2/03/2012
Primera Lectura
Ezequiel 18, 21-28
Lectio
Esto dice el Señor: "Si el pecador se arrepiente de los
pecados cometidos, guarda mis preceptos y practica la rectitud y la justicia,
ciertamente vivirá y no morirá; no me acordaré de los delitos que cometió:
vivirá a causa de la justicia que practicó. ¿Acaso quiero yo la muerte del
pecador, dice el Señor, y no más bien que enmiende su conducta y viva?
Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, no se
recordará la justicia que hizo. Por la iniquidad que perpetró, por el pecado
que cometió, morirá. Y si dice: ‘No es justo el proceder del Señor‘, escucha,
casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de
ustedes el injusto?
Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y
muere, muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal
que hizo y practica la rectitud y la justicia, él mismo salva su vida. Si
recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no
morirá".
Meditatio
Si algún defecto podríamos encontrarle a Dios ese sería su
FALTA DE MEMORIA PARA NUESTROS PECADOS. Dios, como nos lo dice hoy el Profeta,
no está buscando castigarnos o enviarnos a la muerte eterna, sino todo lo
contrario: continuamente, y desde la creación del hombre, ha buscado por todos
los modos que el hombre lo ame, lo escuche, lo obedezca y tenga con ello la
felicidad en este mundo y en la vida eterna.
La prueba máxima de este proyecto de Dios es habernos
enviado a su propio Hijo para que por él tuviéramos esta vida profunda y llena
de paz. Más aún, conoce nuestra debilidad, y como dice el salmo 103, sabe de
qué barro estamos hechos, por ello no nos trata como merecemos.
Cuando nosotros vamos al sacramento de la Reconciliación con
un profundo arrepentimiento, Dios nos perdona y no se vuelve a acordar de
nuestras faltas jamás. La Cuaresma es un tiempo propicio para reconciliarnos,
no sólo con Dios y con los hermanos, sino incluso con nosotros mismos; es
tiempo de perdonar nuestros errores, de aceptarnos como somos y proponernos o
reproponernos nuevas metas.
Ten ánimo, Dios quiere que tengas vida y que la tengas en
abundancia.
Oratio
Sé, Señor, que no quieres mi muerte o castigarme, sino que
en realidad estás sostenidamente comprometido con mi salvación, sé que el
anhelo de tu gran corazón es que escuche tu voz e instrucción, que enmiende mi
camino y que viva realmente. Quiero esa vida, Señor, la vida según tus
mandamientos, la vida que tú pensaste para mí, una vida de abundancia,
prosperidad y felicidad sin fin, dame tu gracia para asemejarme cada día más a
ti y que mis deseos estén fundados en tu querer.
Operatio
Hoy repetiré constantemente: "Señor, dame tu
vida".
El Evangelio de hoy
Mateo 5, 20-26.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les
aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos,
ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el
que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje
con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su
hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será
llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el
altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y
vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por
el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de ahí hasta que hayas pagado el último
centavo".
Reflexión
El cristiano, como nos lo muestra este evangelio, es una
persona con criterios mucho muy diferentes a los del mundo y que va llevando un
verdadero progreso en su conversión.
Y es que el cristiano no es solamente una persona buena, que
no mata, que no roba, que cumple la Ley de Dios sino que es, ante todo, un
hombre o una mujer que está en búsqueda de la santidad, de la perfección, para
quien no cabe siquiera el insulto al hermano. Es alguien que encuentra en la
reconciliación el verdadero camino hacia la paz y para quien la celebración del
culto es más que otra cosa, un encuentro profundo con Dios y con los hermanos.
El tiempo de la cuaresma es un tiempo especial de gracia en
el que Dios derrama de una manera particular su amor en nuestros corazones.
¿Por qué no empezar en este período a reconciliarnos entre nosotros, con un
profundo deseo de construir la armonía en nuestros trabajos, escuelas y sobre
todo en nuestras familias?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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