27/03/2012
Primera Lectura
Números 21, 4-9
Lectio
En aquellos días, los hebreos salieron del monte Hor en
dirección al mar Rojo, para rodear el territorio de Edom; pero por el camino,
el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo:
"¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para que muriéramos en el desierto? No
tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida".
Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas,
que los mordían, y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le
dijo: "Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al
Señor que aparte de nosotros las serpientes". Moisés rogó al Señor por el
pueblo y el Señor le respondió: "Haz una serpiente como ésas y levántala
en un palo. El que haya sido mordido por las serpientes y mire la que tú hagas,
vivirá". Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si
alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.
Meditatio
¿Quién nos ha dicho que la vida fuera fácil? Más aún, ¿Quién
nos dijo que la vida cristiana fuera "miel sobre hojuelas"? Cuando le
preguntó Pedro a Jesús qué es lo que recibirían sus seguidores, aquellos que
habían dejado todo por él, la respuesta fue: "El ciento por uno en todo lo
que hayan dejado, junto con persecuciones y al final la vida eterna". Por
eso el Papa Juan Pablo II, en su Carta Apostólica "Salvifici
Doloris", nos recuerda que Jesús no vino a quitarnos el dolor sino a darle
sentido. Los judíos, liberados por Dios de la terrible esclavitud, ahora se
daban cuenta que ser libres no es fácil, y se rebelan contra su libertador. Sin
embargo, Dios no se da por vencido. Los castiga, pero en el mismo castigo les
da la posibilidad de salvación, la cual de nuevo tendrá que ser opción de cada
uno: El Señor siempre te dirá: "Si quieres...".
No desaprovechemos esta oportunidad para levantar nuestros
ojos a la cruz de Jesús y, movidos por su amor, cambiar nuestra vida.
Oratio
Muchas veces, Señor, he abusado de la libertad que me has
dado; la libertad de seguirte o de ignorarte, la libertad de obedecerte o hacer
mi propia voluntad. Ante esto, Señor, he pensado que eso es muy difícil, que
sería más fácil si tú me hicieras bueno, si tú me obligaras a tomar la mejor
opción, pero me doy cuenta de que a pesar de ser difícil, por tu gracia es posible
y esa es la mejor manera de servirte y honrarte, con todo mi ser, incluida mi
voluntad rendida a ti.
Solo te pido Señor que en los momentos de tribulación, en
los momentos en que estás forjando algo en mí y que duele, me des de tu Santo
Espíritu para tener paciencia y poder ver al final la recompensa que me
preparaste.
Operatio
Hoy haré algo que en verdad me cuesta trabajo y demande de
mi paciencia, y lo haré pidiéndole a Dios que a través de ello me enseñe a ser
paciente.
El Evangelio de hoy
Juan 8, 21-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo me voy y
ustedes me buscarán, pero morirán en su pecado. A donde yo voy, ustedes no
pueden venir". Dijeron entonces los judíos: "¿Estará pensando en
suicidarse y por eso nos dice: ‘A donde yo voy, ustedes no pueden venir‘?"
Pero Jesús añadió: "Ustedes son de aquí abajo y yo soy de allá arriba;
ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de decir:
morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus pecados".
Los judíos le preguntaron: "Entonces ¿quién eres
tú?" Jesús les respondió: "Precisamente eso que les estoy diciendo.
Mucho es lo que tengo que decir de ustedes y mucho que condenar. El que me ha
enviado es veraz y lo que yo le he oído decir a él es lo que digo al
mundo". Ellos no comprendieron que hablaba del Padre.
Jesús prosiguió: "Cuando hayan levantado al Hijo del
hombre, entonces conocerán que Yo Soy y que no hago nada por mi cuenta; lo que
el Padre me enseñó, eso digo. El que me envió está conmigo y no me ha dejado
solo, porque yo hago siempre lo que a él le agrada". Después de decir
estas palabras, muchos creyeron en él.
Reflexión
De la misma manera que para los judíos -y en general para
los contemporáneos de Jesús- les resultaba difícil el creer que el
"hombre" que se presentaba ante ellos era el mismo YHVH, es decir
"Yo Soy", así para muchos resulta imposible que el pedacito de pan
que está sobre el altar después de la consagración sea ese mismo YHVH, sea
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Quizás esa sea la causa de que,
así como Cristo fue despreciado en su humanidad, hoy no se valore e incluso sea
despreciada la Sagrada Comunión por muchos "cristianos" (y ni qué
decir de los que no conocen a Cristo). Llama la atención la poca devoción con
la que algunos cristianos se acercan a recibir a Jesús Eucaristía. ¿Será que
piensan que no es posible que ese sea el mismo que ahora reina por los siglos
de los siglos?
La oración que decimos antes de comulgar causó la curación
de un enfermo, pues quien la pronunció creyó verdaderamente que se encontraba
ante "Dios", para quien nada es imposible. Pensemos cuántas cosas
pasarían en nuestra vida, en nuestros enfermos si nosotros tuviéramos la fe del
Centurión, y viéramos en la hostia a "Yo Soy", al mismo Jesús, para
quien todo es posible. Ojalá y, como en el evangelio, después de estas palabras
muchos crean en él.
Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu
corazón.
Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro
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