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miércoles, 21 de septiembre de 2011

ROBERTO EL MONJE


ROBERTO EL MONJE


Nos ocurre algo extraordinario, y es que no sabemos cuál de dos ROBERTUS escoger para decidir cuál fue el Maestro Saint Germain. Vamos a relatar lo que se sabe de ambos, y tú decidirás cuál te parece el más indicado.


El primero de los dos, Robertus de Torigny, monje, nació en el año 1110. Fue prior de Bec primero, luego abad del Mont Saint Michel.


Escribió crónicas históricas que cubrían un período desde el año del Señor 385, hasta el año en que murió, en 1186. La historia refiere que sus escritos fueron de gran valor para la historia anglo-normanda, al tiempo que también lo fueron por tratar de asuntos continentales. Es pertinente que este ego pudiera recordar los sucesos de sus dos vidas anteriores, una ocurrida en los años de 303, que coincide con la Historia que fechó “385”, la segunda en el próximo siglo, o sea muy cercana a la anterior; y luego, el dato de que era valiosa para la historia anglo-normanda Albano residió en el Sud-Oeste de la Isla que, siendo posesión romana, fue invaEl segundo, ROBERTUS DE AUXERRE, monje, nació en 1156, murió en 1211.


El abad del monasterio de Saint Marien, donde ingresó, le exigió que escribiera una historia universal que abarcara el período entre la creación del mundo y el año 1211, año en que esto ocurría.


Robertus de Auxerre se volvió una autoridad de la historia entre los años 1181 y 1211, año en que murió. Después de su muerte otros escritores continuaron la labor, pero la historia de Robertus de Auxerre fue constantemente utilizada por todos los demás historiadores. El manuscrito original se conserva siempre en Auxerre.


El “Hilo de Ariadna” nos dice que es típico del Maestro Saint Germain comenzar algo y convertirse en autoridad de ello. Si este fue nuestro Amado Maestro, algo muy grande debe haber en ese fragmento, que hizo encarnar a un ser y vivir sólo cincuenta y cinco años, ¡justo el tiempo para efectuarlo!


ROGER BACON: EL MONJE MÉDICO


Conocido por “DOCTOR MIRABILIS”, nació en Somerset, Inglaterra, en el año 1294. Grandes cosas venía a hacer el Espíritu del Maestro. Volvía a nacer para actuar en Órdenes Religiosas (nos dice el “Hilo de Ariadna”) cuando tenía la Inquisición setenta años actuando y había que poner un contrapeso. Nació en Inglaterra, donde no entró la Inquisición, con toda la intención de defender a capa y espada el desarrollo esotérico que él – en la persona de Proclus – había restablecido en la tradición religiosa. La Inquisición quería a toda costa aniquilar y desaparecer, desacreditando y quemando vivo a todo el que manifestara poseer, ni más ni menos que ¡los dones del Espíritu Santo! Tildando de “brujerías” todo lo que no fuere dogma y fanatismo.


Naturalmente era un muchacho notable por su gran precocidad. Escogió su cuna en el hogar de un rico granjero que le pudiera permitir dedicarse a todo lo que se le antojara estudiar, y nació con una gran avidez por los estudios. El granjero que creyó lograr un hijo varón que llevar el arado, se encontró que le era imposible obligar a su hijo a ninguna otra cosa que no fuera los libros. Lo llevó donde el cura del pueblo quien lo aceptó gustoso; pero pronto se formó tal conflicto entre el padre, el hijo y el cura, que Roger se fugó de su casa y fue a refugiarse en un monasterio franciscano donde pudo entregarse a sus estudios. 


Con el tiempo los frailes franciscanos lo enviaron a Oxford a completar su educación, y más tarde a París.


Entre tantas otras cosas, estaba en Ley que Roger se interesara en las Ciencias Ocultas, y pronto adquirió grandes conocimientos en magia blanca, como se les dice hoy.


Para esto había encarnado el Espíritu de Saint Germain, y Roger Bacon se dio a conocer por siempre como el Frater del Ocultismo. En compañía de Alberto el Magno, Obispo de Ratisbonne, alquimista, cientista y mago, y el tutor de éste, Tomás de Aquino, sabio, logista, severo metafísico y mago, practicaban no solamente la alquimia sino lo que entonces se llamaba “ciencias experimentales”, pero que no eran otra cosa que a lo que hoy se le dice “brujerías”, lo cual, a su vez consiste en la colaboración de Elementales del Plano Psíquico, en lo cual eran expertos Moisés y los hierofantes egipcios.


Además de esto, Roger Bacon se destacaba en química, matemáticas, astronomía, metafísica, biología con especialización en la multiplicación de las especies, en ingeniería, construcción y ciencias mecánicas por las cuales anunció la posibilidad futura de barcos sin remos, de coches sin caballos, de máquinas para volar que luego fueron un hecho. En medicina mereció el título de DOCTOR MIRABILIS por su obra “De Mirabilis Potestate Artis et Natura”.


Descubrió los lentes convexos para telescopios y para corregir la presbicia. Su nombre será siempre asociado con la pólvora que ayudó a descubrir. Sus experimentos en la química lo llevaron, por supuesto, a investigar la “Piedra Filosofal” y de allí a la Purificación del Oro y al Elixir de Vida sólo había un paso. Por efectos de la purificación del cuerpo, con la ayuda de ciertas yerbas apropiadas y un conocimiento de los astros, compuso el líquido que luego, (cuando actuó en la corte de los Luises) mencionó como razón de su longevidad.


Roger Bacon era un luchador por la libertad de pensamientos, y en una era de tanta ignorancia, todas estas cosas eran vistas con profunda sospecha, hasta el punto de terminar con la persecución por los Hermanos de su propia Orden, quienes al fin lo echaron a la calle por rebelde y revolucionario. Pero para esto precisamente había encarnado ese Ego y se fue a refugiar en París, donde había hecho sus estudios. Sin embargo, allí se encontró bajo un régimen de represión y apeló al Papa Clemente IV quien expresó el deseo de poseer copia de su obra. 


El fogoso franciscano logró insultar a todo el mundo inclusive a Alberto el Magno y a Tomás de Aquino a quienes catalogó de ignorantes e iletrados en Filosofía y Metafísica, como también a sus confráteres los fransciscanos y los dominicos. ¡No en vano es nuestro Patrón y Avatar de la Nueva Era!
Después de tanta conexión con órdenes y países de lengua latina, ya no escribía en otro idioma que en latín, y, a pesar de grandes problemas económicos logró terminar sus obras: “Opus Majus”, “Opus Minus” y “Opus Tertium”. Estos encontraron favor con Clemente IV y le fue permitido regresar a Oxford para continuar sus estudios científicos. Allí escribió un compendio de Filosofía en el cual manifestaba el error entre las relaciones de la Filosofía y la Teología. Esto desagradó tanto a las autoridades eclesiásticas que lo encarcelaron y le quemaron todos sus libros.


Con relación a su tiempo, el nivel intelectual de Roger Bacon era de suma altura. Él fue el primero en propugnar que la observación y la experimentación eran indispensables para alcanzar conocimientos científicos en las Ciencias Naturales, o lo que es lo mismo, que no se pueden estudiar los fenómenos psíquicos (léase magia y brujería, espiritismo, etc.) sin experimentarlos.


En una ocasión estaba el Rey visitando a un noble señor de Oxfordshire, y conociendo la fama del monje Bacon, el Rey expresó su deseo de conocerlo. El señor del castillo envió un mensajero a buscarlo a Oxford. Roger asintió y le dijo al mensajero: “Salga usted adelante y anúncieme, aunque mejor le predigo que yo llegaré antes que usted donde el Rey”. El mensajero se rió y le hizo la apuesta que él llegaría pronto, ya que no eran sino apenas unas cinco millas. 
Sin embargo salió de inmediato el monje poco después.


Roger llegó donde el Rey quien le dio la bienvenida y le pidió que le diera a él y a su Corte una manifestación de sus habilidades. Roger aceptó cortésmente y le contestó al Rey:


- Le daré gusto a varios de vuestros sentidos, Majestad. Diciendo lo cual sacó una varita llamada “de virtud”, hizo unos movimientos en el aire. De pronto se oyó una bella música que venía del éter. Haciendo otros gestos, hizo aparecer un grupo de bailarines quienes formaron un precioso ballet al son de la música. 


Volvió a gesticular Bacon y se esparció un delicioso perfume por todo el ambiente.


Desapareció el cuerpo de baile y apareció una mesa colmada de los más deliciosos manjares. Comieron todos los personajes presentes y Bacon se dirigió al Rey para saber si aún deseaba ver algo más de su magia. El Rey se mostró satisfecho y le instó a que pidiera algún favor a su vez. Roger le contestó que no deseaba otra cosa que encontrar el favor de su Rey. Este le aseguró el amor de su Corte y el de Él mismo y le hizo el don de una preciosa joya.


Al darle las gracias, Bacon le comentó: “Al que no veo aquí es al mensajero por el que Su Majestad envió a buscarme”. Todos los cortesanos voltearon a buscarlo por todas partes con la mirada, y de pronto uno de ellos exclamó que allá lo veía venir. Se presentó en efecto el mensajero, pero tan destartalado y tan molesto que al verle lanzó una imprecación de ira. Para apaciguarlo Roger le dijo: “Tengo una manifestación especial para usted, amigo, mire!” y diciendo levantó uno de los cortinajes del salón, descubriendo una de las ayudantes de cocina, cucharón en mano y asustadísima por haber sido descubierta.


-Pero, agregó Bacon, como no estoy a punto de saber cómo anda usted de dinero, voy a hacerle el favor de costearle el viaje hasta su casa de usted, a esta amorosa chiquilla, y se desapareció la muchacha.


Esto es una muestra de los espectáculos que gustaban en aquella época, y que practicaban los trovadores y actores de la Edad Media. Se lograban con la colaboración de los Elementales del Plano Astral, o psíquico, pero acarreaban un gran peligro, y es que UNA VEZ QUE SE LE ABRE LA PUERTA A LOS ELEMENTALES, ES MUY DIFÍCIL DESALOJARLOS Y QUE REGRESEN A SU PLANO. Por esta razón perduraron tanto tiempo los encantamientos de castillos, los aparecidos en lugares muy antiguos; dondequiera que se hablaba de una casa encantada, o de cuentos de aparecidos, de fantasmas, o de personas que “vendían su alma al diablo” u otros favores, ocurría porque había habido espectáculos y ocurrencias en esos lugares. Aquellos Elementales a quienes se les abría la puerta astral, no querían volverse a ir del plano físico. El “diablo” no era sino un Elemental que se presentaba en forma y con aspecto terrorífico y que ofrecía todas las maravillas para engatusar a los incautos con el fin de que se le abrieran de par en par las puertas del plano físico.


Tal es el relato de un caso típico en que actuó Fray Roger Bacon. Un hombre estaba acribillado de deudas y un Elemental trajeado de diablo le ofreció grandes sumas de dinero para salvarlo, siempre que le prometiera entregarle su alma después de haber pagado todas sus deudas. Como era de imaginar, el hombre pagaba y pagaba pero no tenía ninguna prisa de terminar de liquidar todas sus deudas. Llegó al fin el momento en que no podía hacer esperar más tiempo a sus acreedores, y su desesperación era tal que iba a quitarse la vida, cuando Fray Bacon le detuvo la mano y le preguntó el motivo de aquello. El hombre le refirió los hechos y el monje le contestó.


-Vaya al lugar de la cita con el diablo, pero niegue todo lo que él le reclame. Si continúa reclamándole, insista en nombrar un juez, y sobre todo insista en que sea el primer hombre que pase por allí.


El hombre procedió tal como se le había dicho, y cuando el diablo insistió diciéndole: “Tu alma me pertenece ahora y yo insisto en que me la entregues”, el hombre repuso: -Yo insisto en que interfiera un juez. Vamos a detener el primer hombre que pase por aquí.


-Muy bien, repuso el diablo, y esperaron unos minutos. Pasó Fray Bacon, como lo esperaba el hombre, y deteniéndolo le explicó la situación. El Diablo también le dirigió la palabra a Fray Bacon diciéndole: -La condición era que una vez terminado de pagar a sus acreedores, me pagara a mí, entregándome su alma. El tiempo ha expirado. Ya ha pagado todo.


El monje contestó: “Está claro como el día, siempre que sea verdad que ya pagó todas sus deudas”.


-Pregúnteselo a él mismo- dijo el diablo- El hombre convino en que eso era la verdad. Entonces Fray Bacon continuó: “Dígame, buen hombre, usted no le ha entregado nada aún al diablo?”


-Nada, señor.


-Entonces- contestó el monje- no le dé usted ni un centavo y quedará libre. El convenio fue, dijo dirigiéndose al diablo, que usted respetaría a este hombre mientras debiera algún dinero. Pues entonces, ¿cómo va usted a molestarlo si le debe a usted todo lo que le entregó? Yo le ordeno a usted que desaparezca, ¡por la Santa Cruz!


El diablo desapareció en un relámpago y el fraile volviéndose al hombre le recomendó que jamás le pagara un centavo al diablo.


Poco a poco se fueron arrepintiendo las gentes por haber inmiscuido a los Elementales en asuntos del Plano Físico y se fue regando la especie de que “traía mala suerte” aquello de invocar a los espíritus en el llamado “espiritismo”.


Almas valientes y estudiosas como la de nuestro Amado Maestro se encargaron de enseñar la Verdad a través de los tiempos.


El monje Roger Bacon estuvo encarcelado durante catorce años. Fue al fin puesto en libertad, pero murió a los dos años, en el 1294.


Extaraido del libro de Metafísica 4 en 1 Vol. 1 de Conny Méndez



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