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viernes, 18 de enero de 2013

LECTURA Y EVANGELIO DEL 18 DE ENERO 2013



18/01/13

Primera Lectura
Hebreos 4, 1-5. 11

Lectio
Hermanos: Mientras está en pie la promesa de entrar en el descanso de Dios, tengamos cuidado, no sea que alguno se quede fuera. Porque a nosotros también se nos ha anunciado este mensaje de salvación, lo mismo que a los israelitas en el desierto; pero a ellos no les sirvió de nada oírlo, porque no lo recibieron con fe. En cambio, nosotros, que hemos creído, ciertamente entraremos en aquel descanso, al que se refería el Señor, cuando dijo: Por eso juré en mi cólera que no entrarían en mi descanso.

Los trabajos de Dios terminaron con la creación del mundo, ya que al hablar del séptimo día, la Escritura dice que Dios descansó de todos sus trabajos el día séptimo; y en el pasaje de que estamos hablando, afirma que no entrarían en su descanso.

Apresurémonos, pues, a entrar en ese descanso; no sea que alguno caiga en la infidelidad, como les sucedió a los israelitas.

Meditatio
Uno de los principales problemas con los que se ha encontrado el hombre en toda su historia es la "infidelidad". Por lo general, nos es fácil comprometernos pero, luego, con el paso del tiempo, sobre todo cuando el cansancio nos agobia, es fácil retractarnos y olvidar nuestras promesas y compromisos.

Nuestro texto nos recuerda que esto fue lo que le pasó a los israelitas; esto continúa siendo un riesgo latente para la comunidad cristiana. Por ello, se nos invita y exhorta a la fidelidad, de manera que podamos participar del descanso de Dios, que al final de nuestra vida, no es otra cosa que el Cielo, pero que ya desde esta tierra se experimenta como una profunda paz y alegría interior. El precio de la fidelidad es alto, pero vale la pena pagarlo.

Oratio
Señor, me impresiona contemplar lo maravillosamente fiel que eres, cómo, a pesar de tantas fallas, idas y venidas hacia ti, tú permaneces y tu amor no cambia; no puedo decir lo mismo de mí, pues tú y yo sabemos que constantemente caigo, muchas veces consciente, o inconscientemente, prefiero otras cosas en vez de ti, Dios inmutable y amoroso.

Enséñame a permanecer, enséñame a ser como tú, sé que siéndote fiel no fallaré en ningún sentido, lléname con tu Espíritu para que eso sea posible, pues no podría hacerlo de otro modo.

Operatio

Hoy ofreceré algún sacrificio por cada cosa, pequeña o grande, en la que reconozca que durante el día le he sido infiel a Dios.

El Evangelio de hoy
Marcos 2, 1-12

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.

Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: "¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?"

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados‘ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa?‘ Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al paralítico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa".

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos visto cosa igual!"

Reflexión
Qué importante es la fe de los demás, aun para nuestra propia salvación. En este pasaje nos relata San Marcos que fue precisamente por la fe y la cooperación de los que acompañaban al paralítico (que lo llevaron y luego se ingeniaron para poder presentárselo), que Jesús le perdonó sus pecados y después hasta le dio la salud física.

Tú también puedes ser el instrumento de Dios para que alguno de tus amigos o amigas se acerquen al sacramento de la reconciliación. Algunas personas tienen mucho tiempo sin acercarse, pues piensan que saldrán regañadas, y están en un error. El sacramento de la Reconciliación es el SACRAMENTO DEL AMOR DE DIOS. Es el espacio en que nuestro pecado se encuentra con la misericordia de Dios.

Los que llevaban la camilla estaban convencidos de que Jesús haría algo por su amigo. Si tú realmente crees esto, ayuda a quien no conoce bien el sacramento y que está esperando oír: "Tus pecados te son perdonados".

Permite que el amor de Dios llene hoy tu vida. Ábrele tu corazón.

Como María, todo por Jesús y para Jesús.
Pbro. Ernesto María Caro

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