Primera Lectura
2 Samuel 7, 4-5. 12-14. 16
Lectio
En aquellos días, el Señor le habló al profeta Natán y le
dijo: "Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto:
‘Cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres,
engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino.
Él me construirá una casa y yo consolidaré su trono para
siempre. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino
permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente‘".
Meditatio
Este pasaje está referido sin lugar a dudas a Jesús, quien
será el descendiente esperado del pueblo y aquel que reinará por siempre.
Para la realización de esta profecía Dios escogió a José de
Nazaret, descendiente de la casa davídica para que él fuera quien le diera el
"linaje" (diríamos hoy, el apellido) de la familia de David. Sabemos
que José no es el padre de Jesús, pues fue engendrado del Espíritu Santo, sin
embargo, cumplió en todo como padre de Jesús: le dio su apellido, lo educó, le
comunicó la ley y enseñó a vivir de acuerdo a la Alianza y finalmente le enseñó
su propio oficio de carpintero.
Todo esto nos habla de algo que a veces se va perdiendo en nuestros
hogares y es: "el tener tiempo para los hijos". Es tal la actividad
del hombre moderno (cabeza de la familia), que muchas veces deja toda la carga
de la educación en la esposa, sin embargo, la presencia y educación paterna es
FUNDAMENTAL para el desarrollo equilibrado de los niños y niñas.
Jesús, como hombre, se desarrolló gracias a la cercanía de
José y su preocupación por su educación; ojalá y todos los que han sido
llamados a ser papás lo sepan imitar dándose tiempo para compartir con sus hijos.
Oratio
Señor, tu amor y tu voluntad son eternas, permíteme saber
escucharte y aceptar de ti lo que pides para que, como David, sepa continuar tu
Obra Salvadora haciendo tu voluntad cada día sin afectar ni interrumpir tu Plan
de Salvación.
Operatio
Hoy dedicaré un tiempo del día a la convivencia, bienestar y
educación familiar.
El Evangelio de hoy
Mateo 1, 16. 18-21. 24
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació
Jesús, llamado Cristo.
Cristo vino al mundo de la siguiente manera: Estando María,
su madre, desposada con José y antes de que vivieran juntos, sucedió que ella,
por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era
hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto.
Mientras pensaba en estas cosas, un ángel del Señor le dijo
en sueños: "José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa a María,
tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un
hijo y tú le pondrás el nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados".
Cuando José despertó de aquel sueño, hizo lo que le había
mandado el ángel del Señor.
Reflexión
José pasa desapercibido en la historia, y sin embargo, su
papel fue sumamente importante, no sólo como protector de la Sagrada Familia,
sino como un modelo de fe en medio de la más terrible oscuridad. Pensémos que
la noticia que se le da es totalmente fuera de la lógica humana: su esposa ha
concebido del Espíritu Santo. La Escritura de hoy nos dice que "mientras
pensaba en esto", lo cual nos refleja a un hombre que no se da por
vencido, ama a su esposa y busca la manera de conciliar su pensamiento con la
obra de Dios. Ciertamente la concepción virginal de Jesús sobrepasa cualquier razonamiento
humano por lo que Dios envía un ángel a explicarle parte de este misterio.
Hoy en día los matrimonios, a las primeras dificultades (que
en nada se comparan a la vivida por esta joven pareja), inmediatamente
consideran como primera opción el divorcio. Se nos ha olvidado luchar por lo
que amamos; que somos débiles y que podemos pecar, por lo que hay que saber
perdonar; se nos olvida que en el matrimonio Dios se compromete bajo
"alianza" a sacar adelante con nuestra cooperación a la pareja; finalmente,
se nos ha olvidado que "todo es posible para aquel que tiene fe" y
que al final el amor triunfará.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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