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sábado, 3 de marzo de 2012

LECTURA Y EVANGELIO DEL DIA 3/03/2012


3/03/2012

El Evangelio de hoy
Mateo 5, 43-48.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.

Porque, si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Sean, pues, perfectos como su Padre celestial es perfecto".

Reflexión
Al escuchar estas palabras de Jesús, podríamos pensar: “Jesús, ¿en qué mundo vives? ¿No te das cuenta de que esto no es posible vivirlo? Sin embargo, lo que acabamos de leer es Palabra de Dios, es la palabra que ha creado todo el universo y para la cual no hay nada imposible. Si Jesús dice que esto es lo que debemos hacer, es porque realmente es posible. Quizás no de inicio ni tampoco con gran facilidad; ciertamente, llegar a amar a quien nos ha hecho el mal, a quien nos ha ofendido y nos ha llevado “entre las patas" no es algo que se vaya a dar de manera inmediata, será todo un proceso de sanidad interior que Dios, por medio del Espíritu Santo que habita nuestros corazones, es capaz de hacer. Es por ello que para poder perdonar de corazón, para no dejar que los insultos y problemas nos lastimen y agobien, es necesario contar con la gracia de Dios, que nos viene de una vida espiritual intensa. La perfección en todos los ámbitos de nuestra vida, requiere tenacidad, orden y tiempo para ejercitarse. Pues lo mismo ocurre en la vida espiritual.

En la medida en que ordenamos nuestra vida para poder tener un buen rato de oración, y con constancia dedicamos tiempo a la lectura de la Palabra, siendo asiduos a la meditación y a la caridad, en esa medida nos iremos dando cuenta de lo hermoso que es la vida del Reino, y desde ahí podremos, no sólo hacer lo que hoy nos pide el Señor, sino incluso cosas mucho mayores.

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

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