22/06/2011
Primera Lectura
2 Reyes 11, 1-4; 9-18; 20
Lectio
En aquellos días, cuando Atalía, madre del rey Ocozías, vio
que su hijo había muerto, empezó a exterminar a toda la familia real. Pero
cuando los hijos del rey estaban siendo asesinados, Josebá, hija del rey Jorán
y hermana de Ocozías, raptó a Joás, hijo de Ocozías, y lo escondió con su
nodriza en el dormitorio; así, se lo ocultó a Atalía y lo libró de la muerte.
El niño estuvo escondido con ella en el templo durante seis años, mientras en
el país reinaba Atalía. El año séptimo, Yehoyadá mandó a buscar a los
centuriones de los Carios y de la escolta; los llamó a su presencia, en el
templo, se juramentó con ellos y les presentó al hijo del rey. Los centuriones
hicieron lo que les mandó el sacerdote Yehoyadá; cada uno reunió a sus hombres,
los que estaban de servicio el sábado y los que estaban libres, y se presentaron
al sacerdote Yehoyadá. El sacerdote entregó a los centuriones las lanzas y los
escudos del rey David, que se guardaban en el templo. Los de la escolta
empuñaron las armas y se colocaron entre el altar y el templo, desde el ángulo
sur hasta el ángulo norte del templo, para proteger al rey. Entonces Yehoyadá
sacó al hijo del rey, le colocó la diadema y las insignias, lo ungió rey, y
todos aplaudieron, aclamando: "¡Viva el rey!" Atalía oyó el clamor de
la tropa y se fue hacia la gente, al templo. Pero, cuando vio al rey en pie
sobre el estrado, como es costumbre, y a los oficiales y la banda cerca del
rey, toda la población en fiesta y las trompetas tocando, se rasgó las
vestiduras y gritó: "¡Traición, traición!" El sacerdote Yehoyadá ordenó
a los centuriones que mandaban las fuerzas: "Sacadla del atrio. Al que la
siga lo matáis." Pues no quería que la matasen en el templo. La fueron
empujando con las manos y, cuando llegaba a palacio por la puerta de las
caballerizas, allí la mataron. Yehoyadá selló el pacto entre el Señor y el rey
y el pueblo, para que éste fuera el pueblo del Señor. Toda la población se
dirigió luego al templo de Baal; lo destruyeron, derribaron sus altares,
trituraron las imágenes, y a Matan, sacerdote de Baal, lo degollaron ante el
altar. El sacerdote Yehoyadá puso guardias en el templo. Toda la población hizo
fiesta, y la ciudad quedó tranquila. A Atalía la habían matado en el palacio.
Meditatio
La historia de Israel, como nos lo muestra el texto de hoy,
ha sido una historia en la cual muchas veces ha predominado el pecado, llevando
al pueblo a situaciones de infidelidad; sin embargo, Yahve, el Dios de la
alianza, siempre ha sido fiel y ha regresado, mediante los hombres y mujeres
fieles, a la renovación de la alianza y a la amistad con El. Esto revela el
poder que la iniquidad pude tener sobre las instituciones de la Iglesia y sobre
la misma iglesia. Sin embargo, si en el AT Dios mantuvo su palabra y condujo a
su pueblo hasta la plenitud de los tiempos inaugurados por Cristo, cuánto más
no hará por su Iglesia cuando el mismo Jesús prometió a san Pedro que "los
poderes del mal no prevalecerían en ella". Y Dios ha sido fiel y ha
cumplido sus promesas de manera que, a pesar de todos los tiempos difíciles e
incluso pecaminosos de la Iglesia, hoy, después del Concilio Vaticano II, vemos
una tremenda renovación de la Iglesia. Los poderes del mal la amenazan
continuamente, pero no pueden contra ella. Esto nos debe de animar y mantener
en pie cuando vemos situaciones que no convienen y corresponden a la santidad
de nuestros pastores, de nuestros laicos, en fin de la misma Iglesia, pues a
pesar de ellos y de todos nosotros, Dios permanecerá siendo siempre fiel y
llevará a buen puerto a su amada Esposa, la Iglesia. Si ves cosas que no son buenas
de nuestra Iglesia, recuerda que está formada por hombres débiles, pero que
está siempre sostenida por la gracia del Espíritu Santo. Ora por tu Iglesia y
mantén firme tu fe en la promesa del Señor: "Yo estaré con ustedes hasta
el final de los tiempos".
Oratio
Padre de bondad, tú que estás fielemente al lado de tu
iglesia para orientarnos mediante tu Espíritu Santo, haz que seamos dóciles a
su inspiración para que guiados por su fuerza, llevemos a cabo siempre tu
voluntad y seamos dignos merecedores del reino de los cielos prometido por tu
Hijo Jesucristo.
Operatio
Hoy, estaré atento a las necesidades de mis hermanos para
remediarlas con mi tiempo, mis bienes o mi solidaridad.
El Evangelio de hoy
Mateo 6, 19-23
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No
acumulen ustedes tesoros en la tierra, donde la polilla y el moho los
destruyen, donde los ladrones perforan las paredes y se los roban. Más bien,
acumulen tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el moho los destruyen, ni
hay ladrones que perforen las paredes y se los roben; porque donde está tu
tesoro, ahí también está tu corazón. Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de
manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz. Pero si tus
ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería
ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!"
Reflexión
En este pasaje, Jesús nos da dos grandes enseñanzas, la
primera sobre el riesgo de atesorar, lo cual desvía el corazón del hombre y con
mucha facilidad lo aparta de Dios y la segunda sobre el uso de nuestros ojos,
los cuales son la fuente de luz u obscuridad para el corazón. Ya que estamos
siendo testigos de la invasión de pornografía en todos los ámbitos de nuestra
vida, centremos hoy nuestra reflexión en esta última enseñanza. Pensemos por un
momento en la última revista que leímos, el comercial de Televisión y ni qué
decir de la última película que vimos. Veremos que unas veces de manera
discreta, y otras abiertamente, nos encontramos temas sexuales; desde la chica
que sale mostrando ropa interior, hasta escenas de tipo subliminal de alto
contenido erótico. Quizás el más grave daño que ha hecho es que ahora lo
consideramos "normal" y no nos damos cuenta de que eso ha hecho que
la relación con el sexo opuesto se vea empañada e incluso adulterada. Nos damos
cuenta, que aun para muchos hermanos, no es fácil ver al hombre o a la mujer
tal como Dios los creó sino que en su mirada se esconde el efecto de lo que ha
entrado por sus sentidos. Tengamos pues mucho cuidado de lo que vemos y de lo
que leemos, pues de ello puede depender la felicidad de nuestra vida, y
principalmente, para los casados, su misma vida familiar. Tus ojos son la luz
de tu alma, no permitas que se oscurezcan.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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