2/08/2012
Primera Lectura
Jeremías 18, 1-6
Lectio
Esto es lo que el Señor me dijo: "Jeremías, ve a la
casa del alfarero y ahí te haré oír mis palabras".
Fui, pues, a la casa del alfarero y lo hallé trabajando en
el torno. Cuando se le estropeaba la vasija que estaba modelando, volvía a
hacer otra con el mismo barro, como mejor le parecía.
Entonces el Señor me dijo: "¿Acaso no puedo hacer yo
con ustedes, casa de Israel, lo mismo que hace este alfarero? Como está el
barro en las manos del alfarero, así ustedes, casa de Israel, están en mis
manos".
Meditatio
Una de las cosas más difíciles en nuestra relación con Dios
es la dependencia total. Tendemos, de forma natural, a buscar hacer las cosas
por nuestra propia iniciativa y en total independencia. Dios quiere, como lo
vemos en el texto de hoy, tener total control de nuestra vida y hacer de ella
como hace el alfarero: cambiarla y adecuarla al modo como él lo considere
mejor.
Esto explica por qué, en ocasiones, nuestros planes, a pesar
de que todo parecía estar en orden y conforme a lo que nosotros pensábamos era
voluntad de Dios, se ven frustrados, haciéndonos pensar que ha sido todo un
fracaso. Pues no forzosamente, ya que es muy posible que Dios esté
reconstruyendo el "vaso" y adecuándolo a su proyecto.
Esto, como es lógico, no sucede sin dolor. Es por ello que
Jesús, al invitar a sus discípulos a seguirlo, les pedía como primera condición
el "negarse a sí mismos", es decir, estar dispuestos a ser modelados
totalmente por Dios, sin importar que para ello, todos nuestros proyectos se
vean cambiados, y diríamos, destruidos para dar paso a una nueva vida. Por eso,
el apóstol Pablo dice que somos "nuevas creaturas en Cristo".
No te rebeles a la acción de Dios que busca que nuestra vida
sea cada día más conforme a Jesús. Renuncia a ti mismo y déjate modelar.
Oratio
Señor, quiero ser como el barro en tus manos, maleable,
moldeable, dócil; pues confío en tus manos para hacer la mejor vasija, la
vasija perfecta. Cuando algo falle en mi vida, Señor, cuando esté tomando una
forma que no es la que pensaste, deshazme y hazme de nuevo cada vez hasta ser,
Dios mío, según el modelo de tu corazón.
Operatio
Hoy meditaré en cuáles son las manos que Dios está usando
para moldearme en este momento y seré dócil a ellas.
El Evangelio de hoy
Mateo 13, 47-53
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: "El Reino de
los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y
recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a
la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y
tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los
ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno
encendido. Allí será el llanto y la desesperación.
¿Han entendido todo esto?" Ellos le contestaron:
"Sí". Entonces él les dijo: "Por eso, todo escriba instruido en
las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va
sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas".
Y cuando acabó de decir estas parábolas, Jesús se marchó de
allí.
Reflexión
Jesús termina esta sección de parábolas recordándonos la
importancia de vivir de acuerdo con lo que él mismo nos ha ido instruyendo,
pues, si bien es cierto que no sabemos cuándo llegará el final del tiempo para
toda la humanidad, sabemos con certeza que éste llega para cada uno de nosotros
el día en que el Señor nos llama. En ese día no habrá excusas, sino resultados;
separará a los que vivieron de acuerdo con los valores del Evangelio de quienes
se negaron y rechazaron la vida evangélica.
Cada día es una nueva oportunidad que Dios nos da para amar,
para perdonar, para servir a los demás, para hacer de nuestra vida un
instrumento de su gracia y, sobre todo, para dejar que su amor y su infinita
misericordia nos inunden y transformen.
El único día que tenemos es el de hoy; ayer ya pasó y el
mañana aún está en las manos de Dios; vivamos el hoy con entusiasmo y apertura
al Espíritu Santo.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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