7/03/2012
Primera Lectura
Jeremías 18, 18-20
Lectio
En aquellos días, los enemigos del profeta se dijeron entre
sí: "Vengan, tendamos un lazo a Jeremías, porque no le va a faltar
doctrina al sacerdote, consejo al sabio, ni inspiración al profeta. Vengan,
ataquémoslo de palabra y no hagamos caso de sus oráculos".
Jeremías le dijo entonces a Dios
"Señor, atiéndeme.
Oye lo que dicen mis adversarios.
¿Acaso se paga bien con mal?
Porque ellos han cavado una fosa para mí.
Recuerda cómo he insistido ante ti,
intercediendo en su favor,
para apartar de ellos tu cólera".
Meditatio
Hay ocasiones en nuestra vida en las que sentimos que todo
se derrumba a nuestro alrededor; nuestra salud se debilita, nuestros negocios
no van bien, la economía se viene abajo, problemas con la familia, con la
comunidad, etc. Es precisamente en estos momentos en los que el ser cristiano
se pone totalmente de manifiesto, ya que mientras el común de la gente se
desespera y busca solucionar la crisis por sus propias manos, el cristiano
invita a Dios a intervenir para poder superar juntos dicha crisis. Esto hace
que la paz permanezca en el corazón del hombre, pues sabe que Dios es poderoso,
sabe que lo ama y que no lo abandonará jamás.
Cuando te sientas atribulado y no encuentres solución para
tus problemas, clama a Dios como el profeta: "Señor, atiéndeme".
Serás entonces testigo del poder y de la infinita misericordia de Dios.
Oratio
Señor, atiénde a la voz de mi súplica, tú conoces mi vida,
cada parte de mí, lo bueno y lo malo que hay en mí. Mírame con bondad, Señor, y
protégeme en el día de tribulación, en todo aquello en donde me siento como en
una fosa. Ven, Dios mío, y sálvame. Tú sabes lo que necesita mi corazón para
pertenecerte completamente, así que solo te pido tu fuerza y tu gracia para que
no sea mi enemigo el que triunfe, sino que, incluso en las situaciones
difíciles, pueda ver tu mano ayudándome y sosteniéndome.
Operatio
El día de hoy oraré a Dios para pedir especialemente por
aquellas personas que me persiguen, que me molestan, que pareciera que gozan
con lo que a mí me molesta. Levantaré una oración pidiéndole al Padre Celestial
que tenga misericordia de ellos, y yo mismo mostraré misericordia, a fin de que
encuentren la verdadera vida en Jesús.
El Evangelio de hoy
Mateo 20, 17-28
En aquel tiempo, mientras iba de camino a Jerusalén, Jesús
llamó aparte a los Doce y les dijo: "Ya vamos camino de Jerusalén y el
Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, que
lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él,
lo azoten y lo crucifiquen; pero al tercer día, resucitará".
Entonces se acercó a Jesús la madre de los hijos de Zebedeo,
junto con ellos, y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó:
"¿Qué deseas?" Ella respondió: "Concédeme que estos dos hijos
míos se sienten, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, en tu Reino".
Pero Jesús replicó: "No saben ustedes lo que piden. ¿Podrán beber el cáliz
que yo he de beber?" Ellos contestaron: "Sí podemos". Y él les
dijo: "Beberán mi cáliz; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi
izquierda no me toca a mí concederlo; es para quien mi Padre lo tiene
reservado".
Al oír aquello, los otros diez discípulos se indignaron
contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: "Ya saben que
los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. Que no
sea así entre ustedes. El que quiera ser grande entre ustedes, que sea el que
los sirva, y el que quiera ser primero, que sea su esclavo; así como el Hijo
del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar la vida por la
redención de todos".
Reflexión
Una de las imperfecciones que causan mucho retraso en la
vida espiritual y que se mezclan de manera muy sutil en nuestra vida es la
envidia. Es increíble que aun como cristianos no sepamos alegrarnos de los
bienes y de las bendiciones que reciben nuestros hermanos, y en ocasiones
sentimos hasta coraje de que Dios los haya bendecido; no sólo en el plano
económico, sino como nos lo presenta hoy el evangelio, en el ámbito social, que
se extiende hasta el religioso. Esto, como nos lo dice Jesús, es entendible que
se presente en los paganos, en los que no están llenos del amor de Dios pero,
¿en nosotros? Lógicamente esto genera críticas y enemistades.
Qué diferente sería nuestra vida, si al ver que uno de
nuestros hermanos recibe una bendición, nos alegráramos con él. Seguramente que
nuestra vida estaría llena de paz y felicidad. Cambia tu actitud y "verás
qué bueno es el Señor".
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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