18/10/2012
Primera Lectura
2 Timoteo 4, 9-17
Lectio
Querido hermano: Haz lo posible por venir a verme cuanto
antes, pues Dimas, prefiriendo las cosas de este mundo, me ha abandonado y ha
partido a Tesalónica. Crescencio se fue a Galacia, y Tito, a Dalmacia. El único
que me acompaña es Lucas. Trae a Marcos contigo, porque me será muy útil en mis
tareas. A Tíquico lo envié a Efeso.
Cuando vengas, tráeme el abrigo que dejé en Tróade, en la
casa de Carpo. Tráeme también los libros y especialmente los pergaminos.
Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho daño. El Señor le
dará su merecido. Cuídate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra
predicación.
La primera vez que me defendí ante el tribunal, nadie me
ayudó. Todos me abandonaron. Que no se les tome en cuenta. Pero el Señor estuvo
a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el
mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos.
Meditatio
Una de las cosas que más ayudan para nuestro crecimiento
espiritual es el tener un buen maestro y la compañía de hermanos que piensan
como nosotros y que están también buscando la santidad y el agradar en todo al
Señor, siendo radicales en el seguimiento del Evangelio. Auque no es el tema
propio de este texto, vemos en el trasfondo a San Lucas, quien encontraría a
San Pablo muy posiblemente en su segundo viaje misionero y a partir de ahí lo
acompañará siempre hasta el final de sus días.
San Lucas, que de acuerdo a lo que él mismo nos dice, lo
investigará personalmente con los propios testigos oculares, de San Pablo
aprendió a amar a Jesús con todo su corazón, a descubrir en él la razón de su
vida. Vio a San Pablo predicar con pasión, lo vio sufrir por Cristo, lo vio
pasar largas horas en oración; en una palabra, aprendió de San Pablo lo que
significa ser y vivir como un auténtico cristiano enamorado del Dios que lo ha
salvado y que le ha dado razón a su vida.
Busca tú también tener amigos santos, hombres y mujeres que,
como tú, busquen a Dios; con los cuales puedas crecer, aprender de su vida y de
su oración. Como dice el libro del Eclesiástico: quien encuentra un amigo, ha
encontrado verdaderamente un tesoro.
Oratio
Padre lleno de amor, que nos iluminas con la luz de la
Palabra para alcanzar la vida que nos tienes preparada desde antes de la
creación del mundo, derrama sobre nosotros tu Espíritu Santo para que, atentos
a esa Palabra, sigamos a tu Hijo llevando nuestra cruz, pero atentos a las
necesidades de nuestros hermanos para que merezcamos ser partícipes de esa vida
que él nos ha ganado en la cruz. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Operatio
Atento al llamado que Dios me hace a ser solidario con mis
hermanos que sufren, dedicaré algo de mi tiempo o de mis bienes para socorrer
las necesidades de algún hermano que lo requiera.
El Evangelio de hoy
Lucas 10, 1-9
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos
discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y
lugares a donde pensaba ir, y les dijo: "La cosecha es mucha y los
trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe
trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en
medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a
saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz
reine en esta casa‘. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de
ustedes se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban
de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de
casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les
den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino
de Dios‘".
Reflexión
Jesús continúa llamando hombres y mujeres de todas edades y
condiciones para que se unan al grupo de apóstoles, al grupo de hermanos y
hermanas que infatigablemente anuncian por doquier la Buena Nueva del
Evangelio. No siempre es fácil, pues, por un lado nos encontramos con la
fragilidad de la naturaleza humana, y con ello, la pereza, el desinterés, la
pena, la falta de preparación y, por otro lado, con la dificultad propia de
presentar a los demás un mensaje que, a simple vista, parecería traer sólo más
problemas y restricciones a la vida. Sin embargo, si nosotros le respondemos
con generosidad, como lo hizo san Lucas y muchísimos hermanos y hermanas a lo
largo de la historia, lograremos establecer el Reino, y con ello, llegará la
paz y la armonía a nuestra casa, a nuestra sociedad, en fin, a nuestro mundo.
No dejemos a Jesús trabajar solo, únete hoy a su equipo de
evangelizadores, te lo aseguro: No te vas a arrepentir.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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