28/02/2013
Primera Lectura
Jeremías 17, 5-10
Lectio
Esto dice el Señor:
"Maldito el hombre que confía en el hombre,
que en él pone su fuerza
y aparta del Señor su corazón.
Será como un cardo en la estepa,
que no disfruta del agua cuando llueve;
vivirá en la aridez del desierto,
en una tierra salobre e inhabitable.
Bendito el hombre que confía en el Señor
y en él pone su esperanza.
Será como un árbol plantado junto al agua,
que hunde en la corriente sus raíces;
cuando llegue el calor, no lo sentirá
y sus hojas se conservarán siempre verdes;
en año de sequía no se marchitará
ni dejará de dar frutos.
El corazón del hombre
es la cosa más traicionera y difícil de curar.
¿Quién lo podrá entender?
Yo, el Señor, sondeo la mente
y penetro el corazón,
para dar a cada uno según sus acciones,
según el fruto de sus obras".
Meditatio
Quizás la causa de que muchos hermanos vivan en una
constante zozobra, llenos de miedos y angustias, es el querer construir su vida
y realizar sus proyectos con sus propias fuerzas. Parecería que, después de
tantos años y de tantos intentos fallidos, no nos hemos dado cuenta de lo
débiles que somos para realizarlo. Si queremos que nuestra vida sea una vida
plena, llena de paz, de alegría, y sobre todo de esperanza, es necesario que le
dejemos más espacio a Dios para obrar en ella. Hoy, más que nunca, el hombre
tiene que dejar que sea Dios quien construya su vida y quien dé impulso a sus
proyectos, pues sólo Dios es poderoso y capaz de hacer lo que para nosotros no
es posible. Poner nuestra confianza en Dios implica soltarse, dejar que Dios
vaya tomando el control de nuestra vida."Pon todo tu esfuerzo -decía un
santo- como si todo dependiera de ti, pero confía totalmente en Dios como si
todo dependiera de él". Esta es la clave para que nuestra vida transcurra
en la paz de Dios.
Oratio
Tú, Señor, conoces mi corazón y cada uno de mis
pensamientos, tú conoces mis acciones. Por eso hoy me dirijo a ti, Dios mío,
para que me enseñes a confiar y a abandonarme en ti. Quiero ser como ese árbol
plantado junto al agua, que siempre está fresco y frondoso; quiero que cuando
venga el calor de la tribulación o la prueba, yo pueda permanecer firme; quiero
que, gracias al contacto contigo, mi vida nunca deje de dar frutos.
Confío en ti, Señor, pues sé que sólo tú puedes sostener mi
vida, darle plenitud y la frescura de tu Espíritu.
Operatio
Hoy buscaré la cosa que más me preocupa y que me agobia y se
la entregaré al Señor, confiando en que será él quien la resuelva; y si él
desea usarme en esa situación, estaré disponible, pero con la firme idea de que
es la mano de Dios ocupándose de mi causa.
El Evangelio de hoy
Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: "Había un
hombre rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba
espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía a la entrada de
su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con las sobras que caían de la
mesa del rico. Y hasta los perros se acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo
llevaron al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba éste
en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó los ojos y vio a
lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a
Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me
torturan estas llamas'. Pero Abraham le contestó: 'Hijo, recuerda que en tu
vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio, males. Por eso él goza ahora de
consuelo, mientras que tú sufres tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se
abre un abismo inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá'.
El rico insistió: 'Te ruego, entonces, padre Abraham, que
mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos, para que les
advierta y no acaben también ellos en este lugar de tormentos'. Abraham le
dijo: 'Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen'. Pero el rico
replicó: 'No, padre Abraham. Si un muerto va a decírselo, entonces sí se
arrepentirán'. Abraham repuso: 'Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no
harán caso, ni aunque resucite un muerto'".
Reflexión
La enseñanza de Jesús es clara: las cosas hay que hacerlas
en este mundo, después ya no tiene sentido. Dos ideas surgen de este texto: la
primera sería el revisar nuestra vida para ver si no estamos dejando nuestras
obras de caridad para cuando no tendrán ya ningún valor. Y esto, porque en el
mundo materialista y tan veloz en el que vivimos, quizás como éste hombre rico,
no nos damos cuenta de cuánta miseria está a nuestro alrededor. Es cierto que
no la podemos resolver totalmente, sin embargo, es seguro que al menos algo
podemos hacer, mucho más si nos organizamos para ello.
La segunda idea sería el pensar en nuestras propias
familias: ¿Están ellas viviendo de acuerdo al Evangelio? El hombre rico se
preocupó de ella cuando ya nada podía hacer. Hoy y ahora es el momento de hacer
algo. Invitarlos a un retiro, a los ejercicios cuaresmales, regalarles un buen
libro (como lectura amena y que lleva a la escritura, está el de Taylor
Caldwell: "Médico de Cuerpos y Almas"), etc.
No dejemos que nuestra vida agitada nos haga perder de vista
al hermano, sobre todo al necesitado.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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