17/09/2012
Primera Lectura
1 Corintios 11, 17-26
Lectio
Hermanos: Con respecto a las reuniones de ustedes
ciertamente no puedo alabarlas, porque les hacen más daño que provecho. En
efecto, he sabido que, cuando se reúnen en asamblea, hay divisiones entre
ustedes, y en parte lo creo. Es cierto que tiene que haber divisiones, para que
se ponga de manifiesto quiénes tiene verdadera virtud.
De modo que, cuando se reúnen en común, ya no es para comer
la cena del Señor, porque cada uno se adelanta a comer su propia cena, y
mientras uno pasa hambre, el otro se embriaga. ¿Acaso no tienen su propia casa
para comer y beber? ¿O es que desprecian a la asamblea de Dios y quieren
avergonzar a los que son pobres? ¿Qué quieren que les diga? ¿Que los alabe? En
esto no los alabo.
Porque yo recibí del Señor lo mismo que les he transmitido:
que el Señor Jesús, la noche en que iba a ser entregado, tomó pan en sus manos,
y pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo,
que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía".
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
"Este cáliz es la nueva alianza que se sella con mi sangre. Hagan esto en
memoria mía siempre que beban de él".
Por eso, cada vez que ustedes comen de este pan y beben de
este cáliz, proclaman la muerte del Señor, hasta que vuelva.
Meditatio
Este texto es de particular importancia, primeramente porque
es un testimonio de lo que la comunidad cristiana cree y vive, sobre todo con
respecto a la Eucaristía. Podemos darnos cuenta que ya para el año 57 (fecha
posible de la composición de la carta), después de más de 20 años de la
resurrección de Jesús, la comunidad se reúne como Iglesia el primer día de la
semana, es decir el domingo, para celebrar la Eucaristía.
Por otro lado, nos presenta la corrección que el apóstol
hace sobre el desorden a que se ha llegado en ella. Notamos que las
Eucaristías, al principio del cristianismo, tenían una estructura diversa a las
que celebramos hoy en día. Esta se celebraba dentro de una cena en la que, al
final, se proseguía con la consagración del pan y del vino. Esto dio pie para
una serie de abusos que terminará por eliminar la cena, quedando sólo la
eucaristía y la instrucción de los presbíteros.
A casi 2000 años de distancia, notamos que si bien no se dan
los abusos en el tomar y el comer, éstos son de otra índole. Algunos llegan
tarde, otros se van temprano, no falta quien no deja de platicar y de programar
el domingo con los amigos y las amigas, sin contar aquellos que no demuestran
el más mínimo interés en la Eucaristía y asisten para estar como un objeto más
o quienes ni siquiera se toman la molestia de asistir.
San Pablo dice: “Esto es lo que yo recibí del Señor…".
Que esta exhortación del Apóstol nos sirva para analizar nuestra actitud y la
manera en la que participamos de la Eucaristía.
Oratio
Señor, lléname de tu Espíritu para entender la maravilla que
significa que conviertas un trozo de pan y un poco de vino en Ti mismo. Abre
mis ojos Jesús ante este milagro que va mucho más allá de la razón, para que de
ese modo, en cada ocasión en que voy a misa a celebrar ese gran misterio, le dé
la importancia y prioridad que merecen.
Operatio
Hoy haré los arreglos necesarios en mi agenda, con mi
familia y un compromiso personal para no volver a llegar tarde o faltar a misa.
El Evangelio de hoy
Lucas 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús terminó de hablar a la gente,
entró en Cafarnaúm. Había allí un oficial romano, que tenía enfermo y a punto
de morir a un criado muy querido. Cuando le dijeron que Jesús estaba en la
ciudad, le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que
viniera a curar a su criado. Ellos, al acercarse a Jesús, le rogaban
encarecidamente, diciendo: "Merece que le concedas ese favor, pues quiere
a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una sinagoga". Jesús se puso en
marcha con ellos.
Cuando ya estaba cerca de la casa, el oficial romano envió
unos amigos a decirle: "Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de
que tú entres en mi casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte.
Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano. Porque yo,
aunque soy un subalterno, tengo soldados bajo mis órdenes y le digo a uno:
¡Ve!, y va; a otro: ¡Ven!, y viene; y a mi criado: ¡Haz esto!, y lo hace".
Al oír esto, Jesús quedó lleno de admiración, y volviéndose
hacia la gente que lo seguía, dijo: "Yo les aseguro que ni en Israel he
hallado una fe tan grande". Los enviados regresaron a la casa y
encontraron al criado perfectamente sano.
Reflexión
En este pasaje de Jesús, podemos ver la conjugación de dos
elementos que son fundamentales en la vida espiritual: la fe y la intercesión.
Quisiera destacar hoy la importancia de los AMIGOS en la vida espiritual.
Ya en el pasaje del paralítico que fue llevado en camilla
por unos amigos, podemos ver lo importante que es tener buenos amigos en
nuestra vida de fe, pues muchas veces, como en estos dos casos, ellos son el
medio para que Dios se manifieste con poder en nuestra vida o en la vida de
nuestros seres queridos. Un buen amigo siempre estará dispuesto a orar por ti,
a interceder por tus necesidades, es más, a orar contigo. Un buen amigo sabrá
presentar tus necesidades al Señor como si fueras tú mismo, pues te ama y tus
problemas son SUS PROBLEMAS. Por ello dice el libro del Eclesiástico que
"quien encuentra un amigo encuentra un tesoro".
Valora a tus amigos y busca acrecentar su número, ellos
pueden ser el instrumento para que la bendición de Dios llegue a tu vida y a la
de tu familia.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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