4/05/2012
Primera Lectura
1 Corintios 15, 1-8
Lectio
Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y
que ustedes aceptaron y en el cual están firmes. Este Evangelio los salvará, si
lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano. Les
transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: Que Cristo murió por nuestros
pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer
día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce;
después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los
cuales vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y
luego a todos los apóstoles. Finalmente, se me apareció también a mí.
Meditatio
Es extraño, pero existen hermanos que piensan que basta con
creer en Cristo para poder salvarse y alcanzar la vida eterna. Este pasaje es
claro cuando dice: "Este evangelio los salvará, si lo cumplen tal y como
yo lo predique, de lo contrario habrán creído en vano". De nuevo aparece
el binomio creer-vivir. Es necesario creer, pero es fundamental vivir de
acuerdo a lo que se cree. De manera que nuestra vida moral y social no pude
estar separada del Evangelio. Si realmente somos cristianos y creemos en Cristo
y su evangelio, debemos obedecerlo, por lo que el trato con mis hermanos,
principalmente con los de mi familia, debe estar basado en el amor que es capaz
de dar la vida; la forma en que llevo mis negocios debe estar centrada en el
principio de: sólo soy un administrador de los bienes de Dios, por lo que debo
buscar la justa distribución de la riqueza entre mis hermanos. Sólo cuando la
vida moral está de acuerdo con la fe es posible que el Reino se haga una
realidad y sólo entonces podremos tener la plena confianza de que nuestra vida
está oculta en Cristo.
Oratio
Señor, quiero ser un verdadero apóstol tuyo, a quien envíes
y que sea capaz de cumplir con tu Palabra que es vida y paz, pero también fuego
y fuerza.
Espíritu Santo, ayúdame a ser de tal modo semejante a Jesús,
que llegue yo a ser un Evangelio viviente en este mundo que desfallece sin
nuestro Señor.
Operatio
Hoy recordaré el modo en que Dios me llamó y la repercusión
de mi respuesta hasta hoy; también le ratificaré que sigo firme hasta el final.
El Evangelio de hoy
Juan 14, 6-14
En aquel tiempo, Jesús dijo a Tomás: "Yo soy el camino,
la verdad y la vida. Nadie va al Padre si no es por mí. Si ustedes me conocen a
mí, conocen también a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto".
Le dijo Felipe: "Señor, muéstranos el Padre, y eso nos
basta". Jesús le replicó: "Felipe, tanto tiempo hace que estoy con
ustedes, ¿y todavía no me conoces? Quién me ha visto a mí, ha visto al Padre.
¿Entonces por qué dices: 'Muéstranos al Padre'? ¿O no crees que yo estoy en el
Padre y que el Padre está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo de
mí propia cuenta. Es el Padre, que permanece en mi, quien hace las obras.
Créanme: yo estoy en el Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí,
créanlo por las obras.
Yo les aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago
yo y las hará aún mayores, porque yo me voy al Padre; y cualquier cosa que
pidan en mi nombre, yo la haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Yo
haré cualquier cosa que me pidan en mi nombre".
Reflexión
¿Podríamos decir que nosotros conocemos a Jesús? ¿Qué es lo
que conoces de Jesús? Felipe y los demás apóstoles que habían vivido con él
durante tres años, resulta que aún no se habían dado cuenta quién era.
Y no es que no supieran en realidad quién era, sino que a
pesar de todas las maravillas que le habían visto realizar, de su palabra llena
de amor, del poder que salía de él mismo y de todas las veces que él había
dicho: YO SOY, todavía no habían comprendido que él es verdadero Dios, de la
misma naturaleza del Padre. La invitación es, pues, ahora clara: Crean que yo
soy verdadero Dios.
A veces me da la impresión que muchos cristianos no creen
VERDADERAMENTE que Jesús sea Dios, pues su relación con él no lo demuestra.
Reconocer que Jesús es verdadero Dios implica obediencia a su Palabra,
continuar su obra y amar a los que él amó (y sigue amando). Revisa estos
elementos en tu vida y verás qué tanto reconoces que Jesús es verdaderamente
Dios.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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