19/04/2012
Primera Lectura
Hechos 5, 27-33
Lectio
En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles
ante el sanedrín, y el sumo sacerdote los reprendió, diciéndoles: "Les
hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han
llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la
sangre de ese hombre".
Pedro y los otros apóstoles replicaron: "Primero hay
que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó
a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios
lo exaltó y lo ha hecho jefe y salvador, para dar a Israel la gracia de la
conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y
también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen".
Esta respuesta los exasperó y decidieron matarlos.
Meditatio
Que diferente modo de pensar de estos primeros seguidores de
Jesús y de muchos de los que hoy nos decimos discípulos del Resucitado. Para
ellos la Palabra de Jesús era verdaderamente Palabra de Dios, por lo que no se
ponía ni en duda ni en discusión; y cuando llegaba el momento en que se tenía
que decidir y tomar partido, eran claros: "Primero debemos obedecer a Dios
y luego a los hombres", aunque esto les pudiera costar la vida. Hoy, no
sólo se discute si es o no posible vivir los mandamientos (o algunos de ellos),
sino que, por la manera de actuar, para muchos, el Evangelio no pasa de ser
"otra opinión". Esto, lógicamente, hace que cuando se tiene que tomar
partido o decidir entre los valores del Evangelio y los del mundo, la balanza
se incline hacia el mundo. Producto de esto es toda la injusticia que vivimos
en nuestra sociedad, la falta de compromiso social, y la frialdad en muchos
cristianos.
Es necesario pedirle al Espíritu Santo que vitalice en
nosotros el celo por el Evangelio y que fortalezca nuestra voluntad para que,
como los apóstoles, podamos hacer siempre la voluntad de Dios, aunque ésta no
agrade a aquellos con los que convivimos.
Oratio
Enséñame, Señor, por la acción de tu Espíritu Santo, a tener
siempre la disposición de obedecerte, que mi corazón tenga esa tendencia
natural de buscar lo que es correcto a tus ojos y de descubrir tu querer.
Obedecerte, Señor, incluso cuando los hombres quieran impedirme hacerlo, cuando
por causa de ello tenga persecución, dificultades o serios problemas. Mi vida
te pertenece, Dios mío, por eso te pido tu gracia para vivir siempre conforme a
tu voluntad.
Operatio
Buscaré aquella cosa que sé que a Dios le agrada y que a mí
tanto me cuesta hacerla, y la haré en este día.
El Evangelio de hoy
Juan 3, 31-36
"El que viene de lo alto está por encima de todos; pero
el que viene de la tierra pertenece a la tierra y habla de las cosas de la
tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. Da testimonio de lo
que ha visto y oído, pero nadie acepta su testimonio. El que acepta su
testimonio certifica que Dios es veraz. Aquel a quien Dios envió habla las
palabras de Dios, porque Dios le ha concedido sin medida su Espíritu.
El Padre ama a su Hijo y todo lo ha puesto en sus manos. El
que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que es rebelde al Hijo no verá
la vida, porque la cólera divina perdura en contra de él".
Reflexión
Es interesante el binomio que utiliza San Juan en este
pasaje. Fijémonos que dice: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna.
Pero el que es rebelde al Hijo no verá la vida". De manera que no basta
creer, sino que es necesario obedecer. Esto lo refiero pues hay algunos
hermanos que dicen: "Yo creo en Dios, incluso yo creo en Jesucristo pero,
"No voy a misa"; o algunos otros: "Yo soy un buen cristiano,
pero en lo que se refiere a mis negocios, sigo la "ley del más
fuerte".
Este abismo que se va creando entre fe y vida, entre creer y
obedecer es el que hace que la resurrección de Cristo no se manifieste con
fuerza en muchas comunidades. Es esencial creer, pero esto es fundamentalmente
un don de Dios (pues quién puede creer que un hombre resucitó hace dos mil años
y aún está vivo, si no es porque Dios se lo atestigua en el corazón); sin
embargo, obedecer es una respuesta libre de nuestra voluntad a la fe en el
Resucitado. Jesús nos probó que es Dios resucitando, probémosle que realmente
creemos en su resurrección y en él mismo, llevando una vida conforme al
Evangelio. Creo que es justo, ¿no?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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