6/03/2012
Primera Lectura
Isaías 1, 10. 16-20
Lectio
Oigan la palabra del Señor, príncipes de Sodoma;
escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra:
"Lávense y purifíquense;
aparten de mi vista sus malas acciones.
Dejen de hacer el mal, aprendan a hacer el bien,
busquen la justicia, auxilien al oprimido,
defiendan los derechos del huérfano
y la causa de la viuda. Vengan, pues, y discutamos, dice el
Señor.
Aunque sus pecados sean rojos como la sangre,
quedarán blancos como la nieve.
Aunque sean encendidos como la púrpura,
vendrán a ser como blanca lana.
Si son ustedes dóciles y obedecen,
comerán los frutos de la tierra.
Pero si se obstinan en la rebeldía,
la espada los devorará".
Meditatio
La invitación que nos hace Dios hoy por medio del profeta es
muy clara: "aprendan a hacer el bien". Es importante notar que Dios
nos conoce y sabe que el ser humano crece y se desarrolla siguiendo procesos, y
que es muy difícil que las cosas cambien de la noche a la mañana. Por ello, hoy
nos invita a entrar a la escuela del amor para "aprender a hacer el bien".
Y es que en esta escuela, el maestro y director es el Espíritu Santo. Asistir a
sus clases es irle dando espacio en nuestra vida por medio de la oración y de
los sacramentos. Quienes participan de esta escuela notarán cómo día con día,
el pecado va desapareciendo de su vida y la caridad se va haciendo cada vez más
manifiesta y operante. Dios no nos pide cambios que están fuera de nuestras
posibilidades, pero nos pide disposición y cooperación a su gracia; seamos
dóciles y así evitaremos que el mal nos domine.
Oratio
Espírtu Santo, gracias por tu acción en mi vida, gracias
porque cada día me insistes en que me acerque a mi Padre celestial. Reconozco
lo que tú ya sabes de mí, que aún me encuentro habituado a hacer el mal y que
todavía tengo cosas en mi vida de las cuales Jesús no se enseñorea; siempre
pediré perdón por ellas. Pero hoy quiero pedir perdón, más que por eso, por mi
falta de docilidad a tus inspiraciones, pues estoy seguro de que si yo me
dejara guiar, iría realmente adelantado en eso de "aprender a hacer el
bien". Limpia mi culpa, Espíritu, y lava a fondo mi maldad, sigue dándome
tu luz para vencer al mal a fuerza de hacer el bien.
Operatio
Hoy seré más sensible de lo que hay a mi alrededor, sobre
todo del que vive oprimido; de la viuda, del huérfano y de las situaciones en
dónde hace falta que brille la justicia de Dios. Y además de ser sensible,
pondré mi mejor empeño en hacer el bien de una manera real y concreta.
El Evangelio de hoy
Mateo 23, 1-12
En aquel tiempo, Jesús dijo a las multitudes y a sus
discípulos: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y
fariseos. Hagan, pues, todo lo que les digan, pero no imiten sus obras, porque
dicen una cosa y hacen otra. Hacen fardos muy pesados y difíciles de llevar y
los echan sobre las espaldas de los hombres, pero ellos ni con el dedo los
quieren mover. Todo lo hacen para que los vea la gente. Ensanchan las
filacterias y las franjas del manto; les agrada ocupar los primeros lugares en
los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; les gusta que los
saluden en las plazas y que la gente los llame ‘maestros‘.
Ustedes, en cambio, no dejen que los llamen ‘maestros‘,
porque no tienen más que un Maestro y todos ustedes son hermanos. A ningún
hombre sobre la tierra lo llamen ‘padre‘, porque el Padre de ustedes es sólo el
Padre celestial. No se dejen llamar ‘guías‘, porque el guía de ustedes es
solamente Cristo. Que el mayor de entre ustedes sea su servidor, porque el que
se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
Reflexión
Aunque este evangelio está referido especialmente a los
líderes religiosos (sean o no clérigos), no podemos negar que presenta la
realidad de la soberbia que existe en todos nosotros. O, ¿quién podría negar,
que cuando se presenta la ocasión, no busca tomar los puestos de honor, que su
nombre esté entre luces de colores, que toda la gente hable de él, ser la
estrella de su propia película? Sobre todo, esto ocurre en aquellos a los que
Dios ha puesto al frente de cualquier grupo humano, desde el padre de familia
hasta el ejecutivo; el político y el sacerdote. Se nos olvida con frecuencia
que nuestra vida cristiana se manifiesta en la humildad, que el único
importante en toda conversación es Cristo, que Él es el único que merece el
poder, el honor y la gloria, y que el elemento que plenifica nuestra vida es el
servicio.
Entrenémonos en esta Cuaresma tomando los últimos lugares,
dándole el lugar de honor en nuestra vida a Cristo y sirviendo con alegría a
los demás.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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