30/05/2012
Primera Lectura
1 Pedro 1, 18-25
Lectio
Hermanos: Bien saben ustedes que de su estéril manera de
vivir, heredada de sus padres, los ha rescatado Dios, no con bienes efímeros,
como el oro y la plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, el cordero sin
defecto ni mancha, al cual Dios había elegido desde antes de la creación del
mundo, y por amor a ustedes, lo ha manifestado en estos tiempos, que son los
últimos. Por Cristo, ustedes creen en Dios, quien lo resucitó de entre los
muertos y lo llenó de gloria, a fin de que la fe de ustedes sea también
esperanza en Dios.
Así pues, purificados ya internamente por la obediencia a la
verdad, que conduce al amor sincero a los hermanos, ámense los unos a los otros
de corazón e intensamente. Porque han vuelto ustedes a nacer, y no de una
semilla mortal, sino inmortal, por medio de la palabra viva y permanente de
Dios. En efecto, todo mortal es hierba y toda su belleza es flor de hierba; se
seca la hierba y cae la flor; en cambio, la palabra del Señor permanece para
siempre. Y ésta es la palabra que se les ha anunciado.
Meditatio
En este hermoso anuncio kerigmático sobre nuestra salvación,
el apóstol nos invita a que nuestra vida cristiana no sea únicamente de
carácter vertical, referida únicamente a Dios, sino que ésta se manifieste a
los demás mediante la caridad. Suele suceder que algunos hermanos en su
búsqueda de Dios se olvidan de crecer en su relación con aquellos que viven y
conviven a su alrededor. Cuando la vida espiritual es auténtica, el don del
Espíritu se desarrolla precisamente como caridad, por lo que de manera natural
una persona que se va introduciendo en la vida del Espíritu será una persona
que desarrolla un intenso amor por todos los hermanos. De aquí la invitación
del apóstol a buscar que este amor se manifieste y sea el signo plausible de
nuestra relación con Dios.
Oratio
Quiero amarte, Señor, cada vez más y más, que ese amor
llegue a ser tan grande que no acabe jamás y que encuentre su plenitud en aquel
día grande y glorioso cuando me encuentre cara a cara contigo. Sin embargo,
Jesús mío, te pido que mientras transcurre mi vida en esta tierra, me des los
mismos sentimientos y actitudes tuyos hacia todas las personas, especialmente
hacia los que necesitan más amor que sé muy bien que la mayoría de las veces
son los más dificiles de amar, pero revísteme de tu gracia para poder llevarlo
a cabo y disfrutar de ello.
Operatio
Hoy me acercaré de modo especial a esas personas que menos
caridad me inspiran y tendré un gesto de amor y generosidad hacia ellos sólo
por mi amor a Dios. No esperaré nada de ellos pues sólo lo hago por que amo al
Señor.
El Evangelio de hoy
Marcos 10, 32-45
En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos iban camino de
Jerusalén y Jesús se les iba adelantando. Los discípulos estaban sorprendidos y
la gente que lo seguía tenía miedo. Él se llevó aparte otra vez a los Doce y se
puso a decirles lo que le iba a suceder: "Ya ven que nos estamos
dirigiendo a Jerusalén y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos
sacerdotes y a los escribas; van a condenarlo a muerte y a entregarlo a los
paganos; se van a burlar de él, van a escupirlo, a azotarlo y a matarlo; pero
al tercer día resucitará".
Entonces se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de
Zebedeo, y le dijeron: "Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a
pedirte". Él les dijo: "¿Qué es lo que desean?" Le respondieron:
"Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando
estés en tu gloria". Jesús les replicó: "No saben lo que piden.
¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré
bautizado?" Le respondieron: "Sí podemos". Y Jesús les dijo:
"Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo
con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda
no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado".
Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron
contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: "Ya
saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y
los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el
que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el
primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha
venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de
todos".
Reflexión
Una de nuestras tendencias naturales es el buscar los
primeros lugares y el aprovechar cualquier situación para que la gente nos
rinda honores. Sin embargo, la invitación de Jesús para sus seguidores es
contraria a ésta: "El que quiera ser el primero, que sea el esclavo de
todos". Si verdaderamente queremos ser auténticos discípulos, debemos
renunciar a nuestros privilegios y tomar el papel del servidor. Renunciar al
privilegio de ser: papá, mamá, hermano mayor, jefe, gobernante, sacerdote;
implica reconocer que no somos más que los demás, que los otros por pequeños o
subordinados que sean, tienen también derechos, y sobre todo que es PARA ELLOS
para quienes Dios nos ha dado esta responsabilidad y nos ha puesto en esa
posición.
Si entendemos con el corazón lo que Jesús nos ha dicho hoy y
lo ponemos en práctica no tardará en brillar en nosotros el fruto de la
humildad, la cual siempre viene acompañada de paz y dulzura.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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