28/06/2012
Primera Lectura
2 Reyes 24, 8-17
Lectio
Joaquín tenía dieciocho años cuando subió al trono, y reinó
tres meses en Jerusalén. Su madre se llamaba Nejustá, hija de Elnatán, de
Jerusalén. Joaquín, igual que su padre, hizo lo que el Señor reprueba.
En aquel tiempo, subió contra Jerusalén el ejército de
Nabucodonosor, rey de Babilonia, y sitió la ciudad. Nabucodonosor llegó a la
ciudad mientras sus hombres la sitiaban. Entonces Joaquín, rey de Judá, junto
con su madre, sus servidores, sus jefes y sus funcionarios, se rindieron al rey
de Babilonia y éste los hizo prisioneros. Era el octavo año del reinado de
Nabucodonosor.
Nabucodonosor se llevó de Jerusalén todos los tesoros del
templo del Señor y los del palacio real. Destrozó todos los objetos de oro que
Salomón, rey de Israel, había hecho para el templo, conforme a las órdenes del
Señor.
Nabucodonosor se llevó al cautiverio a toda Jerusalén, a
todos los jefes y hombres de importancia, con todos los carpinteros y herreros,
en número de diez mil, y sólo dejó a la gente pobre de la región. También llevó
cautivos a Babilonia al rey Joaquín, con su madre, sus mujeres, los
funcionarios de palacio y toda la gente valiosa, todos los soldados, en número
de siete mil, los carpinteros y herreros, en número de mil; y todos los hombres
aptos para la guerra fueron deportados a Babilonia.
Y en lugar de Joaquín, Nabucodonosor nombró rey a un tío de
Joaquín, Matanías, a quien le puso el nombre de Sedecías.
Meditatio
Con cuanta razón dice san Pablo: El salario del pecado es la
muerte. Es triste que reaccionemos hasta que las consecuencias son graves e
inevitables. El mismo san Pablo en su carta a los gálatas previene a la
comunidad diciéndoles: “No se engañen, de Dios nadie se burla. Lo que siembres,
eso mismo vas a cosechar”. Y es que, en general, pensamos que nuestras acciones
no tendrán consecuencias, que podremos escapar de éstas porque vamos a misa,
porque tenemos algunas prácticas religiosas, sin embargo, como en el Génesis,
el pecado es inexorable y siempre pagará con la muerte. El pueblo de Israel,
igual que el nuestro hoy en día, se había apartado de Dios, haciendo
exactamente lo contrario que Dios había prescrito en la ley. Mandó un sinnúmero
de emisarios, de profetas, que previnieran a la gente y la invitaran a
convertirse, a regresar al Señor, sin embargo, la bonanza que tenía Israel y la
falsa confianza en que tenían prácticas religiosas, o que sus enemigos se
desvanecerían como el humo; hasta que llegó Nabucodonosor y los hizo pedazos.
Hermanos, dice el refrán: “Cuando veas la barbas de tu vecino cortar, pon las
tuyas a remojar”. Aprendamos la lección del pueblo de Israel y regresamos a
Dios antes de que sea demasiado tarde.
Oratio
Señor Dios y Padre de bondad, tú que, por medio de Cristo,
nos llamas constantemente a la conversión y a volver a ti de todo corazón,
danos la fuerza necesaria para ser dóciles al Espíritu Santo y, en el
seguimiento fiel a Jesús, volvamos a ti con un corazón contrito y humillado.
Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Operatio
A mediodía y al anochecer haré un examen de conciencia para
ver si estoy creciendo en mi fidelidad a Dios. Y me haré un pequeño propósito
para cambiar aquello que no es conforme con mi vida cristiana.
El Evangelio de hoy
Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No todo
el que me diga: ‘¡Señor, Señor‘!, entrará en el Reino de los cielos, sino el
que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me
dirán: ‘¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no
hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?‘ Entonces yo les diré en su cara:
‘Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal‘.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica,
se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia,
bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa;
pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en
práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena.
Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra
aquella casa y la arrasaron completamente".
Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de
su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los
escribas.
Reflexión
Jesús concluye esta gran catequesis sobre la vida cristiana
con la invitación a vivirla. No se trata de ser "escuchadores" de la
palabra de Dios, sino actores; de ponerla en práctica.
El hacer milagros, sanar personas, expulsar demonios, no es
un signo de pertenencia a Jesús…; estos signos pueden ser hechos también por
obra del maligno. Por ello no basta decir: "¡Señor, Señor!", sino
vivir de acuerdo al Evangelio. Quien se dedica sólo a "escuchar" la
palabra de Dios, y no hace un verdadero esfuerzo por vivirla, termina con una
vida destrozada. En cambio, quien toma el camino angosto y la puerta estrecha
que conducen a la vida, encontrará que su vida se construye en la paz y la
armonía interior. El Evangelio no es una filosofía, sino la proposición
concreta de Jesús a adoptar un estilo de vida cimentado en el amor, una vida
que es capaz de resistir todos los embates de la vida y permanecer en pie, una
vida que no se deja vencer por las crisis (cualquiera que éstas sean), sino que
las supera y en ello manifiesta la solidez de su fe y su amor al Resucitado.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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