3/12/2012
Primera Lectura
Isaías 2, 1-5
Lectio
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y Jerusalén:
En días futuros, el monte de la casa del Señor
será elevado en la cima de los montes,
encumbrado sobre las montañas,
y hacia él confluirán todas las naciones.
Acudirán pueblos numerosos, que dirán:
"Vengan, subamos al monte del Señor,
a la casa del Dios de Jacob,
para que él nos instruya en sus caminos
y podamos marchar por sus sendas.
Porque de Sión saldrá la ley,
de Jerusalén, la palabra del Señor".
Él será el árbitro de las naciones
y el juez de pueblos numerosos.
De las espadas forjarán arados
y de las lanzas, podaderas;
ya no alzará la espada pueblo contra pueblo,
ya no se adiestrarán para la guerra.
¡Casa de Jacob, en marcha!
Caminemos a la luz del Señor.
Meditatio
Al iniciar el Adviento, la Palabra de Dios hoy nos invita a
acercarnos al Señor para que él nos enseñe sus caminos y podamos andar hoy por
sus senderos. Es, pues, un tiempo de oración y de encuentro con su palabra.
Si el mundo ha perdido el sentido de las cosas —y en
particular de las fiestas cristianas—, es porque se ha alejado de los caminos
del Señor y ha preferido seguir sus propios caminos. El tiempo de Adviento se
nos presenta como un espacio muy propicio para que, dándonos tiempo para la
oración y la reflexión, nos demos cuenta que muchas veces la forma de hacer las
cosas, de pensar, de hablar, no son propiamente la forma en que Dios nos ha
instruido a hacerlas. Si hacemos esto, encontraremos que los caminos del Señor,
es decir, la forma de conducirnos en la vida, nos llevan siempre por caminos de
paz y de armonía. Ya el profeta preveía que, con la llegada del Mesías, todos
los pueblos buscarían encontrar estos caminos. Es paradójico que nosotros los
cristianos no tengamos que ir más lejos que nuestra propia Biblia para
encontrarlos, que por desidia o pereza no los busquemos y por ende, no los
encontremos.
Aprovecha este tiempo de oración y reflexión para
redescubrir estos hermosos caminos que, aunque estrechos, nos conducen por el
camino que lleva a la verdadera felicidad. De esta forma, la Navidad será una
verdadera fiesta cristiana.
Oratio
Tú conoces, Señor, mis caminos, pero te pido que me muestres
los tuyos, enséñame a andar por tus sendas eternas, llenas de tu paz, para que
así yo también pueda ser un promotor de paz en el mundo, a partir de la paz en
el corazón de cada persona.
Operatio
Hoy pondré atención en las cosas que me angustian y me
preocupan constantemente y me daré cuenta de cómo me roban la paz, dejaré esas
cosas en las manos de Dios y buscaré las sendas que él me ofrece para resolver
mis penas.
El Evangelio de hoy
Mateo 8, 5-11
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaúm, se le acercó
un oficial romano y le dijo: "Señor, tengo en mi casa un criado que está
en cama, paralítico y sufre mucho".
Él le contestó: "Voy a curarlo".
Pero el oficial le replicó: "Señor, yo no soy digno de
que entres en mi casa; con que digas una sola palabra, mi criado quedará sano.
Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; cuando
le digo a uno: ‘¡Ve!‘, él va; al otro: ‘¡Ven!‘, y viene; a mi criado: ‘¡Haz
esto!‘, y lo hace".
Al oír aquellas palabras, se admiró Jesús y dijo a los que
lo seguían: "Yo les aseguro que en ningún israelita he hallado una fe tan
grande. Les aseguro que muchos vendrán de oriente y occidente y se sentarán con
Abrahán, Isaac y Jacob en el Reino de los cielos".
Reflexión
Jesús pondera hoy la fe de este hombre que no pertenece al
pueblo de Israel, un hombre que cree sin ver, un hombre que está seguro que el
"rabbí" tiene poder para hacer lo que le está pidiendo.
Este es el tipo de fe que es capaz de mover montañas. Sería
bueno que al iniciar este tiempo de Adviento nosotros nos preguntemos si
VERDADERAMENTE creemos en la palabra de Jesús. Muchos cristianos dicen creer
pero, esperan constantemente signos, señales, manifestaciones sensibles de lo
que dicen creer. Creer, es la seguridad de lo que no se ve.
¿Podríamos decir que nuestra fe es como la de este
centurión? ¿Cuál es tu actitud para lo que lees en la Biblia?
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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