14/06/2012
Primera Lectura
1 Reyes 18, 41-46
Lectio
En aquellos días, dijo Elías a Ajab: "Vete a comer y a
beber, pues ya se oye el ruido de la lluvia". Ajab se fue a comer y a
beber. Elías, mientras tanto, subió a la cumbre del monte Carmelo, se arrodilló
y con su cabeza tocó la tierra. Entonces le dijo a su criado: "Ve a
divisar el mar". El criado fue a ver y le dijo:"No se ve nada". Elías
insistió:"Ve otra vez". El criado volvió siete veces, y a la séptima
le dijo: "Una nubecilla, como la palma de la mano, sube del mar".
Entonces Elías le dijo: "Ve a decirle a Ajab que enganche su carro y se
vaya, para que no lo detenga la lluvia". Y en un instante el cielo se
oscureció de nubes, empezó a soplar el viento y cayó un fuerte aguacero.
Ajab montó en su carro y se fue a Yezrael, y Elías, por
inspiración y con la fuerza del Señor, se ciñó la túnica y fue corriendo
delante del carro de Ajab hasta la entrada de Yezrael.
Meditatio
Es muy probable que quien no conoce a Dios pudiera decir al
terminar de leer este texto: "Seguramente que el escritor exagera o se
trata de algún género literario, pues ¿cómo es posible que una persona pueda
correr más que un caballo?". Para nosotros los cristianos, que hemos sido
testigos del poder de Dios, no sólo en la resurrección de Jesús, sino en todas
las muestras que cotidianamente nos da el Señor de su poder, lo que hemos oído
sólo confirma que para nuestro Dios no hay nada imposible. Ante esto, ¿por qué
no confiar plenamente en el Señor? Jesús nos ha dicho en el evangelio:
"Todo lo que pidan en mi nombre se les concederá" y cuando dice Jesús
"todo" pues se refiere precisamente a TODO. Algunas personas dirán:
"Yo he pedido y no me lo ha concedido". A quienes dicen esto debemos
decirles que no es porque Dios no lo pueda hacer sino porque Dios, en su
infinita bondad y sabiduría, sabe que no es bueno para ellos o para los que
viven con ellos, y decide no concederlo, ya que como Padre bueno jamás nos
daría nada que pudiera lastimarnos o afectar nuestra salvación. Por ello, no
desconfíes ni por un momento de nuestro amoroso Dios, y espera en él, tiene
poder para hacer cualquier cosa que sea de provecho para nosotros y para los
nuestros.
Oratio
Señor, ya que para ti nada hay imposible, quiero pedirte que
me llenes de tu gracia para ser una persona conforme a tu corazón; ayúdame a
superar todas aquellas áreas débiles de mi vida y que pueda ser un anuncio
tajante de tu actuación en el mundo.
Operatio
Hoy haré algo que sé que debo hacer pero que siempre se me
ha hecho difícil y lo he evitado por considerarlo fuera de mi alcance; le
pediré al Señor y lo haré.
El Evangelio de hoy
Mateo 5, 20-26
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Les
aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos,
ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el
que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje
con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su
hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será
llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el
altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti,
deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y
vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por
el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la
cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último
centavo.
Reflexión
Este pasaje, dentro de la gran catequesis que hace Jesús
para sus seguidores, nos muestra la gran importancia que tiene el prójimo en la
nueva economía cristiana. Es por ello que el cristianismo no consiste
únicamente en tener una relación vertical con Dios, sino que ésta ha de
expresarse en la relación horizontal hacia nuestros hermanos, y en general a
todos los hombres; tanto es así, que el juicio, de acuerdo a las palabras de
Jesús, no estará fundado tanto en nuestra relación con Dios, sino en base al
trato que dimos a nuestros semejantes. Decir que se ama a Dios y que es uno
discípulo de Cristo, implica tener un gran amor por nuestros hermanos y buscar
crecer en nuestra relación con ellos. El final de este pasaje está referido a
la máxima expresión de amor y reverencia a Dios que es el Culto. Con respecto a
éste, Jesús nos instruye que nuestra participación en la misa no será
totalmente fructuosa si no estamos en paz con nuestros hermanos. Es fácil que
en nuestra relación familiar se den roces, producto de nuestra debilidad.
Qué importante es por ello que, antes de salir a misa el
domingo, si hemos tenido algún problema (pequeño o grande) en familia, que nos
pidamos perdón y que así podamos expresarle a Dios que nuestro amor es
auténtico y total hacia él y hacia nuestros hermanos.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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