19/06/2012
Primera Lectura
Isaías 26, 7-9. 12. 16-19
Lectio
La senda del justo es recta
porque tú, Señor, le allanas el sendero.
En el camino de tus mandamientos te buscamos,
anhelando, Señor, tu nombre y tu recuerdo.
Mi alma te desea por la noche,
y mi espíritu te busca por la mañana,
porque tus mandamientos son la luz de la tierra
y enseñan justicia a los habitantes del orbe.
Tú nos darás, Señor, la paz,
porque todo lo que hemos hecho
eres tú quien lo ha hecho por nosotros.
Acudimos a ti, Señor, en el peligro,
cuando nos angustiaba la fuerza de tu castigo.
Como una mujer que va a dar a luz
que se retuerce y grita angustiada,
así éramos, Señor, en tu presencia:
concebimos y nos retorcimos,
¡pero lo único que hemos dado a luz ha sido viento!
No le hemos dado salvación al país,no le han nacido
habitantes al mundo.
Tus muertos vivirán, sus cadáveres resucitarán,
despertarán jubilosos los que habitan en los sepulcros,
porque tu rocío es rocío luminoso
y la tierra de las sombras dará a luz.
Meditatio
El pasaje de hoy de Isaías está compuesto por una serie de
ideas que pertenecen a un tiempo posterior a las amenazas de las invasiones. En
ellas, el profeta reconoce la bondad del Señor y sobre todo, la necesidad de
tenerlo como protector, y su ley, como el camino de la vida. Nos detenemos hoy
en las palabras del profeta: "Mi alma te desea por la noche, mi espíritu
te busca por la mañana". Esto nos lleva a pensar en ese deseo profundo que
el Espíritu Santo genera en aquellos que experimentan una sed profunda de lo
eterno, de lo divino; nos llevan a pensar en aquellas palabras del salmista:
"Mi alma tiene sed de ti, mi espíritu te busca con ansias".
Este pensamiento, cuando se cultiva en la oración que nos conduce
a probar del agua viva, nos lleva a concluir como san Pablo, que para nosotros
“la vida es Cristo y la muerte una ganancia". Crece vertiginosamente en
nosotros el anhelo de vivir en ÉL, de ser totalmente de él y para él. Esta agua
viva que brota del corazón del enamorado, lo hace vivir siempre en la presencia
del amado.
Cuánto hace falta hoy en nuestra Iglesia, que más hermanos
tengan esta experiencia que nos platica hoy Isaías, y que ha sido la
experiencia de todos los santos, de todos los que han buscado con un corazón
sincero al Señor.
Tú también estás llamado a esta experiencia. Deja, por un
momento, el ruido de tu actividad, cierra las puertas de tu cuarto y, en el
silencio del corazón, encontrarás a Jesús. Te aseguro que a partir de ahí lo desearás
con toda el alma día y noche. Haz la prueba, no te arrepentirás.
Oratio
Señor, quiero decirte como el profeta, "mi alma te
desea por la noche, mi espíritu te busca por la mañana", porque tus
mandamientos son la luz de la tierra, y me enseñan la justicia. Tú me darás,
Señor, la paz, porque todo lo que he hecho, en realidad eres tú quien lo ha
hecho por mí. Señor, acudo a ti en el peligro, clamando por tus misericordias
que son nuevas cada día.
Operatio
Hoy haré una cita con el Señor y tendré un momento largo de
coloquio con Él y lo disfrutaré al máximo. Dentro de esa cita con Él, le pediré
que me ayude a provocar, con más frecuencia, esos momentos.
El Evangelio de hoy
Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: "Vengan a mí, todos los
que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo
sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontrarán descanso, porque mi yugo es suave, y mi carga, ligera".
Reflexión
Después de un día agobiante de trabajo, o un período de
nuestra vida en el que las cosas no han salido precisamente como nosotros las
esperábamos, qué reconfortante es escuchar de Jesús: "Vengan a mí... y yo
los aliviaré". Y es que sólo en Jesús podemos darle el justo valor a todas
las cosas, por eso dice: "Aprendan de mí que soy manso y humilde de
corazón".
El hombre se agita y se sofoca porque le da a las cosas una
dimensión equivocada y porque quiere realizarlas con sus propias manos. Sólo
con la ayuda de Dios es posible realizar, en paz y con alegría, nuestros
proyectos y sólo con su consuelo podemos aceptar, que éstos no hayan salido
como nosotros pensábamos.
Si tu vida y tus proyectos están a medias o no se han
realizado como tú lo esperabas, toma un momento de tu jornada para orar, para
ponerte en los brazos amorosos de Jesús, él te dará la fuerza y la luz para
recomenzar.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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