09/01/2013
Primera Lectura
1 Juan 4, 11-18
Lectio
Queridos hijos: Si Dios nos ha amado tanto, también nosotros
debemos amarnos los unos a los otros. A Dios nadie lo ha visto nunca; pero si
nos amamos los unos a los otros, Dios permanece en nosotros y su amor en
nosotros es perfecto.
En esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros:
en que nos ha dado su Espíritu. Nosotros hemos visto, y de ello damos
testimonio, que el Padre envió a su Hijo como salvador del mundo. Quien
confiesa que Jesús es Hijo de Dios, permanece en Dios y Dios en él.
Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos
creído en ese amor. Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en
Dios y Dios en él. En esto llega a la perfección el amor que Dios nos tiene: en
que esperamos con tranquilidad el día del juicio, porque nosotros vivimos en
este mundo en la misma forma que Jesucristo vivió.
En el amor no hay temor. Al contrario, el amor perfecto
excluye el temor, porque el que teme mira al castigo; y el que teme no ha
alcanzado la perfección del amor.
Meditatio
Uno de los elementos más maravillosos que Jesús trajo a
nuestras vidas es el amor de Dios, ya que con ello, como hoy nos los dice el
apóstol, llega también a nuestro corazón la paz; una paz profunda de saber que
él está con nosotros y que con nosotros caminará hasta que lleguemos a la casa
del Padre. Para que este amor permanezca en nosotros, nos dice el texto de hoy,
que debemos vivir de la misma forma que Jesús vivió, es decir, haciendo la
voluntad del Padre, observando su ley y permaneciendo en su amor. Esta es la
clave que crea en nosotros la paz, pues, quien vive haciendo la voluntad de
Dios, vive en él y él vive en nosotros. Por eso no tememos y vivimos con
tranquilidad.
Una vida llena de Dios será una vida en paz y de alegría
pues ésta es una vida llena de amor. No nos desanimemos en el camino del
Evangelio, en el seguimiento de Cristo, en buscar con todas nuestras fuerzas el
hacer su voluntad, cierto que no siempre es fácil, sin embargo, busquemos
complacer a nuestro amado Dios en todo lo que podamos.
Recordemos que la recompensa de esto será siempre la paz
interior y una felicidad maravillosa que Dios mismo creará en nuestra vida y en
nuestros ambientes. Vivamos como Jesús vivió.
Oratio
Señor, tu inconmesurable amor ha echado fuera de mí mis
grandes miedos, el miedo a la muerte, pues sé que solo es la entrada a la
eternidad contigo, el miedo a la desaprobación de la gente, pues lo que más me
importa es lo que tú piensas de mí, sin embargo, reconozco que aún hay temores
arraigados y de los cuales estoy seguro de que la razón es que no he dejado que
la seguridad de tu amor penetre hasta esas áreas; por eso, Dios mío, te entrego
mis temores y te pido que los tornes en un derramamiento profundo y sanador por
tu gran amor.
Operatio
Hoy rechazaré cada sensación de temor en mi vida y por cada
una de esas sensaciones traeré a mis labios la frase: "Gracias, Señor, por
tu gran amor".
El Evangelio de hoy
Marcos 6, 45-52
En aquel tiempo, después de la multiplicación de los panes,
Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se dirigieran a
Betsaida, mientras él despedía a la gente. Después de despedirlos, se retiró al
monte a orar.
Entrada la noche, la barca estaba en medio del lago y Jesús,
sólo en tierra. Viendo los trabajos con que avanzaban, pues el viento les era
contrario, se dirigió a ellos caminando sobre el agua, poco antes del amanecer,
y parecía que iba a pasar de largo.
Al verlo andar sobre el agua, ellos creyeron que era un
fantasma y se pusieron a gritar, porque todos lo habían visto y estaban
espantados. Pero él les habló enseguida y les dijo: "¡Ánimo! Soy yo; no
teman". Subió a la barca con ellos y se calmó el viento. Todos estaban
llenos de espanto y es que no habían entendido el episodio de los panes, pues
tenían la mente embotada.
Reflexión
Cuando las olas de la vida se levantan con ímpetu sobre
nuestra pobre vida, incluso nos puede parecer que el mismo Jesús pasará de
largo dejándonos a merced del viento. El evangelio de hoy nos muestra que Dios
siempre está con nosotros, que "viendo nuestros esfuerzos" por
alcanzar la orilla, se pone en camino para rescatarnos y llevarnos a puerto
seguro. Es importante darnos cuenta del esfuerzo que estaban haciendo los
discípulos
Lo mismo Dios nos pide simplemente cooperar a su gracia, que
no es otra cosa que hacer lo que está en nuestras manos, con la confianza
puesta en que él mismo completará la obra y nos sacará de la crisis. Por ello,
nunca te sientas ni solo ni defraudado, las crisis nos sirven para crecer y
para aprender a confiar totalmente en Dios.
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