5/09/2012
Primera Lectura
1 Corintios 3, 1-9
Lectio
Hermanos: Anteriormente no pude hablarles como a hombres
movidos por el Espíritu Santo, sino como a individuos sujetos a sus pasiones.
Como a cristianos todavía niños, les di leche y no alimento sólido, pues
entonces no lo podían soportar. Pero ni aun ahora pueden soportarlo, pues sus
pasiones los siguen dominando. Porque, mientras haya entre usted envidias y
discordias, ¿no es cierto que siguen sujetos a sus pasiones y viviendo en un
nivel exclusivamente humano?
Cuando uno dice: "Yo soy de Pablo", "Yo soy
de Apolo", ¿no proceden ustedes de un modo meramente humano? En realidad,
¿quién es Apolo y quien es Pablo? Solamente somos servidores, por medio de los
cuales ustedes llegaron a la fe, y cada uno de nosotros hizo lo que el Señor le
encomendó. Yo planté, Apolo regó, pero fue Dios quien hizo crecer. De modo que
ni el que planta ni el que riega tienen importancia, sino sólo Dios, que es
quien hace crecer. El que planta y el que riega trabajan para lo mismo, si bien
cada uno recibirá el salario conforme a su propio trabajo. Así pues, nosotros
somos colaboradores de Dios y ustedes son el campo de Dios, la casa que Dios
edifica.
Meditatio
En este texto de la Sagrada Escritura, a propósito de un
problema particular de la comunidad de Corinto en donde se desarrollaba el
partidismo, Dios nos da un excelente "termómetro" para revisar si
nuestra vida en Cristo ha crecido. San Pablo dice: Mientras se sigan dejando
llevar por sus pasiones, no son sino cristianos en edad infantil. Sobre todo, y
siguiendo el contexto de esta enseñanza del apóstol, se refiere a aquellas
pasiones que causan división, discordia, enemistad, celos, envidias, rencores,
las que nos llevan a actuar fundamentalmente en contra de los dos principios
básicos del Evangelio: el amor y la unidad. En la medida en que dejamos que el
Espíritu Santo tome control de nuestras emociones, de nuestras pasiones,
nuestro trato con los demás se vuelve sereno y amable; la envidia y el orgullo
van desapareciendo, haciéndonos cada vez más humildes y sencillos. San Juan el
bautista, lleno del Espíritu Santo, reconociendo el mal que hace la división
decía, refiriéndose a Jesús: "Es necesario que yo disminuya para que él
crezca".
Permitamos que nuestro corazón, como el de María Santísima,
esté siempre lleno del Espíritu, para que las pasiones no encuentren lugar en
él.
Oratio
Dame de tu Espíritu Santo, Señor, para que me ayude a
disminuir, que me ayude a morir cada vez más a mis pasiones y deseos que no
vienen de ti. Que de ese modo, encuentre una vida más similar a la tuya y
empiece a recibir el alimento sólido de tu Palabra.
Operatio
Hoy me privaré de algo que me guste mucho como ejercicio de
ascésis en el que me demuestro que no estoy sometido a mis pasiones, deseos o
gustos, sino a la voluntad de Dios.
El Evangelio de hoy
Lucas 4, 38-44
En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la
casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a
Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía
a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a
servirles.
Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los
llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de
sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban:
"¡Tú eres el Hijo de Dios!" Pero él les ordenaba enérgicamente que se
callaran, porque sabían que él era el Mesías.
Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo
andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se
alejara de ellos; pero él les dijo: "También tengo que anunciarles el
Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado". Y se
fue a predicar en las sinagogas de Judea.
Reflexión
Una de las actitudes fundamentales de Jesús, y que sobre
todo san Lucas no se cansa de resaltar, es la gran misericordia de Jesús que lo
lleva a estar disponible para los demás. Para él no hay un momento determinado
para sanar, para atender a los que lo buscan. Todo su tiempo le pertenece a los
demás, para quienes él ha sido enviado. Se ha hecho disponible para todos y
todos han encontrado en él alivio y consuelo.
En nuestro mundo agitado es fundamental el recobrar esta
actitud de Jesús, sobre todo para los de nuestra propia casa. Es cierto que
muchas veces estamos cansados, pero qué importante es estar siempre disponible
para los hijos, para el esposo o la esposa, para nuestros padres. La falta de
disponibilidad causa serias lesiones en la relación de la familia, lo que va,
poco a poco, provocando la indiferencia y la dispersión. Quizás, valdría la
pena hoy reflexionar sobre nuestra disponibilidad y pensar ¿qué tan dispuesto
estoy para dar una mano (escuchar, acompañar, servir) a los que se acercan a
mí, sobre todo, a los de mi propia familia? Recuerda que servir es amar.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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