
bien! Todo me lo ha entregado mi Padre y nadie conoce quién es el Hijo, sino el
Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera
revelar".
Volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
"Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven. Porque yo les digo que
muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír
lo que ustedes oyen y no lo oyeron".
Reflexión
Aunque el Evangelio de hoy tiene muchos elementos muy
hermosos para reflexionar, quisiera que centráramos nuestra atención en los
últimos versículos del texto, pues creo que realmente nosotros somos muy
afortunados, los que vivimos en estos últimos tiempos; nosotros que hemos
tenido la dicha de escuchar la Palabra del Señor y llenarnos de su amor y de su
paz. Esto me lleva a pensar en todos los hermanos que no han escuchado nunca
este mensaje o, peor aún, en los que lo han escuchado y lo han rechazado, sin
darse cuenta de que esto los priva de la felicidad y del amor que Dios nos
ofrece. Es realmente triste darnos cuenta de que, aún hoy en día, como en los
tiempos de Jesús, la gente sigue tan metida en sus propias cosas que no son
capaces de poner atención al mensaje del Evangelio. Por eso nosotros, en
especial tú que hoy estás leyendo este evangelio, eres realmente afortunado,
pues estoy seguro que si continúas diariamente leyendo y profundizando en el
mensaje de Jesús, esto traerá para tu vida muchas gracias y bendiciones; tu
vida y la de tu familia se enriquecerán enormemente.
Dale gracias a Dios por haberte concedido tener acceso a las
maravillas de su amor, y continúa extasiándote con todo lo que Dios hace día
con día en tu vida.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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